Ciudad de México.- Este próximo jueves 30 de enero, INEGI dará a conocer su estimación oportuna de la variación del PIB del cuarto trimestre de 2019.
Todo parece indicar que registrará una contracción, tanto el último tercio del año, como en el acumulado de 2019.
Las últimas cifras del IGAE (de noviembre) muestran considerables contracciones en la actividad secundaria (industria) y una desaceleración importante en las terciaria (servicios).
En particular, los datos del IGAE de octubre y noviembre muestran que la economía se contrajo en ese período 0.8%.
Como lo fue a lo largo de todo el año, el eslabón más débil y que explica en gran medida este bajo dinamismo son las caídas constantes en la inversión productiva.
En gran parte explicada por un ambiente de poca confianza para las inversiones.
Así, nuestra expectativa es que la economía mexicana se contrajo -0.7% durante el ultimo trimestre del año octubre-diciembre del año pasado, a tasa anual con cifras originales. Con ese dato, se confirmaría que la economía en 2019 se estancó y observó incluso una ligera contracción en términos reales cercana al 0.25%.
Con ello, el PIB de México se encuentra en el umbral entre un estancamiento y una recesión económica (una variación de 0.0% o caer -0.3% es prácticamente hablar de un estancamiento).
Lo anterior conlleva dos problemas. El primero es que lejos de que pareciera que la debilidad económica haya tocado fondo, las últimas cifras hacen notar que sigue profundizándose la pérdida de dinamismo. A comienzos del 2019 considerábamos que la primera mitad del año sería la más débil; la realidad es que la segunda parte fue la de mayor pérdida de dinamismo. El segundo, es que entrar en una tendencia de variaciones negativas en el PIB trae consigo que pueda tardar meses en recuperarse, con el riesgo de que se vuelva un círculo vicioso de mayores caídas.
En este sentido, México se encuentra en el peor escenario para comenzar el 2020, ya que inicia con una economía con tendencia a la baja. Revertirla será difícil o podría demorar más tiempo y retrasar con ello la recuperación del PIB. Por consiguiente, el primer trimestre de este nuevo año será difícil y no descartamos también se registre una contracción.
Incluso, el consenso de expectativas del sector privado para el crecimiento del PIB de 2020 acumula doce meses revisándose a la baja (actualmente es de 1.0%), y es probable que continúe deteriorándose en los próximos meses.
En Cibanco esperamos que la segunda mitad del 2020 será mejor a la observada en los primeros 6 meses. Para todo el 2020 nuestra expectativa de crecimiento del PIB es del 1.0% en términos reales, apoyado por el sector externo (exportaciones e importaciones) y consumo privado. La recuperación no luce más fuerte porque sigue sin vislumbrarse señales contundentes que nos permitan anticipar un repunte en la inversión privada, y dada la premisa de que la inversión pública tiene presupuestado una caída.
El riesgo mayor sigue siendo interno, por lo que es factible que se revierta este escenario de crecimiento modesto, con la generación de un ambiente propicio para los negocios. La ratificación del T-MEC y los acuerdos nacionales de infraestructura (el próximo acuerdo que incluiría al sector energético se anunciará a mediados de febrero) son condiciones necesarias para este fin, pero no suficientes.
Las acciones en materia de política pública deben contener en su ADN mejorar las condiciones en la que los agentes económicos operan, que proporcionen reglas confiables y eliminen barreras para aprovechar cabalmente las oportunidades existentes. En cuanto antes suceda, más rápido se reflejará en beneficios para el crecimiento económico del país.
Ahora bien, el impacto de este débil dato del PIB, que se dará a conocer el próximo jueves, podría tener un impacto negativo en el tipo de cambio, aunque limitado. La realidad es que el mercado ya descuenta que la economía mexicana se mantiene estancada, y la moneda está más dependiente de factores externos. Actualmente está sensible a las dudas que genera la situación del coronavirus surgida en China.
Aún así, por la cifra del PIB, el peso podría depreciarse entre 5-10 centavos adicionales.