Los 13 del Senado y el cínico subse
Moisés Sánchez Limón
¿Quién cree que administraba los dineros recaudados para la causa, vía promesas a futuro y compromisos abyectos fundados en la deslealtad y la traición de dizque priistas y hasta albiazules, primero en el perredé y luego en Morena?
No cabe duda que en la familia de la 4T hay de todo, como en botica. Pero, esa condición no implica pluralidad; en cambio, se exhibe como la aldea que alberga a las tribus heredadas de lo peor del perredismo fundamentalista y de las traiciones a la nacencia ideológica y partidista, como quien niega a sus padres por un cargo de medio pelo y unas monedas en la cuenta bancaria.
En el campo del Legislativo y del Ejecutivo operan personajes cuya ambición está escanciada con ánimos de revancha, la venganza por lo perdido en los días de vino y rosas, cuando en los gobiernos del PRI y del PAN ocupaban esas lujosas oficinas y los cochesotes y la ropa de marca que supuestamente abomina el inquilino de Palacio, pero que fueron echados a la calle o sencillamente sus sueños de poder no se cumplieron por diversos etcéteras.
Hay en el escenario del momento dos personajes con esas características: Martí Batres Guadarrama y Hugo López-Gatell Ramírez.
Uno, Batres Guadarrama rumia el fracaso de la reelección en la presidencia de la Mesa Directiva del Senado de la República y se alza como cabeza del “Grupo de los 13”, como se conoce a los 13 senadores, junto con Martí, que pretenden convertirse en un contrapeso de la bancada de Morena, coordinada por Ricardo Monreal Ávila, pero en realidad ni a juanete del zacatecano llegan porque sus cartas credenciales no se presumen; en cambio, son de provocar rubor por su estructura de ambición por el poder y los dineros. Machuchones y machuchonas con fuero.
Otro, Hugo López-Gatell Ramírez nació en 1969 y fue hasta rockero, con una envidiable trayectoria profesional. Como médico especialista jugó en las ligas menores e intermedias en el gobierno de Felipe Calderón Hinjosa.
En posición estrella en el equipo del licenciado López Obrador, apuesta todas sus cartas como responsable de cumplir un papel fundamental frente a la pandemia del coronavirus y despojarse de la mala fama que se ganó en 2009 ante la epidemia del H1N1, papelazo por el que Calderón instruyó su despido, algo que el doctor José Ángel Córdova Villalobos, entonces secretario de Salud, no cumplió y lo dejó como florero en la SSA. Hoy, la vida le dio la oportunidad de cobrarse la factura.
Veamos. Martí Batres Guadarrama nació en 1967 y su incursión en la política fue como miembro del grupo que hizo del CEU catapulta a posiciones más allá del activismo callejero y contestatario. Integrante de la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal, fue diputado federal en la LVIII Legislatura, luego secretario de Desarrollo Social en el equipo de Marcelo Ebrard, miembro distinguido del PRD se echó después a los brazos de Andrés Manuel López Obrador y se convirtió al morenismo, presidente de Morena no tuvo el control del Movimiento porque el jefe real y omnipresente fue y es Andrés Manuel. En el Senado fue presidente de la Mesa directiva en el primer año de la LXIV Legislatura y pretendió la reelección.
Se engolosinó con el poder y, como no logró el propósito reeleccionista rompió con Ricardo Monreal, coordinador de la bancada senatorial morenista y presidente de la Junta de Coordinación Política, desde donde ha servido a los objetivos de la 4T propuestos por Andrés Manuel López Obrador. Una tarea nada envidiable, como se ha visto en los dos años de la legislatura en curso y cuya presidencia habrá de dejar, el último día de este mes, la tabasqueña Mónica Fernández Balboa.
Martí pretendió anotarse para suceder a Mónica, pero fracasó. Falto de tacto político y más entregado a los sueños de poder, nada comparable su actual posición con aquellos días de la lucha callejera cuando no soñó, siquiera, vestir un smoking para ir a una gala en Bellas Artes en honor del líder de la Iglesia del Mundo, hoy sujeto a proceso en Estados Unidos.
Pero, bueno, ¿qué pretende Martí en el Senado? Ocupar un cargo y, como no le es posible presidir una Comisión, ni siquiera la de confetis y serpentinas, se alza como coordinador del ala radical de Morena en el senado junto con personajes de la catadura de Napoleón Gómez Urrutia, Citlalli Hernández Mora y Antares Guadalupe Vázquez, que en total apenas suman 13 y quieren hacer sentir un peso que no tienen.
Al inicio de semana informaron que propondrán una agenda legislativa al margen de la que impulsará la bancada coordinada por Ricardo Monreal. Y no es raro; filtran, convocan a conferencias de prensa, quieren –incluso– chayotear a reporteros desde la Cámara de Diputados y el Congreso de la CDMX para ganar espacios y retomar la mesa directiva.
Uno de sus voceros, el “académico” John Ackerman fue despedido de la revista Proceso por utilizar el espacio que tenía para fines personales y defender a su esposa y defenderse.
Napoleón Gómez Urrutia, de la misma nomenklatura de Batres, anda a la caza de contratitos de trabajo y en franca guerra contra la CTM liderada por el viejo priísta Carlos Aceves del Olmo, un sindicalista que se la sabe de todas, todas.
Por dónde quiera que se le vea, la bancada disidente y fundamentalista, conocida como El Bronx del Senado, encabezada por Martí, la lleva perdida. Sobre todo porque, hay que reconocerlo, el ala moderada coordinada por Monreal y que cumple con su papel en el vínculo con el inquilino de Palacio, le da las buenas y las malas todos los días. Pero ni así entienden y, bueno, elemental, es más fuerte su ambición por el poder, el dinero y las prendas…. Una quiere ser gobernadora de Guanajuato, otro busca ser líder sindical reconocido pero ni los zapatos de su difunto padre puede llenar.
