Moisés Sánchez Limón
Para los poblanos, sorpresa habría sido que Martha Érika Alonso Hidalgo no cumpliera el sueño de la familia real de apuntalar su poder, adquirido hace poco más de siete años por Rafael Moreno Valle Rosas, cuando buscó y logró ser gobernador del estado de Puebla, apoyado por una alianza de pesos y centavos, en la que el PRD fue compañero de viaje.
Ayer miércoles 24 de enero de 2018, fíjese usted en el cumplimiento de los tiempos de esa democracia vertical practicada en territorio poblano, Martha Érika avanzó rumbo a la entronización como la primera gobernadora de Puebla, una vez que se registró como precandidata, un eufemismo que maquilla este capítulo de los acuerdos palaciegos, del Partido Acción Nacional al máximo cargo de elección popular en aquella entidad.
¿Democracia? ¡Bah! A este grupo liderado por Rafael Moreno Valle Rosas, cuya carrera profesional se nutrió en el extranjero y su ascenso político en linderos del PRI, luego protegido e impulsado por la maestra Elba Esther Gordillo, a quien abandonó cuando ella cayó en desgracia política, le importa un bledo el marco legal electoral.
Porque, mire usted, si en algo se doctoró Rafael fue en el arte de comprar voluntades o, en todo caso, obtenerlas mediante el apremio del ejercicio del poder. Para nadie es un secreto que, desde el primer día de febrero de 2011, cuando rindió protesta como gobernador del estado de Puebla, emprendió la tarea de controlar todo, y todo es todo.
Cumplió las amenazas planteadas en campaña y luego enfatizadas en su mensaje de toma de posesión, de aplicar la ley a su manera, es decir, con la venganza personal, el cobro de facturas políticas, en especial de quienes bajo el amparo de su antecesor, Mario Marín, amasaron fortunas y capitalizaron poder, y le hicieron la guerra en la campaña electoral.
Por eso, llama la atención que uno de sus principales enemigos políticos de aquellos días del inicio de su administración, el entonces alcalde de la capital poblana, Eduardo Rivera, hoy sea su aliado, sí, de Rafael, en esta cruzada en la que prácticamente va en papel de patiño, como aspirante a la presidencia municipal, con Martha Érika investida (pre) candidata de Acción Nacional a la gubernatura.
Mucho de estos acuerdos debe saber el diputado federal Eukid Castañón, operador político de Moreno Valle Rosas y, casualmente, enemigo de Ricardo Anaya. Porque Eukid junto con otros legisladores panistas, federales y locales, integrantes de la corte virreinal, arroparon a Martha Érika en su registro como precandidata
¿Por qué no estuvo Rafael Moreno Valle Rosas en esta importantísima ceremonia en la que su esposa emprende la ruta del poder? Sus motivos tendrá, pero esta imagen en la que Martha Érika aparece en medio de los reflectores, con la sonrisa plena de satisfacción personal, será la misma que el 1 de julio tendrá por la noche cuando –¡sopas!—se sepa que arrasó en las urnas a su principal contendiente por el PRI –¿Jorge Estefan Chidiac?–.
Serán esa noche del 1 de julio y la mañana del 1 de febrero de 2019, ésta cuando rinda protesta como primera gobernadora de Puebla, los momentos culminantes de esa carrera que Rafael Moreno Valle Rosas inició, con un grupo cerrado y absolutamente leal, para hacer del estado de Puebla su reino, la hacienda personal.
Interesante y aleccionadora esta democracia a la poblana que el PAN asume como propia, una vez que el (pre) candidato presidencial Ricardo Anaya llegó a un acuerdo con Moreno Valle Rosas, para que éste se bajara de la contienda, en la que realmente nunca tuvo la posibilidad de obtener la nominación albiazul, o del Frente, a la Presidencia de la República.
Martha Érika Alonso Hidalgo será la candidata de esta sui generis mezcla ideológica, integrada por el PRD, el PAN, Movimiento Ciudadano (MC), Compromiso por Puebla (CPP) y Pacto Social de Integración (PSI). Y, ¿por qué no?, también del PES.
Pero, en estricto sentido, es la candidata de los intereses movidos y financiados por su marido, quien con ello consolida un cacicazgo. ¿La Presidencia de la República? Ya la buscará en otra ocasión. Por de pronto, Rafael se conformará con aparecer, en público, como el príncipe consorte. ¿Se conformará? Digo.
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@msanchezlimon