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La noche de los generales, su “comandanta suprema” será una mujer

Norberto Vázquez

Durante todo este sexenio los generales obtuvieron todo. Grandes cosas. Controlan puertos, aduanas, son dueños de aeropuertos, hoteles de lujo, líneas de tren, venden servicios de construcción de obras públicas. Suplieron a la oligarquía que contrataba el Estado. Son los nuevos Beverly Hills (no de Peralvillo) de la Sedena y de la Marina.

Ahora controlan todo con aires de constitucionalidad. Todo por cortesía del presidente López Obrador quien hizo de las Fuerzas Armadas su vehículo favorito para cruzar su mandato en seis años. Los generales todopoderosos tendrán ahora que negociar con una presidenta.

El Ejército mexicano se creó en 1913. Las mujeres ingresaron primero a la Escuela Militar de Enfermeras, con el paso del tiempo, se abrieron espacios en las Escuelas Médico Militar, de Odontología, Militar de Ingenieros, de Guerra, en el Heroico Colegio Militar y en el Colegio del Aire.

Un dato: en 2019, Karen Vanesa Velázquez Ruíz se convirtió en la primera mujer en volar un avión de combate F5 ultrasónico, el más veloz de la fuerza aérea mexicana.

En la actualidad, existen 25 mil 495 mujeres (11.9%) y 188 mil 762 hombres (88.1%) en el Ejército y Fuerza Aérea.

General Brigadier es la posición más alta en la que hoy en día participan las mujeres en el Ejército y Fuerzas Aérea Mexicano. Una cuarta parte de las mujeres en el Ejército se ubican en el grado más bajo de la jerarquía militar.

La incorporación de la mujer en el ejército es aún muy reciente, el requisito del tiempo complejiza el ascenso, por esto la importancia de impulsar acciones afirmativas, que se reduzcan en atender las diferencias de género existes para el ascenso de las mujeres en el Ejército.

Por su parte, la Secretaría de Marina tiene su origen en 1940, las mujeres participación desde su creación, en el Servicio de Sanidad Naval.

Sin embargo, fue hasta el año 2010 cuando finalmente las mujeres se incorporaron a las unidades de Infantería de Marina para la consolidación de la paz del país y apoyo a la población.

La Secretaría de Marina reporta un total de 64 mil 866 personas, de las cuales, 11 mil 029 eran mujeres (17%) y 53 mil 837 hombres (83%).

En marzo del presente año, la Cámara de Diputados aprobó una reforma a la Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos que posibilita que la Secretaría de la Defensa Nacional pueda ser encabezada por una mujer, “haciendo efectivo el principio de equidad de género en la cúspide de nuestras fuerzas armadas”.

Se modificó el artículo 16 de ese ordenamiento, en el que se señala “El Alto Mando del Ejército y Fuerza Aérea lo ejercerá la persona titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, el cual será un o una General de División del Ejército en el servicio activo, hija o hijo de padres mexicanos”.

Bueno, lo cierto es que no fue necesaria esta modificación. Sheinbaum gobernará bajo una militarización heredada, con la que ya ha hecho las paces de antemano. De cualquier forma, será la “comandanta suprema” de la Fuerzas Armadas.

El pasado 19 de febrero, Día del Ejército Mexicano, conmemoración que antes carecía de importancia, Sheinbaum expresó su “reconocimiento a nuestras fuerzas armadas” y su “agradecimiento por toda la labor de ayuda que desempeñan en casos de desastre, desarrollo social y en la construcción de infraestructura”. Ya se veía venir que la mesa estaba puesta.

Desde el punto de vista sociológico, las Fuerzas Armadas son instituciones militares que son inherentemente patriarcales. Sus valores militares tienen que ver con la verticalidad, la disciplina militar y la obediencia. Todos, valores inherentemente machistas, pero el hecho de que una mujer sea la nueva comandante suprema de las Fuerzas Armadas realmente no le veo que necesariamente alguno de estos valores, vayan a cambiar o tenga un giro distinto. Las reglas castrenses, son reglas. A ver como pinta la relación de los generales con la virtual presidenta. Ese sí que es un hecho histórico.