Estancamiento y entorno fiscal complicado

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  • Preocupa insostenibilidad de finanzas
  • Desbalance: Más gasto que ingresos
  • Discurso optimista de los otros datos

Agustín Vargas *

El dato de la actividad económica de abril pasado, con un mínimo crecimiento de apenas 0.1% en comparación con marzo, refleja que la economía está prácticamente estancada, situación que podría alargarse durante todo lo que resta del año y el 2025.

En este entorno de pírrico crecimiento, la principal preocupación del próximo gobierno podría ser la insostenibilidad de las finanzas públicas y la escasez de fuentes de financiamiento, a menos, claro, que de nueva cuenta se recurra al endeudamiento como ha ocurrido durante este sexenio.

El cúmulo de compromisos contraídos con cargo al presupuesto, pero sin fondeo propio durante la actual administración es la razón por la que debería preocuparte el gobierno entrante. No obstante, hasta ahora el discurso de las autoridades resalta la salud financiera del sector público, su eficiencia recaudatoria, una asignación adecuada de los recursos públicos y la no contratación adicional de deuda, lo cual es cuestionable desde el punto de vista de los especialistas.

Si bien es cierto que, considerando la estimación preliminar de los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) 2025, los ingresos del sector público habrán aumentado 9.6% en términos reales a lo largo del sexenio, impulsados en buena medida por el incremento de 21.9% en la recaudación tributaria resultado de la política recaudatoria instrumentada por el SAT, es evidente que la política de gasto ha reportado aumentos mayores, generando un desbalance importante para el 2024.

Esto refleja la insuficiencia de las fuentes de recursos que ha caracterizado no sólo a este gobierno, y genera una situación deficitaria que podría extenderse por algunos años más.

Gasto y deuda, desbalance

Por el lado del gasto, la creación de un importante número de programas asistenciales y proyectos poco o nada rentables social y económicamente, con el objetivo principal de mantener la preferencia de la población, demandó una notoria cantidad de recursos. A lo largo del sexenio el gasto total habrá aumentado 23.2% en términos reales, cuando un sexenio antes lo hizo en 8.4%.

Esta situación propició que ejercicio tras ejercicio fiscal del sexenio se reportaran déficits cada vez mayores a tal grado que para 2024, último año de gobierno, se prevé un déficit total, considerando el concepto de Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), de casi dos billones de pesos, históricamente el más elevado. Durante todo el sexenio se habrá acumulado un déficit total de 7.1 billones de pesos, poco más del doble de lo acumulado en el periodo previo.

Al respecto el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado destaca que, obviamente, esto se reflejó en la necesidad de mayores recursos, de tal manera que la fuente principal para hacer frente a estos desequilibrios fue la contratación de deuda.

La estimación oficial anticipa que al cierre del sexenio el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), el concepto de deuda pública más amplio será de 17 billones de pesos, 6.5 billones más que el sexenio pasado, cuando la deuda total aumentó en 4.7 billones. Evidentemente la duda pública si creció significativamente en el sexenio.

Para 2025 la estimación preliminar considera un ajuste importante en el gasto público, una disminución real de 8.8%, lo que en principio parece buena noticia tras el excesivo gasto en años anteriores. Sin embargo, más allá de un ajuste realmente planeado, esto responde principalmente a la terminación de los proyectos insignia del gobierno.

El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O., señaló que “no hay una caída de gasto de un año para otro, sino hay una normalización sin que esa normalización sacrifique niveles de gasto, que son tendenciales”.

El hecho es que a pesar de que ya no habrá recursos para los proyectos insignia como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), los programas prioritarios permanecen y se estima que para 2025 tendrán un costo total de 1.3 billones de pesos, una quinta parte del gasto programable total.

Sin embargo, la disponibilidad de recursos que implica esta situación no significa que se canalicen a proyectos que incentiven el crecimiento, como debería ser. La necesidad de recursos para los sectores de salud, educación, seguridad son tan importantes o más como cualquier proyecto de infraestructura, toda vez que se relacionan directamente con el bienestar de los hogares y con la productividad y competitividad del país.

Planear para los siguientes años será complicado aun cuando se mantenga el partido actual en el poder. Su discurso optimista y de escenarios que se apoyan en otros datos pueden seguir generando un ambiente de excesivo optimismo.

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*Periodista, director de la Revista Hábitat Mx