Entresemana

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¡Atásquense que hay lodo!

Hoy cumpleaños mi hija Astrid Daniela. ¡Ah, qué orgullo!

Moisés Sánchez Limón

La estrategia propagandística de Andrés Manuel López Obrador y bien aprendida por la Princesa Caramelo cumplió su objetivo. Con creces.

La oposición partidista se desdibujó, fue arrinconada, descalificada, insultada y perdió credibilidad ante la fanaticada y aquellos que se asumen simpatizantes morenos en sus cabales.

Condición similar ocurrió con la prensa en todo el país y la consecuencia con aquellos que, impunes, ordenaron y hasta jalaron el gatillo contra periodistas.

Además, con antecedentes que no abonaron a su favor, los llamados líderes de opinión fueron presa fácil de Su Alteza Serenísima y el equipazo que hizo de las redes sociales una especie de guerrilla informativa y, junto con los mercenarios de la mañanera, cumplió su objetivo.

En los llamados países no alineados de la década de los años 70 y 80, se impartían cursos de propaganda guerrillera. Andrés Manuel aplicó la mecánica de socavar redibilidad en el contrincante.

No descubro el hilo negro. Pero, hay quienes mantienen la convicción de que todo el Poder Judicial está podrido, como machaconamente acusaba el licenciado López Obrador.

Asumen la generalidad y olvidan a los otros niveles en los que la corrupción galopa sin freno. ¿Usted ha escuchado que algún diputado, un senador o ciudadano de a pie demande limpiar a las agencias del Ministerio Público?

¡Ajajá! Pues ahí, junto con el policía deshonesto y asaltante de parroquianos, comienza la corrupción. ¿Le suenan los casos armados en la Fiscalía de la Ciudad de México en tiempos de la abogada Ernestina Godoy?

Sí, el agente del Ministerio Público es el actor principal de la tenebra cuando de joder se trata o atender una recomendación para exculpar a un delincuente, en cualquier foja aparece el yerro que lleva al juez a procesar o liberar.

Cierto, el Poder Judicial de la Federación requería de una profunda reforma constitucional, mas no en los términos en que se armó la iniciativa ordenada, vigilada y aprobada por Andrés Manuel.

Es una barbaridad. Y el oficialismo legislativo se ha servido con la cuchara grande, tanto que pareciera que la mayoría de los diputados federales y senadores son expertos constituyentes, aunque sus conocimientos se reducen a mal leer en tribuna los textos que les elaboran sus asesores.

Hoy martes 5 de noviembre, ocho ministros de los 11 que integran a la Sala Superior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolverán sobre la inconstitucionalidad parcial de la Reforma del Poder Judicial de la Federación.

Pero, de antemano, la doctora presidenta, en un desplante de sabelotodo, adelantó que será inválida la resolución de los ministros. De la postura del cuarteto Fernández Noroña-López Hernández-Monreal Ávila-Gutiérrez Luna, ni qué decir. Son los expertos, dicen…

¡Recáspita, abogados constitucionalistas!

Y, ayer, la Princesa Caramelo pretendió justificar su postura, pero igual se puso en alerta por lo que pueda ocurrir. ¿De qué se enteró?

En papel de docente frente al grupo de primero de secundaria preguntó y respondió:

“¿A quién le corresponden las reformas constitucionales? Al Legislativo, al Constituyente.

“¿Quién es el Constituyente en México? Las dos terceras partes de la mayoría en la Cámara de Diputados, las dos terceras partes de la mayoría en la Cámara de Senadores y la mayoría de los Congresos locales, a ellos les corresponde cambiar la Constitución.

“Eso lo dice claramente la Constitución de la República. Lo que quiere hacer ahora la Corte es legislar, cambiar lo que ya es una resolución del Constituyente, es decir, la Corte se está sobrepasando sobre sus funciones”.

¡Sopas, Noroña!

Lueguito, lueguito, puso frente al atril la previsión.

“Yo no me quiero adelantar. Claro que tenemos un plan que no pone en riesgo nada, tenemos por supuesto un plan, sea que decidan a favor o que decidan en contra”.

¡Ajajá! ¿Un plan C, doctora?

Quizá fue resbalón, porque de inmediato volvió a culpar a los canijos ministros y canijas ministras:

–¿Quién está provocando un problema constitucional?, porque ni siquiera le quiero llamar “crisis”, porque así le llaman nuestros adversarios. ¿Quién lo está provocando? La Corte, porque ahora resulta que la Presidenta de la República, dicen que “está provocando una crisis constitucional”. O sea, ¿cómo? –preguntó y resolvió.

No pos sí. O sea, son los ministros corruptos, son los periodistas chayoteros. Es el Poder Judicial que está podrido, dice el licenciado Andrés Manuel y lo reitera la Princesa Caramelo.

¿Ya nos cargó la tía de las muchachas? La mayoría legislativa advirtió que le importa un pito lo que resuelvan los ministros. Y la doctora presidenta no se sale del guion. ¡Atásquense que hay lodo! ¿Qué sigue, Drakko?

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