Ciudad del Vaticano.- Los cardenales católicos comenzaron este miércoles la tarea de elegir a un nuevo papa, para lo que se aislarán del mundo hasta que elijan al hombre que esperan que pueda unir a una Iglesia mundial y diversa, pero dividida.
En un ritual que se remonta a la época medieval, los 133 cardenales caminaron lentamente hacia la Capilla Sixtina antes de prestar juramento de secreto perpetuo, bajo la mirada del severo Cristo representado en el fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, que adorna la capilla.
Luego, el arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias del Vaticano, pronunció la orden en latín «Extra omnes!» (¡Todos fuera!), indicando a aquellos que no participan del cónclave que se fueran.
Las puertas de la capilla se cerraron de golpe, lo que permitió a los cardenales realizar su primera votación para buscar un sucesor del Papa Francisco, quien murió el mes pasado.
Ningún papa ha sido elegido en el primer día de un cónclave en los últimos siglos, por lo que la votación podría prolongarse antes de que uno de los príncipes con el solideo rojo de la Iglesia reciba la mayoría necesaria de dos tercios para convertirse en el 267º pontífice.
El miércoles solo habrá una votación. A partir de entonces, los cardenales podrán votar hasta cuatro veces al día.
Durante una procesión formal hacia la Capilla Sixtina, los cardenales pidieron a casi 100 hombres y mujeres que se cree residen en el cielo que oraran por ellos mientras se preparan para lo que posiblemente sea una de las decisiones más trascendentales de sus vidas.
La única señal esperada de los cardenales durante el cónclave será el humo de una chimenea en lo alto de la capilla, mientras los clérigos queman sus papeletas.
El humo negro es la señal de una votación sin una conclusión y el blanco con el repique de campanas anuncia que la Iglesia de 1,400 millones de miembros tiene un nuevo líder.
La influencia del papa se extiende mucho más allá de la Iglesia católica, pues proporciona una voz moral y una llamada a la conciencia que ningún otro dirigente mundial puede igualar.
En una misa celebrada en la Basílica de San Pedro el miércoles por la mañana antes de entrar en el cónclave, los cardenales rezaron para que Dios les ayudara a encontrar un papa que ejerciera una «vigilancia atenta» sobre el mundo.
En un sermón, el cardenal italiano Giovanni Battista Re dijo a sus colegas que debían dejar de lado «toda consideración personal» al elegir al nuevo pontífice y tener en mente «solo (…) el bien de la Iglesia y de la humanidad».
Re, decano del Colegio Cardenalicio, tiene 91 años y no participará en el cónclave, reservado a cardenales menores de 80 años.
En los últimos días, los cardenales han ofrecido distintas valoraciones sobre lo que buscan en el próximo pontífice.
Mientras que algunos han pedido continuidad con la visión de Francisco, en favor de una mayor apertura y reforma, otros han dicho que quieren dar marcha atrás y abrazar las viejas tradiciones. Muchos han indicado que quieren un pontificado más predecible y mesurado.
Un récord de 133 cardenales de 70 países entraron en la Capilla Sixtina, frente a los 115 de 48 naciones del último cónclave de 2013, un crecimiento que refleja los esfuerzos de Francisco por extender el alcance de la Iglesia a regiones remotas con pocos católicos.
No ha surgido un favorito claro, aunque el cardenal italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle son considerados candidatos.
Sin embargo, si pronto se hace evidente que ninguno de los dos puede ganar, es probable que los votos se decanten por otros contendientes y que los electores se agrupen en torno a la geografía, la afinidad doctrinal o las lenguas comunes.
Entre los posibles están el francés Jean-Marc Aveline, el húngaro Peter Erdo, el estadounidense Robert Prevost y el italiano Pierbattista Pizzaballa.
Re sugirió a los cardenales que buscaran un papa que respetara la diversidad dentro de la Iglesia. «La unidad no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad», dijo en su sermón.
Como en tiempos medievales, los cardenales no podrán comunicarse con nadie del exterior durante el cónclave, y el Vaticano ha tomado medidas de alta tecnología para garantizar el secreto, incluidos dispositivos de interferencia para evitar escuchas.
La duración media de los últimos 10 cónclaves fue de poco más de tres días y ninguno superó los cinco días. El cónclave de 2013 duró solo dos días.
Esta vez, los cardenales tratarán de cerrar el asunto rápidamente para no dar la impresión de que están divididos o de que la Iglesia va a la deriva.
Alrededor del 80% de los cardenales que entraron en la Capilla Sixtina fueron nombrados por Francisco, lo que aumenta la posibilidad de que su sucesor continúe de alguna manera sus políticas progresistas a pesar de la fuerte oposición de los tradicionalistas.
Entre sus consideraciones estará si deben buscar un papa del sur global, donde las congregaciones están creciendo, como hicieron en 2013 con el argentino Francisco, o devolver las riendas a Europa o incluso elegir un primer papa estadounidense.