Entresemana

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¿Quién podrá defendernos de Andrés Manuel?

Moisés Sánchez Limón

Este es un asunto de reporteros, de periodistas, del que no puede ser ajena la sociedad entera. Entera.

Mire usted. La mañanera de miércoles de Palacio transitó en el mismo sitio, con la misma gente y similar pretexto para zafarse de la responsabilidad compartida en las amenazas del crimen organizado a periodistas y medios de comunicación.

Unos desde el privilegiado púlpito mañanero, de los miércoles del quién es quién, en las mentiras de la semana; los otros, un día antes, desde un amedrentador tribunal con esbirros armados para la batalla contra peligrosos reporteros, periodistas y conductores de medios electrónicos cuya arma es la libertad de expresión, la de prensa.

Usted disculpará. Retomo el caso de mis colegas porque si no nos hacemos cargo de lo que nos agrede y ofende, amenaza y juzga, entonces ¿quién nos va a defender?

Desde el gobierno federal se descarta esa posibilidad, toda vez que el propio depositario del Poder Ejecutivo Federal nos ha insultado y descalificado un día sí y otro también desde el inicio de esta administración de la llamada 4T, aunque de pronto diga que hay “honrosas excepciones” pero no las identifica.

Y nosotros, los reporteros, los periodistas que somos independientes o free lance, que en cientos de casos implica decir desempleado, o los asalariados, caemos en ese espacio de tesis marxista: somos dueños de nuestra fuerza de trabajo pero no de los medios de producción.

Pero corremos con la misma suerte del empresario, del patrón y el llamado líder de opinión, al que llaman conservador y neoliberal dolido porque le retiraron canonjías; en la generalización salida de Palacio, en voz de Su Alteza Serenísima, el ciudadano común cree que todos los reporteros viven como quienes ocupan espacios de primera fila en los medios electrónicos y la prensa impresa.

Cada quien se ha ganado sus espacios en la prensa mexicana. Cada quien con sus pecados y milagros, porque así es esta profesión, como en cualquier otra en la que la ruta de ascenso es de elemental competencia con y sin asideros.

Pero, hoy, ésta libre competencia es descalificada porque para el licenciado presidente la prensa ideal es aquella que lo elogia, le aplaude y celebra sus gracejadas, que se conforma con los miserables cientos de miles de pesos que les reparte Chucho Ramírez.

No, no, mentira que se presione a los dueños de medios de comunicación, ya no se paga publicidad como antes, se repite en el mensaje presidencial, pero la realidad demuestra que la disciplina editorial se mide con el cese de un colaborador o reportero incómodo, que tiene singular justificación.

Vaya, cada quien se ha ganado la chuleta como ha querido en este México que nada en una mar de medios de comunicación que tiene desde paraísos y hasta zonas infestadas de tiburones, impostores y mercenarios de la comunicación que sin rubor presumen ser profesionales.

Al final me quedo con la máxima que demandaba respeto entre pares del periodismo mexicano: perro no come perro. Y de aquellos días en los que la solidaridad era en automático: quien le pega a un periodista le pega a todos los periodistas.

Hoy, en esas oficinas de prensa donde hay pocos periodistas profesionales, se mantiene esa práctica de pedir a la dirección de un medio de comunicación la cabeza de un reportero por incómodo. La 4T respetuosa de la libertad de expresión.

Así, singular mañanera la de media semana. Miércoles tempranero en Palacio con el formato dispuesto para repetir la cantaleta demagógica desde el poder público, harto conocido cuando un periodista es asesinado, perseguido y amenazado, instalándose en la trinchera del agredido para salvar responsabilidades.

Que no nos confundan, somos diferentes, ¡zafo!, suele decir Su Alteza Serenísima cuando se repiten casos en los que el reportero es el personaje, la víctima. Y esa muletilla “con todo respeto” que es pauta para madrear, descalificar, estigmatizar y luego negar el hecho.

–Con su permiso, señor presidente. Buenos días a todas y a todos–, saludó la licenciada Ana Elizabeth García Vilchis, identificada por la vox populi como la Zarina de la verdad verdadera.

Y adelantó la justificación y el pretexto:

“El gobierno que encabeza el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, garantiza la libertad de expresión y está comprometido con la protección de los periodistas que ven vulnerados sus derechos.

