Contrastes de la Convención Bancaria

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  • Las dos realidades de México
  • Crecimiento, progreso, visión de banqueros y funcionarios
  • Corrupción, impunidad, violencia, la de los candidatos presidenciales
  • Meade, ovacionado; Anaya, conectó; AMLO, interesó
  • BBVA Bancomer, empezar por su casa

Agustín Vargas*

Sin duda las dos mesas más importantes de la Convención Bancaria celebrada en Acapulco, los pasados jueves y viernes, fueron altamente contrastantes.

La de inauguración, en la tarde del jueves, a cargo del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y los discursos del secretario de Hacienda y Crédito, José Antonio González; el presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Bernardo González, y el presidente de la Asociación de Bancos de México, Marcos Martínez, hacían sentir que nos encontramos en un país del primer mundo, en donde sólo se escuchan las palabras crecimiento, avance, progreso, aumento, adelante, impulso, etcétera, etcétera.

Aunque en realidad el Presidente Peña no la tomó tan en serio, ya que en broma se quejó de la extensión de las presentaciones de sus antecesores en el micrófono, por lo que optó en reducir la suya, y además se mofó de Marcos Martínez porque se le confundieron las páginas de su discurso y tuvo que reiniciarlo.

“Yo lo traigo engargolado Marcos”, dijo sonriente Peña Nieto, quizá sintiéndose más libre y ligero sin el teleprompter que usó en las pasadas convenciones.

Sin embargo, los ejecutivos bancarios lo despidieron bien en su último año de gobierno, con un aplauso intenso y con decenas de manos esperando estrecharle la suya y por qué no, tomarse una selfie para el recuerdo.

El viernes se regresó a la realidad, a un panel de candidatos presidenciales en el que se escucharon las palabras corrupción, impunidad, violencia, muerte, asaltos, hambre, injusticia, etcétera, etcétera.

José Antonio Meade se movió y habló a sus anchas sabiendo que se encontraba en casa, cobijado por sus colegas financieros, luciendo tablas en el escenario, interrumpido en múltiples ocasiones con aplausos y algunos gritos de apoyo que, por lo exagerado, hasta se antojaban “sembrados”. Ovacionado al final de su presentación, ya sólo faltaba que sus huestes, o sea todos los asistentes, lo sacaran en hombros del recinto de conferencias.

Ricardo Anaya logró conectar con la audiencia, pero sabedor de que muchos de los directivos y empleados de la banca tienen el color azul en su corazón y que estaba en la cancha de Meade, enfiló sus baterías hacia Andrés Manuel López Obrador sellándolo de anacrónico en sus propuestas políticas y económicas. El aplausómetro marcó casi empate con su antecesor al micrófono, pero sin ovación.

Andrés Manuel López Obrador, tercero al bat, acudió a decirles a los ejecutivos bancarios que no se preocuparan, que no afectaría el estatus legal de la banca, que de ganar la Presidencia de la República no haría nacionalizaciones ni estatizaciones.

Por el contrario, que sería respetuoso de las instituciones y del Estado de Derecho, que necesitaría de ellos (los banqueros) para operar los programas sociales, lo que le valió aplausos y respeto de parte de los asistentes. Les dijo lo que querían escuchar, ni más ni menos.

Quizá ésta sería la noticia que los medios y comentaristas se verían obligados a comunicar en los días siguientes; sin embargo, cayó en el garlito que le puso el moderador de la mesa, al responder aquella metáfora porfirista del tigre suelto en caso de que le hagan fraude electoral, lo que le ha valido una gran cantidad de críticas y acusaciones de violento y amenazante.

Una convención–pasarela que no fue aburrida como en otras ocasiones, que aportó al debate y discusión por el modelo político y económico de país que debemos seguir. Interesante será saber en julio quién será el que inaugure la próxima en 2019.

BBVA Bancomer, empezar por su casa

Por cierto, Eduardo Osuna, director general de BBVA Bancomer, se cansó de decir en entrevistas previas y durante la Convención Bancaria que es necesario fortalecer el Estado de Derecho en México.

Pues bien, le cae como anillo al dedo aquello de que el buen juez por su casa empieza, y debería de empezar por el área hipotecaria que dirige Marco Zamudio para que cumplan la Ley y no abusen de su amplia participación en el mercado.

Ya se había comentado en este espacio que como administrador de un fideicomiso de una importante cartera de créditos hipotecarios, fue demandado a fines del año pasado, por haber dispuesto a su antojo y beneficio de los inmuebles adjudicados relacionados con dichos créditos, sorprendiendo a las demás financieras participantes en el fideicomiso.

Pues bien, nos reportan que hubo un acercamiento entre las partes para encontrar un posible arreglo y se evite el costoso y desgastante camino de las demandas, sin embargo no se tuvo éxito, la gente de Osuna no desea reparar el daño causado. Más congruencia señores.

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*Periodista, director de la Revista Hábitat Mx