Epistolario

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La muerte también se cansa

Armando Rojas Arévalo

Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: «Ven».

Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte,

y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra,

 para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.

Ap. 6,7-83

ENRRICA: Publiqué en mi página de facebook, que en Cuernavaca la muerte ronda las calles día y noche. Muchos respondieron que eso ocurre en todo el país, y otros, los menos, se preguntaron si no tengo en casa sistema de vigilancia. A estos les respondo con otra pregunta: ¿Es necesario que los mexicanos tengamos sistemas de alarmas en nuestras casas, para sentirnos seguros? ¡Esos sistemas no son gratis, cuestan! ¿Y en la calle? ¿Cómo protegernos en la calle?

El viernes en Cuernavaca, una actuaria fue asesinada de tres balazos en la cabeza por dos sujetos en motocicleta, a plena luz del día. La servidora pública iba a entregar un requerimiento. El valor de la vida de un ser humano es para los sicarios, mal paridos, similar al valor de la vida de una cucaracha. ¡Nada!

Este fin de semana, el mapa siguió tiñéndose de sangre.

Balacera en Saltillo deja un saldo 9 muertos. Un autobús cae al barranco en Zacatecas, 11 muertos. Dos asesinados a bordo de un taxi en Acayucan, cerquita de donde el sábado anduvo LO. En Chihuahua, cinco muertos. En Oaxaca, ciudad, cinco muertos. En Michoacán mataron a un jefe policial de Zamora, lo mismo le pasó al jefe policíaco de Acatzingo, Puebla.  Seis muertos en Guadalajara.

La muerte ha de estar ya fatigada con tantos ejecutados. Su misión es llevarse cada día a enfermos y no enfermos, de acuerdo con la lista que carga en las alforjas, pero no así, sin control. No hay que ser gachos.

Avisa de muchas maneras. Por ejemplo, en Chiapas a través de San Pascualito que recorre las calles por las noches con un carretón cuyas ruedas rechinan. Sólo el que escucha el ruido estridente sabe que va a morir.

Cuenta la leyenda que a uno de los prelados de la Catedral de Guadalajara, Doctor FRANCISCO ARIAS, estando sentado en el coro escuchó tres toquecitos en la banca donde se encontraba. Alguien le recomendó que mejor se preparaba para su muerte. Tres días después entregó su alma.

En los pueblos rurales se habla de que cuando el búho canta, “el indio muere”. En Centroamérica existe “La Tisigûa”, una mujer hermosa que emerge de las aguas de los ríos para llevarse a quien se enamora de ella al verla. Fácil distinguirla: tiene los pies al revés. Muchas leyendas.

Lo que estamos viviendo, mejor dicho, sufriendo, rebasa a la ficción. Por eso digo que la muerte ha de estar ya fatigada.

Empecé en el periodismo hace más de 50 años cubriendo la “fuente” de nota roja: Hospitales de traumatología, delegaciones de policía, anfiteatros, bomberos, etcétera. No era sencillo. Había que recorrer de madrugada todos esos lugares y preguntar al ministerio público de guardia, qué había, y escribir la información más tarde en la redacción del Diario de la Tarde, el vespertino de Novedades.

Antes de ir a la redacción, me reunía con algunos compañeros de otros periódicos para intercambiar la “cosecha”. En especial si la noche anterior no había muertitos. VILLALVAZO (Ultimas Noticias), SANTA MARÍA (Sol del Mediodía) y PONCE ADAME (Gráfico) nos reuníamos en el café de chinos de la calle Morelos casi esquina con Humboldt, muy cerca de donde ahora está el diario Milenio, a hacer el recuento de nuestros recorridos. Cuando no había muertitos –así decíamos- era una auténtica pesadilla. Más, cuando pasaban dos o tres días y no había.

Las madrugadas se esfumaban entre las notas de nuestras libretas, y sin muertos el día era considerado ídem, muerto. No había nota. Entonces había que “volar”. Que si a un borracho lo atropelló un veloz auto no identificado, lo recogió una ambulancia y se lo llevó al hospital de la Cruz Verde y al momento de cerrar la edición no había datos concretos. Que al gay lo asaltaron y violaron después de darle soberana golpiza. Etcétera.

La cuestión es que los hechos violentos con muertos escaseaban. Uno tenía que inventar fiestas con balazos o triángulos amorosos con víctimas no identificadas. Los muertos se daban a desear.

Hoy ocurre todo lo contrario. Agarras un periódico y terminas con las manos ensangrentadas. Si fuera hoy reportero de policía ya habría pedido cambio de fuente, tal vez a las religiosas. Las horas del día no serían suficientes para escribir de las jornadas violentas. Se acabó la ficción. La realidad rebasó a la imaginación.

Si la muerte sintiera, ya se habría retirado cansada con todo y guadaña en ristre.

La gente sale a la calle rogando a Dios regresar con bien a casa. No sólo en Cuernavaca, sino en todo el país.

Así estamos.

DE OTRA COSA, sin duda, MARÍA DE LOS ÁNGELES MORENO fue una profesional de la política, inteligente, honesta y prudente. Su ausencia se sentirá, especialmente en el PRI, donde era guía.

Al inhabilitar a ODEBRECHT para que por lo menos en un año no vuelva a hacer negocios en México, AMLO “castigó” a la vaca, pero no a los que le agarraron la pata. Así qué chiste.

#seguimoshablando es el hashtag que el día 3 de mayo –Día de la Libertad Internacional de Prensa- se hará viral, en memoria de los periodistas mexicanos que han sido asesinados o desaparecidos. Yo digo, como muchos, que no es matando periodistas como se va a acabar la libertad de expresión, por lo contrario. LA LIBERTAD DE PRENSA QUE VOS QUEREIS MATAR, ¡GOZA DE CABAL SALUD!

armandorojasarevalo|@gmail.com