De Norte a Sur

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SE MUERE EL SEXENIO DE LA MUERTE

  • Yo no me quiero morir, Calaquita no seas mala déjame vivir
  • Pero cuando llegue el día… que haya alegría

Guillermo Correa

Por donde se le vea resulta terrible el cierre de gobierno de Enrique Peña Nieto. Le falta poco más de un mes y para recordar el sexenio de la muerte el fin de semana se organizó la Marcha de las Catrinas que se calcula observaron en vivo cerca de dos millones en la ciudad capital de la República. Eventos similares que incluyen exposiciones, carnavales, ferias, ofrendas, festivales y demás se multiplican en el país conforme se acerca la celebración de los Santos Difuntos. Se puede decir que México se desborda en alegría y que de ese tamaño, al mismo tiempo es la tristeza de los mexicanos que han sufrido la ausencia de un familiar, amigo o paisano a causa de la violencia que se da sin freno.

Los asesinatos aumentan y con seguridad el año destinado igual a fenecer apunta como el más violento de la historia reciente. Más, mucho más que toda la administración de Felipe Calderón Hinojosa, señalado de haber iniciado una guerra en la que han caído miles de inocentes. Hasta marzo pasado se tenía registro oficial de 104 mil 583 averiguaciones previas por homicidios. Si se compara con 2017 significa un incremento del 12 por ciento, pero si se suma de 2015 a la fecha lo acumulado ya rebasa el 70 por ciento. Los últimos cálculos estiman que cada 24 horas mueren de forma violenta por lo menos 85 personas, casi cuatro víctimas asesinadas cada hora todos los días. Como decía el recordado Edmundo Valadés: La Muerte tiene Permiso.

Y cómo no, si en Guanajuato –donde la vida no vale nada— la tasa es de casi 10 homicidios dolosos por cada cien mil habitantes. Por esa ruta andan Baja California Sur, Chihuahua, Morelos, Nayarit. El Estado de México se cuece aparte porque ahí reinan los feminicidios, aunque Zacatecas, Guerrero, Nuevo León y Sinaloa no se quedan muy atrás. Sólo en lo que va del año se considera que la cifra de mujeres asesinadas rebasa 500. De acuerdo con un seguimiento de María Salguero, activista y defensora de derechos humanos, el año pasado contó 2,150 asesinatos. En la mayoría de los casos se desconoce a los feminicidas, aunque con regularidad se sabe que es la pareja sentimental.

Las formas para cometer esos asesinatos van del ahorcamiento, lapidaciones o martillazos, entre otras, aunque en la mayoría de los casos las mujeres fueron asesinadas a balazos. La mayoría de las víctimas tiene entre 18 y 30 años. Como se sabe ahora la modalidad son los feminicidas seriales que aparecen en los campos algodoneros de Chihuahua hasta el vecino municipio de Ecatepec, con protagonistas realmente macabros. María Salguero y otros luchadores han pedido la alerta de género para la Ciudad de México, y la ONU que se tipifique el delito de feminicidio en todo el país. Entre tanto, los crímenes aumentan.

Afirma un reporte oficial que cada dos días un niño de hasta cinco años es asesinado por maltrato y el 39 por ciento de ellos no cumple ni siquiera un año de vida. Los infanticidios empezaron a llamar la atención a partir de 1990 en que se comenzaron a duplicar, principalmente en el Estado de México, Quintana Roo, Colima, Morelos y San Luis Potosí. Investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública –Martha Hijar Medina, Ramón Tapia Yañes y Alberto Rascón Pacheco—encontraron que muchos infantes mueren por ahorcamiento, estrangulamiento y sumersión. Lo más grave es el hallazgo de que la principal agresora es la madre, que los asesinatos son producto de la violencia familiar.

Datos del INEGI revelan con más detalle la tragedia a la que nos hemos acostumbrado: entre los años 2010 y 2015 han sido asesinados en el país 431 niñas y niños menores de un año, es decir, un promedio anual de 71 homicidios, o bien, de un caso cada cinco días. Para el grupo de uno a cuatro años las cifras son aún peores: 678 casos en el mismo periodo, equivalente a un promedio anual de 113 homicidios, por lo que, en este segmento de edad la estadística es prácticamente de un caso cada tres días. En suma, se trata de 1,109 homicidios en los cuales las víctimas eran niñas y niños menores de cinco años, lo cual arroja, en conjunto, un promedio de dos casos por día.

Desde esta perspectiva, es posible afirmar que, si hay un constante llamado a reconocer que vivimos condiciones epidémicas de violencia contra las mujeres en general, deberíamos ser mucho más incisivos en la denuncia de que en la primera infancia los niveles de desprotección en que se encuentran las niñas son todavía mayores; pues mientras que el promedio de homicidios cometidos en el país en contra de mujeres equivale aproximadamente a 12 por ciento del total de casos registrados por año, en las niñas de menores de cinco años la proporción de homicidios es cercana al 45 por ciento.

