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Migración centroamericana…lo que no se dice

Norberto Vázquez

Los migrantes centroamericanos sufren violencia, por lo menos, tres veces, una vez en su país de origen, otra en el país de tránsito y una más en su destino final.

Las pláticas trilaterales México, Estados Unidos y Canadá, simplemente quedarán en eso. En simples charlas. Son aspiracionistas, lo que es un pecado para los regímenes gobernantes de la región, incluido el de México. Gobiernos rancios, y mal planeados, que generan la migración. Un grave problema social-regional, que no se ve fin ni en el mediano ni largo plazo.

Los centroamericanos se han visto forzados a emprender el viaje hacia países del norte debido a los problemas vividos en sus países de origen, especialmente la incapacidad de sus gobiernos para salvaguardar sus vidas.

Enfrentan numerosos retos como la violencia y los abusos, principalmente contra las mujeres y niños, a lo largo de las rutas que utilizan para huir de la muerte.

Lo peor: los migrantes también enfrentan el desinterés de los países de destino en ofrecerles la protección internacional que tanto necesitan. En pocas palabras, los migrantes centroamericanos sufren violencia, por lo menos, tres veces, una vez en su país de origen, otra en el país de tránsito y una más en su destino final.

Pero esto, que le interesa a los regímenes tercer mundistas.

En su país de origen existe violencia generalizada, conflictos armados y violación masiva de los derechos humanos. De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) las tasas de feminicidios en los países del Triángulo del Norte de América Central (TNAC), que está compuesto por Guatemala, Honduras y El Salvador, son las mayores de América Latina, concentrando 87% de los casos ocurridos en 2019.

Asimismo, sufren violencia en el país de tránsito o destino, por la discriminación, los abusos, el engaño o por la violencia física, sexual, moral, psicológica y patrimonial.

Pero no lo hacen por gusto, las fuertes crisis económicas, la falta de desarrollo económico sostenible, el desempleo, los bajos salarios, el encarecimiento de la canasta básica o cuestiones ambientales, son los factores que obligan a estas personas a dejar sus países en búsqueda de mejores condiciones de vida.

Un ejemplo es El Salvador. Para el año 2000, las salidas de los ciudadanos de ese país han sido originadas por la inseguridad que les genera la presencia de bandas delictivas organizadas internacionalmente, entre ellas, la mara salvatrucha.

Por estas causas, los migrantes centroamericanos solicitan refugio a los Estados Unidos y México. Sin embargo, esta situación ha llamado la atención en el ámbito del Derecho Internacional de los Refugiados, pues encontrar una salida a estos es tan urgente como en las crisis migratorias vividas en otras partes del mundo.

En México, hay que decirlo, los extranjeros sin documentos migratorios pagan su derecho de paso tanto a criminales como a oficiales del Instituto Nacional de Migración para logran superar los obstáculos que representan los controles migratorios.

Los discursos de los políticos son simplemente huecos en este gravísimo problema social. El desplazamiento de personas se ve impulsado por el crimen organizado y el aumento de redes ilícitas transnacionales, y, por otro, ha sido fortalecido por la persistente inacción de los gobiernos locales para enfrentar las causas de la migración forzada.

Pasan décadas y las administraciones del Tercer Mundo siguen tropezando con la misma piedra. Parece que estos gobiernos son conniventes con las causas de la migración forzada o que, en la mejor de las hipótesis, tienen poca fuerza estatal de policía para cohibir la actuación de los narcotraficantes y del crimen organizado.
AMLO, Biden y Trudeau han de tener claro que la migración centroamericana indocumentada mantiene un crecimiento constante debido, en su mayoría, a la precaria condición económica de los países que vive esta región.

Y que en su tránsito, estas personas que emprenden el trayecto a la Unión Americana no siguen una sola ruta sino que se observa una diversificación de flujos y caminos en los que, lamentablemente, encuentran abusos por parte de delincuentes, de autoridades migratorias y de elementos de seguridad pública. Un mundo raro, ¿no le parece?