Moisés Sánchez Limón
¿Rompe el Partido Verde Ecologista de México con el Partido Revolucionario Institucional? ¿Se va el Verde por la libre con un candidato presidencial propio? ¿Se suma el PVEM al Frente Amplio Democrático?
La primera impresión, a partir de esa declaración que tuvo una pincelada de dizque destape que hizo el senador Pablo Escudero de su compañero de bancada Carlos Alberto Puente Salas, como un activo con suficientes méritos para ser candidato a la Presidencia de la República, fue que se trataba de una broma de mal gusto.
Porque, mire usted, hasta el momento nadie, fuera del Verde, ha considerado al senador Puente Salas como un real y fuerte aspirante que, digamos, pudiera derrotar en las urnas a José Antonio Meade Kuribreña, el secretario de Hacienda que medio se ha descartado de la contienda por la candidatura del PRI, y que sería beneficiario de la reforma estatutaria que se avecina en la XXII Asamblea Nacional priista, el sábado entrante.
Dicen que es un zacatecano distinguido y que ha hecho buen papel, pero en honor a la verdad más allá de la sede del Senado de la República no hay quien conozca a Puente Salas y, sin duda, nombrarlo y respaldarlo como fuerte aspirante a la candidatura a la Presidencia, es más un cumplido de sus compañeros de partido que una real posibilidad.
¿Sumarse al Frente Amplio Democrático? Habría que considerar el margen de maniobra que perredistas, panistas, académicos y ciudadanos que impulsan a dicho bloque le darían a los socios de Jorge Emilio González Martínez, El Niño Verde, acostumbrado como está a cobrar caros los favores.
¿Alguien cree que Alejandra Barrales o Javier Corral aceptarían las condiciones de los “ecologistas”? Cuestión de abrir la cartera de posibilidades, pero indudablemente el PVEM tiene más, mucho más que perder en una eventual ruptura con el PRI, porque ahí están las sumatorias de los votos que acarrearían el Partido Nueva Alianza, el Partido Encuentro Social y hasta algunas corrientes perredistas que han sido beneficiadas en la actual administración federal.
Y, bueno, esas declaraciones de los prohombres del Verde por cuanto a que es momento de desvincularse del PRI, en un procedimiento que acusa amnesia acerca del pago que el tricolor les ha dado por sus aportaciones en campaña, tantas como el mismo gobierno de Chiapas, posiciones en el Congreso de la Unión y en congresos locales, amén de alcaldías y regidurías.
Y ése, sí, ese punto, el de Chiapas, es el factor toral de esta mascarada del PVEM.
¿Por qué el movimiento de legisladores verdes chiapanecos en demanda de independencia política? No se mandan solos, atienden, como ocurre en todos los estados del país, a su gobernador, aunque le pese a muchos de estos dizque demócratas de fin de semana.
Manuel Velasco ha comenzado a mover los hilos para mantener a Chiapas como coto de poder del Partido Verde Ecologista de México, una fuente de apoyo financiero para este instituto político que maneja miles de millones de pesos, acostumbrado como está a saborear el poder compartido y cobrar los favores al PRI, no por nada gobierna al municipio de Benito Juárez Cancún, que de otra forma debiera estar presidido por una priista con muchos méritos en el tricolor y vasta experiencia en el servicio público.
Dicen que en Chiapas cuatro ex gobernadores mueven los hilos en la sucesión de Manuel Velasco. Eduardo Robledo Rincón quiere que su hijo, el senador moreno-perredista Zoé Robledo sea gobernador. Lo mismo Pablo Salazar Mendiguchía se mueve para influir y acomodarse en el juego sucesorio.
Y qué decir de Roberto Albores Guillén, que sueña con que su hijo, Roberto Albores Gleason, senador y dirigente estatal del PRI, suceda a Manuel en el gobierno. Por ahí anda el actual cónsul Juan Sabines Guerrero, en ese mismo juego, pese a que sus antecedentes no le ayudan mucho. En fin.
Pero, quien preocupa al Verde y por ello esos amagos de ruptura con el tricolor y la broma de mal gusto con el destape del senador Puente Salas, es Roberto Albores Gleason. Y es que, de acuerdo con los chiapanólogos, es quien más posibilidades tiene de ganar la elección en Chiapas frente a un candidato apoyado por Morena, es decir, por Andrés Manuel López Obrador.
Lo que la cúpula del Consejo de Administración del PVEM quiere, es que el PRI apoye a su candidato. El más viable, entre la baraja de los ilustres políticos verdes chiapanecos, me dicen, es el senador Luis Armando Melgar Bravo.
¿Y qué tal si se abre nuevamente la posibilidad para José Antonio Aguilar Bodegas? No, no hay que hacerse bolas: lo que el Verde quiere y por eso su “rebeldía”, es que el PRI se abstenga de nominar a Albores Gleason y, en alianza, apoye al senador Melgar Bravo. ¿Será? Digo.
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