Se extravía la vocación del INAI
Norberto Vázquez
La fórmula es sencilla y se ha venido ejecutando. El discurso presidencial que continuamente descalifica o minimiza la labor del Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos (INAI) contribuye a que haya medidas disuasivas, como pagar por formatos innecesarios o esperar periodos más largos para acceder a la información o de plano no llega nunca.
Es pocas palabras, bajo el argumento del presidente López Obrador de hacer de menos la transparencia, las dependencias de gobierno se están volviendo “cínicas” en cuanto a dar una respuesta o entregar la información.
Inexistencia de la información, fotocopias onerosas, pagas formatos de envío los cuales nunca llegan, y así, todo un compendio que está comenzando a desalentar a aquellos que tenemos años usando la transparencia para informar a los ciudadanos.
Pero hay que tener cuidado, si desaparece el INAI se perdería un contrapeso importante frente al gobierno en materia de acceso a la información y se afectaría la imparcialidad y objetividad de las resoluciones especialmente en los casos altamente politizados, ya que hay riesgo de que el gobierno sea juez y parte en la controversia por derecho a la información.
Además se tiraría a la basura, todo los antecedentes más importantes de la fundación del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) que se remonta al año 2001, cuando el Grupo Oaxaca, un movimiento conformado por académicos y activistas por la libertad de expresión, comenzó su lucha por el derecho al saber.
Aún recuerdo cuando iniciaba en el oficio, y escuchaba las pláticas de los compañeros reporteros integrantes de la Fraternidad de Reporteros cuando colaboraban con un decálogo de acciones que desembocó en la redacción y negociación del anteproyecto en San Lázaro de lo que más adelante se transformó en la primer Ley Federal de Transparencia.
Hoy el acceso a la información en el país ha ido en retroceso. Las respuestas de solicitudes de información hechas al gobierno federal tienen huecos y cada vez es más difícil lograr avances porque los poderes del gobierno, amparados en el discurso presidencial que continuamente descalifica la labor del Instituto de Transparencia, abusan cada vez más de la “inexistencia de la información”.
Así a 23 años de que surgió el primer organismo encargado de obligar a todas las dependencias federales de México a transparentar el uso de sus recursos, así como el qué, el cómo y el porqué de sus acciones.
En estos momentos, sin dudas, hay una evidente crisis en los procesos de acceso a la información por parte del instituto, de las dependencias del gobierno, ya no digamos las recurrentes fallas en la Plataforma Nacional de Transparencia.
Y si a esto le agregamos el efecto de las descalificaciones de AMLO sobre el instituto, es urgente que se requiere de una determinación por parte de los comisionados, estos han permitido que sus resoluciones sean ignoradas por las diversas dependencias de gobierno.
A pesar de los logros en materia de transparencia y acceso a la información hasta ahora alcanzados, hay mucho espacio para la mejora del INAI, entre los cuales destacan fomentar la autonomía y capacidad de agencia propia de los organismos locales en pro de la descentralización, continuar con la profesionalización del instituto y promover la cultura del conocimiento y ejercicio de este derecho.
Se requiere un esfuerzo coordinado entre muchos actores sociales para ir sentando una cultura política colectiva y el entendimiento de que el uso de este derecho, nos va a permitir conocer más sobre cómo se gobierna, para denunciar actos de corrupción, promover la rendición de cuentas y vigilar a nuestros gobernantes.
El gran reto es hacer prevalecer el derecho de acceso a la información pública, que no se vuelva una especie de sector sin importancia a los que suele golpear, el gobierno de la 4T. Pero de paso que los comisionados y el instituto no se resignen a solo difundir boletines de que no se entregó la información.