¡El satélite!, ¡el satélite!
Moisés Sánchez Limón
Ganas de querer quedar bien con el jefe, el mero, mero.
Cada quien con su interés y aspiración; tiempos de vender espejitos en consonancia con el dueño del poder, el panzoncito de los trajes de cashmere.
Por eso…
Una güerita que se dice periodista, en su momento comparó al licenciado presidente con un corredor keniano –los africanos, son buenazos para la maratón– y, ayer, la doctora Sheinbaum, lo ubicó al nivel de Nelson Mandela y Martin Luther King.
Porfis, no se ría.
Porque en esto de las campañas la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, asumiéndose dueña del triunfo electoral del 2 de junio, ofreció lo que su jefe Andrés Manuel no cumplió en su gestión, como otras tantas promesas, entre ellas solucionar el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Veamos.
Ayer miércoles 6 de marzo, en San Luis Potosí, la candidata de sigamos haciendo historia, aunque sea gerundio, en esa tarea mimética de campaña con los dictados del Duce, es decir, retomar ofertas incumplidas en una pretendida idea del segundo piso de la 4T se atrevió a ofrecer…
“El internet gratuito va a ser una realidad. De hecho, ya estamos estudiando porque vamos a poner un satélite mexicano en órbita para hacer realidad el internet gratuito en nuestro país”.
¡Chin, Elon Musk!
Así, los simpatizantes y aplaudidores de la doctora Sheinbaum Pardo y el propio Andrés Manuel podrán exclamar: ¡el satélite!, ¡el satélite! Y todo México con internet. ¡Sopas!
Símil de “¡el avión!, ¡el avión!”, que, a mediados de la década de los 70 del siglo pasado, exclamaba Tattoo, personificado por Hervé Villechaize, que hacía pareja con Ricardo Montalbán, en el papel del señor Roarke, en la serie de televisión La isla de la fantasía.
Símil chévere, como anillo al dedo, primo hermano, porque al ritmo en que transita el cierre de la falaz 4T no hay duda de que se significa como gobierno de la fantasía. Con todo y satélite.
¿Somos felices? Dice el licenciado López Obrador que rete harto y, quizá por eso, al arranque de la mañanera de media semana se declaró “al 100, entero”. Pero…
Poco después su sonrisa fue mueca y se descompuso en imagen de quien es pillado como el Tigre de Santa Julia; no atinaba a responder con coherencia. El rostro descompuesto, el párpado derecho lastimado por el tutupiche. La perrilla, pues.
Y es de que, se le apareció el fantasma de Ayotzinapa, irreverente, encabronado, harto de que le haya mentido.
Sí, en el clímax de una movilización en la que familiares de los 43 estudiantes desaparecidos y escolapios de la escuela normal de Ayotzinapa, con apoyo de una camioneta de la CFE tumbaron la puerta del número 1 de la calle Moneda.
¿Fue tongo? Porque, mire usted, el paso estaba prácticamente franco en esa calle por la que regularmente hay un filtro de militares y nadie pasa sin motivo. Ayer no hubo filtro ni retenes insalvables.
¿Pelea arreglada? Las huestes de Ayotzinapos pasaron sin problema. ¿Para demostrar que no se les reprime y que el licenciado López Obrador los quiere, aunque les haya incumplido en la localización de los 43 estudiantes desaparecidos?
Bueno, bueno, es buen actor. El Santo Niño Fidencio redivivo en el señor presidente estaba molesto porque la protesta escaló el nivel en el que los militares que resguardan la seguridad presidencial y del Palacio, estuvieron a un tris de responder a madrazos, por lo menos, a los encabronados manifestantes.
Lo cierto es que, ya lo conoce usted y sabe que su pecho no es bodega. Así que, cuando a Marta Obeso le dijo que, con todo, las miles de millones de réplicas del hashtag #NarcoPresidente, le han hecho lo que el aire a Juárez, preparaba el terreno para salirse por la tangente y culpar a intereses oscuros de estar atrás del compló.
Y la mañana se le descompuso.
–Presidente, perdón, es que aquí afuera están los padres normalistas de Ayotzinapa, están intentando entrar. Han mencionado —bueno, ya entraron— que rompieron, o algo así, con las puertas.
¿Cuál es el…? Después de tres días de plantón, mencionaban que usted no los había recibido desde septiembre. ¿Qué respuesta les da ahorita que están intentado entrar? Ahorita ya hay varias alertas—le planteó la colega Dalila Escobar, reportera de Proceso..
–Que los va a atender el subsecretario de Gobernación –respondió sorprendido el licenciado presidente y escurrió el bulto.
–¿No usted? ¿No usted, usted directamente?
–No, no –insistió Su Alteza Serenísima y se salió por la tangente:
“Yo estoy analizando y conduciendo todo porque lo que me importa es encontrar a los jóvenes”.
Pero…
Como suele escurrir el bulto, el licenciado cantinfleó y acusó:
“Y ya la actitud, no de los padres, sino de los asesores y de las organizaciones que supuestamente defienden derechos humanos, es una actitud, en el mejor de los casos, política, muy de confrontación en contra nuestra; o sea, de provocación, y nosotros (¿nosotros?) pues no queremos para nada la confrontación.
“Decirles nada más a los padres que estamos dedicados y que estamos avanzando mucho en la investigación, pero lo que sucede es de que ellos están siendo manipulados por el grupo que encabeza Álvarez Icaza, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, grupos conservadores de derecha apoyados por gobierno extranjeros, que lo que quieren es hacernos daño políticamente hablando”.
Y, mire usted, Dalila le inquirió por qué no se reunía con ellos, ahora que lo solicitan desde hace días.
–Sí, porque todavía estamos haciendo investigaciones, nos hace falta. Me voy a reunir con ellos en su momento—repuso nervioso el licenciado presidente y se fue de largo sin asideros de una respuesta formal mas victimizándose.
–¿En caso de que escale este tipo de acciones, jornadas?
–No, no, no va a escalar, no, no, no. Es que lo que quisieran era que… Quisieran que nosotros respondiéramos de manera violenta; no lo vamos a hacer, nosotros no somos represores.
–Ya derribaron una puerta. Y sí hay una situación complicada aquí en la calle de Moneda.
–Sí, pero se va a arreglar la puerta, y no hay ningún problema. Pero lo que quieren es provocar.
–¿Por qué no resguardaron con policías el área?
–Porque se considera que no es tan indispensable—sostuvo Su Alteza Serenísima de plano en otra órbita.
–¿Está usted seguro en Palacio Nacional, presidente?
–Estoy seguro en cualquier parte del país –blofeó. Y volvió al rollo que nadie le cree. O, ¿usted sí?
“A mí me cuida el pueblo, al presidente lo cuida la gente y tengo mi consciencia tranquila”, dijo pero en sus giras suele ofrecer conferencia en instalaciones militares e incluso hospedarse en éstas. Ya no viaja en vuelos comerciales, usa un lujoso jet militar.
¡Ajajá! Pero, qué le parece la confesión de que él pidió al entonces ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, y al Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, se actuara contra el ex gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam. Y no le salgan con que la ley es la ley.
En fin. Le tomó gusto al poder importándole lo que se unta al queso el qué dirán. ¡El satélite!, ¡el satélite! ¡Recáspita, Drakko!
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