Berlín.- El líder conservador alemán Friedrich Merz no obtuvo el martes suficientes votos parlamentarios para convertirse en canciller, un duro golpe que ha vuelto a desestabilizar la política de la mayor economía de Europa.
Merz, de 69 años, que llevó a los conservadores de la CDU/CSU a la victoria en las elecciones federales de febrero y firmó un acuerdo de coalición con los socialdemócratas (SPD), de centroizquierda, obtuvo solo 310 votos en la votación secreta en la Cámara Baja, el Bundestag, a seis de la mayoría absoluta. Al menos 18 diputados de la coalición no lo apoyaron.
Aunque no se trata de un revés letal, , el fracaso de Merz a la hora de obtener el respaldo parlamentario a las primeras de cambio es un hecho inédito en Alemania desde la posguerra y un bochorno para un hombre que ha prometido reactivar el crecimiento económico en un momento de turbulencias mundiales.
Lo más inmediato es que pone en duda los viajes que Merz tenía previstos a Francia y Polonia el miércoles como nuevo canciller. Nueve parlamentarios se abstuvieron, mientras que 307 votaron en contra de Merz, dijo la presidenta del Bundestag, Julia Klöckner.
Merz, visiblemente conmocionado, se levantó para hablar con sus colegas. El lunes, miembros del partido habían expresado su confianza en que obtendría la mayoría. Klöckner levantó la sesión parlamentaria para que los partidos decidieran cómo proceder. Es poco probable que se celebre otra votación el martes.
“Se trata de un hecho negativo importante. Es probable que (Merz) salga elegido, pero esto demuestra que la coalición no está unida, lo que podría debilitar su capacidad para aplicar medidas”, dijo Holger Schmieding, economista jefe de Berenberg, en Londres.
Las acciones alemanas prolongaban su caída desde niveles casi récord y los rendimientos de los bonos bajaban. Tras las elecciones de febrero, Merz había conseguido una legislación para un enorme programa de endeudamiento centrado en defensa e infraestructuras. Sin embargo, algunos de sus partidarios se mostraron descontentos con la relajación de los límites de endeudamiento.
«El Gobierno aún tiene que convencer a sus propios partidarios de que será capaz de cumplir lo prometido”, afirmó Carsten Brzeski, responsable mundial de investigación macroeconómica, economista jefe para la zona euro de ING y economista jefe de ING Alemania.
“El fracaso de la votación es claramente una señal de que no todos en la CDU están de acuerdo con el giro fiscal”. El Bundestag tiene ahora 14 días para elegir a Merz o a otro canciller.
“El hecho de que Merz haya fracasado ahora en la primera ronda de votaciones envía una señal devastadora a la sociedad y a la economía: las filas no están unidas”, dijo Jens Südekum, del Instituto de Economía de la Competencia de Düsseldorf.
Los conservadores de Merz ganaron las elecciones de febrero con el 28.5% de los votos, lo que les deja en la necesidad de al menos un socio para formar un gobierno mayoritario. El lunes firmaron un acuerdo de coalición con el SPD, que solo obtuvo el 16.4%, y prometieron reformar Alemania.
Pero ambos partidos han perdido apoyo desde sus ya desalentadores resultados de febrero, en los que la ultraderechista Alternativa para Alemania quedó segunda y que encabeza algunas encuestas recientes.
“El fracaso de Merz en la primera vuelta ensombrece el futuro de la coalición”, afirma Philipp Köker, politólogo de la Universidad de Hannover.
“Aunque espero que salga elegido en la segunda vuelta, la relación entre los partidos se verá gravemente dañada por ello y (exacerbará) los conflictos que ya bullen bajo la superficie.”
Alemania no ha tenido un gobierno mayoritario desde el colapso de la coalición tripartita liderada por el SPD de Olaf Scholz el pasado noviembre, y ya se enfrenta a una serie de vientos en contra.
Una guerra comercial mundial desencadenada por los radicales aranceles a la importación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza con provocar un tercer año de recesión en una economía que está teniendo que replantearse su modelo de negocio.
Mientras tanto, Trump ha debilitado el compromiso de Estados Unidos con la alianza de defensa de la OTAN, lo que ha llevado a Europa a apresurarse a aumentar el gasto en defensa para poder asumir una mayor parte de la carga.