“Desde este espacio, en el Quién es Quién en las Mentiras de la Semana nos solidarizamos con los periodistas amenazados por el crimen organizado con cualquier amenaza o acto de intimidación”.

Y, en serio, no se ría, la licenciada García Vilchis aseguró que “el Gobierno de México está comprometido con la libertad y el derecho a la información. Ya no hay censura ni compra de consciencias por parte del gobierno y se toman medidas para proteger a los periodistas que se encuentren en situación de riesgo como consecuencia de su ejercicio, de su profesión”. No se ría.

Pero, ¿qué cree? Poquito después, Reyna Haydee Ramírez, quien se identificó como reportera independiente y para la Alianza de Medios, dio pauta para el lucimiento retórico y falaz del Duce; de pasada dejó mal parada a la licenciada García Vilchis porque responsabilizó al señorpresidente de ser factor para agredir a los periodistas. Lea usted:

–Presidente, una segunda pregunta y que también tendría que ver con impunidad y seguridad es como lo que ha pasado recién, como ya vimos que ha escalado las amenazas contra medios y periodistas. ¿Usted encuentra alguna relación entre estos hechos que no sólo se…? Bueno, ya lo vimos a una escala de verdad preocupante, pero se dan en todos los estados, en todos los municipios, por gobernantes y por otro tipo de funcionarios menores.

¿Usted encuentra alguna relación de esto que está pasando con el hecho de que desde aquí también usted y ahora con una nueva sección se estigmatice a los periodistas?

–Bueno, eso es lo que dice Krauze y Aguilar Camín (¿sólo ellos?), y pues casi todos los medios, eso es lo que dicen, nos echan la culpa a nosotros de todo.

Está enojado Aguilar Camín y está enojado Krauze porque también eran los predilectos de los gobiernos anteriores, recibían muchísimo dinero para sus publicaciones; entonces ya no reciben y ahora pues nos echan la culpa de todo.

–Pero –atajó Reyna Haydee Ramírez– es que justamente ese es el problema, presidente, que esos personajes, grandes personajes, que siempre han… De ellos o de otros, que han estado siempre cerca del poder y que hoy no lo están, esos son una parte, pero también hay periodistas, los de a pie, los que andamos en la calle, que de alguna manera el hecho de que aquí se hable… Usted ha hecho alguna distinción, sí.

–Sí, siempre—mintió Su Alteza Serenísima.

–En algún momento –replicó Reyna Haydee–, pero no es parejo presidente, porque si usted estigmatiza -usted es el presidente- si usted estigmatiza a unos con razón o sin razón, esto permea hasta abajo.

–Con razón—justificó el Duce.

–Con razón, bueno, con razón –dijo Reyna Haydee–, y sí es con razón en algunos casos, lo sé yo, llega hasta abajo y los alcaldes y los gobernadores siguen haciendo lo mismo, y ahora ya vimos que otros niveles (el crimen organizado) están también entrando a este tema de cuestionar, de atacar.

De por sí usted sabe que el periodismo es una de las, pues ahora de las profesiones más riesgosas que hay en el país y además más impunes, porque los crímenes no se resuelven, o sea, no hay respuestas.

–Pero –respondió el licenciado presidente con una mentira piadosa –hay respeto de parte de nosotros a los periodistas, siempre lo menciono, la diferencia está (o sea) en los dueños de medios, en los que utilizan la libertad de expresión como negocio, los que forman parte de los grupos de intereses creados, los que protegen a corruptos, los que son responsables también en buena medida o tienen parte de responsabilidad de la descomposición social, de la violencia, porque ellos se han beneficiado de la corrupción. Entonces, cómo les vamos a aplaudir.

En serio, en serio eso dijo el Duce López Obrador. Pero, listo como es, compartió responsabilidad:

“Y desde luego la gente sabe muy bien quién es un periodista honesto, cómo no van a saber”, puntualizó Su Alteza Serenísima, en esa idea de que todo el mundo reconoce a un periodista en el Metro, en el transporte público, en la taquería de la esquina, en la fila de desempleados, en las páginas del jet set… y en las de nota roja como víctima de quien se siente con autoridad para meterle un plomazo por incómodo. ¿Quién podrá defendernos de Andrés Manuel? Digo.

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