Y, qué le digo, cuando el chiapaneco Óscar Eduardo Ramírez Aguilar, rinda protesta como presidente de la Mesa Directiva del Senado para el tercer año de la LXIV Legislatura, El Bronx y Martí harán berrinche. ¿Y su agenda legislativa alterna? Bien, gracias.
Pero, bueno. El otro caso para el psiquiatra es el del doctor Hugo López-Gatell Ramírez, a quien se le reconocen sus credenciales profesionales, pero ese no es pretexto para admitir los excesos de auténtico servidor de Andrés Manuel López Obrador, no del sistema de salud nacional. Y mucho menos como vocero y jefe de la tarea para enfrentar a la pandemia de coronavirus que ya cobró más de 60 mil víctimas.
Reitero, sus cartas credenciales son envidiables, pero su papel como subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud ha caminado en rumbos del vasallaje para, sin duda, conservar el poder y cobrar la factura que le debe, desde su óptica, Felipe Calderón Hinojosa. ¿Es válido?
De ahí sus declaraciones contradictorias con lo que escribió, en su momento, respecto del papel que jugó en 2009 como director general adjunto de Epidemiología de la Secretaría de Salud, en aquellos días a cargo del doctor Córdova Villalobos, frente a la crisis del H1N1, cuando influyó en la tardía declaratoria de emergencia, que obligó al gobierno de Calderón a tomar medidas severas que hoy, López-Gatell y López Obrador critican y descalifican, pese a tener un problema mayor con el Covid-19.
La intención es, indudable, escurrir el bulto y deshacerse de la responsabilidad respecto de un problema de suyo severo que él provocó. ¿Es culpable la prensa de que la pandemia de coronavirus registre más de 60 mil muertos en el país?
¿En su sano juicio alguien puede culpar a la corrupción de que la epidemia se haya salido de control, al grado de que el inquilino de Palacio retome la burla de la rifa del avión y soslaye la corrupción en su equipo y en su hermano Pío? Veamos.
“Respeto la libertad de prensa, pero sí me parece un poco desafortunado que a profundidad del análisis sea tan escasa, y que sea más el fenómeno efectista de una primera plana con el número, o el reduccionismo de querer encontrar solamente en el hoy las causas y los efectos”, dijo el pasado fin de semana el doctor Hugo López-Gatell cuando buscó culpables de sus yerros y justificación de sus dichos, reitero, serviles en el nivel de calificar a López Obrador como inmune al Covid-19.
Retomo parte de su declaración, en la mañanera del 11 de febrero último, cuando el coronavirus estaba en el dintel de la puerta de México. A saber:
“No se necesita tener hospitales designados, esto es importante también. Hay mucha mitología en lo que hemos escuchado en la prensa internacional, de que se necesitan construir hospitales especiales o tener centros exclusivamente para el coronavirus. No.
“El coronavirus nuevo 2019, como lo hemos dicho desde el inicio y sigue siendo vigente esta realidad, se comporta como una enfermedad respiratoria de moderada a baja gravedad. Es más leve que la influenza estacional, seguimos en la temporada de influenza, se va a acabar en el hemisferio norte hasta marzo o abril.
“El coronavirus nuevo ha cobrado mucha notoriedad porque es una enfermedad emergente, pero la proporción de grave es la proporción de muertes son semejantes o incluso menores a la influenza, no se necesitan hospitales especializados.
“Lo que está haciendo gobierno chino -ayer tuve una conversación con el embajador de China en México- lo que está haciendo el gobierno chino es una acción intensa de contención, técnicamente esto es una estrategia de contención, lo ha hecho por sus propias necesidades de salud pública en el territorio chino, pero ha sido una contribución valiosa para la salud pública global en la medida en que se ha mantenido contenido,
“No ha existido una sola muerte de coronavirus fuera del ámbito primario del brote y casi 90 por ciento de los casos han estado en la región Wuhan, ni siquiera en el resto de China. Entonces, están funcionando las medidas de contención.
“Hay indicios, todavía es información temprana, pero hay indicios que la curva epidémica incluso en China ya empieza a estabilizarse y podría empezar a descender”.
Pero, el domingo último, en la conferencia de prensa convocada ex profeso para rendir el informe de la situación que guarda la pandemia del coronavirus en el país, aseguró que la corrupción ha influido en la actual mortalidad por la que atraviesa México.
–Es inminente ¿verdad? la llegada (del coronavirus a México) –preguntó ese 11 de febrero pasado la colega Melina Ochoa, reportera de UnoTV.
–Como he dicho, lo dije con cierto énfasis la vez pasada garantizándolo, se los digo de manera más técnica, es altamente probable que, a México, igual que a muchos otros países, eventualmente llegue el coronavirus y en ese sentido hemos estado actuando de acuerdo a los estándares internacionales de preparación y listos para responder si fuera necesario. Ahora, si no llega, pues qué bien—respondió sonriente López-Gatell, en el colofón de la mañanera.
–Hasta ahora no ha llegado y que no llegue—terció Andrés Manuel López Obrador.
¡Pero llegó! Y la culpa es de la prensa y de la corrupción, como el neoliberalismo lo fue de los divorcios como dijo el prócer. ¡Para el psiquiatra! Los 13 del Senado y el cínico y rencoroso subse.
¡Ah! ¿Quién administraba en el perredé y luego en Morena, los dineros “recaudados” para la causa? ¡Exacto! Andrés Manuel López Obrador; de ahí sacaba para sus chuchulucos y el chivo de la casa. ¿Trabajar? ¡Bah! Conste.
[email protected]
www.entresemana.mx
@msanchezlimon