La información recabada por el portal La Bandera Noticias destaca que la evidencia muestra un incremento en el número de homicidios de niñas y niños en la primera infancia asociado a la violencia sistémica generada por el crimen organizado. Si en los años 2016 y 2017 ha habido repuntes importantes de violencia respecto de 2014 y 2015, es probable que el registro de homicidios contra los más pequeños también sea mayor.

Concluye: Esta situación atroz no tiene ninguna justificación. De no ser modificada en el corto plazo, en el futuro tendremos que asumir, con toda la vergüenza posible, que construimos un tiempo infame contra la niñez. Que fuimos, literalmente, una horda de bárbaros.

Pero no es todo. Reporteros sin Fronteras resaltó que en 2017 Siria continuó siendo –como en los últimos seis años– el país más mortífero del mundo para los periodistas; este año fueron asesinados 12 reporteros en el país. México lo sigue de cerca: 11 periodistas fueron asesinados, todos de manera intencional. Así, al igual que el año pasado, Somos la nación en paz más peligrosa del mundo para quienes ejercen la actividad periodística.

Dice el informe: En este país, donde imperan los cárteles del narcotráfico, los periodistas que abordan temas como el crimen organizado o la corrupción de los políticos, sufren casi de manera sistemática amenazas, agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría. El 15 de mayo 2017 el asesinato de Javier Valdez Cárdenas en la ciudad de Culiacán, en el estado de Sinaloa, provocó una ola de indignación en el país. Este curtido periodista de 50 años, que colaboraba con la AFP y con medios de comunicación locales como La Jornada y Ríodoce, se especializaba en el tema del narcotráfico. En su último libro, titulado Narcoperiodismo: La prensa en medio del crimen y la denuncia, abordaba el calvario de los periodistas mexicanos que intentan informar sobre las acciones de estos grupos ultraviolentos, a pesar del peligro. Al igual que Javier, el año pasado otros 10 periodistas mexicanos pagaron con su vida su trabajo informativo. La mayoría de estos crímenes permanecen impunes en México. La impunidad se explica por la corrupción generalizada que reina en el país, patente sobre todo a escala local, ámbito en el que los miembros del gobierno a veces están coludidos con los cárteles.

Hasta abril de 2018 se habían registrado 42 asesinatos de reporteros en la actual administración y de unos 200 ataques contra periodistas, entre ellas 6 asesinatos. Ana Cristina Ruelas, directora de Artículo 19, informó que cerca de 60 se efectuaron en el marco de la pasado jornada electoral. México, recalcó, es el país más peligroso para la profesión en América, y el segundo en el mundo después de Siria que se encuentra en zona de guerra.

A las estadísticas fúnebres sobre México hay que añadir el informe de Global Witness por revelar que en un año aumentaron 400 por ciento los asesinatos de defensores de la tierra. En 2016 se registraron tres homicidios, para 2017 sucedieron 15, la mayoría pertenecientes a comunidades indígenas que se defienden ante la amenaza de despojos de sus bosques, selvas, minas o de cualquier tipo de territorio donde abundan los recursos naturales. Hasta donde sopla el viento con furia, como en la sureña zona de Oaxaca, donde han llegado las trasnacionales expertas en empresas eólicas que hacen próspero negocio igual que el gobierno hace lo mismo en otras partes del país con el agua, al construir gigantescas presas para la generación de energía eléctrica con la que se enriquecen extranjeros.  

Cuenta aparte tiene que ver con los desaparecidos en México. Con frecuencia se descubren fosas clandestinas y en lo que ha transcurrido el mandato de Peña Nieto cada dos horas se ha reportado la desaparición de una persona. Animal Político advierte de cifras incompletas que impiden saber la verdad. Se estima oficialmente alrededor de 20 mil casos. Son muchos más, principalmente jóvenes, lo que muestra, con todo lo narrado, cómo México se ha ido transformando en un enorme cementerio donde en este noviembre que inicia reina la fiesta.

DESDE EL CENTRO

Los ricos, unos cuantos, confirman que también lloran con la muerte del aeropuerto de Texcoco. Rezan porque resucite…También se recuerda que el TLCAN mató al campo mexicano y que AMLO lo quiere revivir… Los líderes campesinos y sindicales, acostumbrados a vivir de los trabajadores, se niegan a morir ante los anuncios del nuevo gobierno que pronto empezará a concretar sobre ellos… Igual el presidente de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, Basilio González Núñez, el mismo que ha gozado durante casi todo el neoliberalismo que todavía mata lentamente a la mayoría de obreros y empleados…Y como vivimos en un país surrealista: Felicidades por la tradicional y prehispánica celebración de la que se aprovechan los vivales que destruyen nuestra cultura nacional.

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