Moisés Sánchez Limón
Las señales que el domingo enviaron Andrés Manuel López Obrador y su equipo de Hacienda y Comunicaciones y Transportes respecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, evidenció un problema de desinformación del Presidente de la República que derivó en un malentendido, aunque tiene tintes de esa práctica política de engañar con la verdad.
Y es que mientras en el Hangar Presidencial se informaba que el TP-01 partiría hacia Estados Unidos para conservarse en buenas condiciones mientras surge el mejor postor, como muestra de que el Presidente no blofeó con esa oferta de campaña, se filtraba la información de que había marcha atrás en la cancelación de la obra del NAIM en terrenos de Texcoco, decisión pulsada y acordada en la instalación de los nuevos integrantes del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México.
Los trabajos de construcción de proyecto no se han detenido, pero se esperaba que ello ocurriera totalmente el sábado último. Aunque un detalle de carácter legal, los aprestos de una demanda colectiva de los inversionistas metió en complicaciones al equipo del presidente López Obrador. Un procedimiento elemental del que estaba enterado.
Mire usted, a quienes han criticado y rechazado la decisión de vender al avión presidencial y cancelar la construcción del NAIM en terrenos del ex Lago de Texcoco, se les ha metido en el mismo costal calificándolos de conservadores, reaccionarios, empresarios corruptos que hicieron el pingüe negocio con funcionarios igual o más corruptos, dejándose de lado el enorme despilfarro presupuestal que ambas decisiones implican.
¿Debe darse manga ancha a decisiones disparatadas, consecuencia del voluntarismo? No dudo que el NAIM tenga una gruesa capa de barniz de corrupción ni que haya corrido el diezmo en las licitaciones y los contratos directos. Pero, además, ¿cómo hacer justicia si el propio Presidente ya los perdonó?
Bien por la oferta de campaña, mal por esa decisión de no meter a prisión a quienes sabe corruptos y cuyos expedientes son como la espada de Damocles, de suerte que ningún hoy exfuncionario ha elevado crítica alguna contra las medidas adoptadas por el nuevo mandatario.
Pero, en el caso del NAIM hay una explicación respecto de la ausencia de una postura defensiva de ese proyecto estrella de la administración de Enrique Peña Nieto. Ni el entonces Presidente ni su secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, elevaron la voz en defensa del NAIM porque sabían que más temprano que tarde el conflicto legal estallaría en las primeras horas del naciente sexenio de López Obrador.
Fue elemental, de párvulos.
Porque los expertos en estos asuntos concluyen que, en el caso del avión presidencial, difícilmente habrá un comprador, a menos que se remate porque es una aeronave usada y, por ende, su valor no es el mismo en el que se pactó y adquirió en la administración de Felipe Calderón. Mal negocio, aunque implique el desahogo de una decisión más visceral que serenamente pensada.
Además, interesante el hecho de que cayeron en el juego de mentir con la verdad, característico del ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, quienes desde el domingo y las primeras horas del lunes echaron campanas a vuelo porque interpretaron un galimatías de comunicado de prensa, como la señal de que la obra del NAIM en Texcoco recuperaba la ruta de viento en popa.
Veamos. Una vez filtrada la versión de que al instalarse el nuevo equipo del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México se había determinado continuar con la construcción del NAIM, el propio López Obrador abonó a que se considerara como un hecho que el proyecto Texcoco se retomaba para evitar las severas consecuencias económicas, un costo al doble de los cien mil millones de pesos estimados por la cancelación, de la mano de las demandas advertidas en tribunales de Nueva York.
La tarde del domingo último, en el aeropuerto de Veracruz, Andrés Manuel evitó una declaración contundente respecto de lo que se conocía hasta ese momento, y dejó la confirmación o negativa al equipo que encabeza el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú.
Pero, el lunes, López Obrador retomó el tema en la conferencia de prensa, la primera que ofrece al inicio de su gestión y, como lo hacía en el Gobierno del entonces Distrito Federal, para marcar la agenda, dijo que continúa el plan para construir dos pistas en la Base Aérea Militar de Santa Lucía, y en el caso del proyecto de Texcoco, el fideicomiso de inversión es para proteger a los inversionistas.
Explicó que, pese que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público anunció un plan para recomprar bonos del Nuevo Aeropuerto Internacional de Texcoco, no detiene su proyecto de construir dos pistas en la base militar de Santa Lucía.
Y luego la explicación, evidencia de la desinformación en la que sus colaboradores lo arrastraron en este tema:
“Creo que el mal entendido, o la desinformación o la falta de aclaración de lo sucedido, se origina porque se mantiene el fideicomiso. Se mantiene el fideicomiso porque es un proceso abierto, incluso, puede iniciarse la construcción de las otras pistas en Santa Lucía, pero el fideicomiso continúa hasta que se termine todo el proceso que tiene que ver con las inversiones”.
Explicó: “Una cosa es la decisión de Hacienda de mantener el fideicomiso para respaldar los bonos del NAIM, a fin de que el gobierno cumpla su palabra con los inversionistas, y otra cosa es el resultado de la consulta ciudadana en la que se determinó cancelar el NAIM y construir un aeródromo en Santa Lucia (…) El fideicomiso va a seguir existiendo, porque se tienen que solventar todos los compromisos. Somos el aval y se va a garantizar a todos el respaldo de las acciones, esto para inversionistas y para los contratistas”.
Pero… Dijo que este martes daría a conocer detalles de cómo funcionará el fideicomiso en su gobierno, una vez que se reúna con el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien ya rindió protesta en el cargo.
Y para evitar problemas en la Bolsa y no generar más nerviosismo entre inversionistas nacionales y extranjeros, insistió en que su gobierno respetará las inversiones de los empresarios de la obra de Texcoco, con quienes dice se está llegando a acuerdos para la cancelación de los contratos. ¿Son economistas o aboneros? Cuando el río suena… Conste.
APUNTES. La Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada (AMESP) que encabezó en los dos últimos años Roberto Rivera Mier, tiene ya nuevo dirigente nacional. Se trata de Joel Juárez Blanco, quien estará en el cargo desde el sábado último y hasta el uno de diciembre de 2020. La AMESP tiene como asociados a las empresas nacionales e internacionales más grandes y representativas de la Industria de la Seguridad Privada en todo el país y en todas las modalidades previstas como: monitoreo de alarmas, guardias intramuros, traslado de valores, seguridad canina, seguridad electrónica, seguridad logística, protección a ejecutivos, consultoría en seguridad, seguridad aeroportuaria, entre otros. Digo.
@msanchezlimon