De Salinas a AMLO, México y el Vaticano
Norberto Vázquez
El Banco Vaticano, administra 64 mil millones de activos en nombre de sus 14 mil 960 clientes registrados hasta 2016, según su último informe anual
Para Antonia Mercado Rosales, mi madre
Con millones de católicos y una gran partida presupuestaria que va a las arcas del Vaticano producto de las limosnas de los fieles, México es uno de los países más importantes para la Santa Sede. Este año, se cumplen 30 años del restablecimiento de relaciones diplomáticas.
En esta ocasión el canciller Marcelo Ebrard y el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano, se encargaron de poner un hilo de comunicación a lo iniciado en la administración de Carlos Salinas: el restablecimiento de las relaciones bilaterales entre ambos Estados.
Y es que los vínculos de México con la Santa Sede son especiales y distintos a los que mantiene nuestro país con la mayoría de los Estados u organizaciones; ya que además de contribuir al entendimiento bilateral, involucra principios internacionales y tradiciones de la sociedad mexicana.
La iglesia católica tiene 1,285 millones de clientes que representan el 17.7 por ciento de la población total del planeta. Por país, México es el segundo cliente más importante al contar con 110.9 millones de católicos, sólo por debajo de Brasil que ocupa el primer lugar con 172.2 millones, de acuerdo con el Anuario Pontificio de 2017.
El Banco Vaticano, administra 64 mil millones de activos en nombre de sus 14 mil 960 clientes registrados hasta 2016, según su último informe anual. Aquí en México, las asociaciones religiosas en México se toparon con el Servicio de Administración Tributaria (SAT) a la que deberán entregarle su contabilidad electrónica. Si no lo hacen serán sujetos de auditoría. No pagan impuestos por las limosnas o los servicios religiosos que sí cobran, sino por rifas, ventas de artículos religiosos. La gente del SAT quiere saber cuánto efectivo circula por ahí, que es su obligación.
La relación de la Iglesia Católica y el Estado mexicano, que transcurrió por varias etapas históricas, pasando de la confrontación a un proceso de distensión, finalmente llegó a una época de colaboración respetuosa.
Cabe recordar, que las relaciones diplomáticas entre el México moderno y la Santa Sede se establecieron en 1992, luego de que las reformas al artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la entrada en vigor de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Publica. En ese mismo año, reconocieron la personalidad jurídica de las iglesias y asociaciones religiosas.
Esto tardo, pues aun ya casi finalizando el siglo XX, aun se tenía la resaca de la Guerra Cristera de los años 20. Tuvo que haber un largo proceso de acercamiento, que tiene por antecedente los diversos contactos que se establecieron entre la jerarquía católica y el Gobierno mexicano; particularmente, los cuatro importantes encuentros que se llevaron a cabo entre tres presidentes de México y dos pontífices.
El primero de ellos tuvo lugar en febrero de 1974, cuando el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, visitó al papa Pablo VI con el propósito de agradecer su apoyo para la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados.
Unos años después, el presidente José López Portillo recibió personalmente al papa Juan Pablo II en el aeropuerto de la Ciudad de México y en la residencia oficial de Los Pinos, en el curso de la primera estancia pastoral del Pontífice en México, en enero de 1979; y el presidente Carlos Salinas de Gortari le concedió un tratamiento especial cuando Juan Pablo II regreso a nuestro país en mayo de 1990.
Por último, el cuatro encuentro se efectuó en el Vaticano, durante la gira que el presidente Salinas llevó a cabo por Europa en julio de 1991.
De manera reciente, hubo un encuentro para conmemorar las relaciones bilaterales, donde el canciller Marcelo Ebrard dijo que a México y el Vaticano los une importantes temas en el ámbito internacional.
Incluso le agradeció el respaldo al Cardenal Parolin, así como a otros dignatarios de la Iglesia por haber garantizado el acceso universal a vacunas, a medicamentos, y a tratamientos en el seno de la Organización de las Naciones Unidas.
Por su parte, el Cardenal Pietro Parolin recordó que la Iglesia católica siempre ha sido muy clara en distinguir que los ámbitos de lo religioso y lo político son distintos. Dijo que no se pueden mezclar, cada uno tiene su ámbito de acción, su ámbito de competencias y de acercamiento.
México históricamente ha sido católico. Ya son tres décadas de acercamientos, de integración. Lo dicho, la Iglesia mundial aun contextualiza con la versión política mexicana…sobre todo por las limosnas.