La Reforma Fiscal que se avecina

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  • Miscelánea con alcance limitado
  • Alternativas de recaudación

Agustín Vargas*

Si bien en los últimos meses ha mejorado el panorama de recuperación de la actividad económica en México para 2021 y 2022, aún persisten riesgos significativos asociados con el control de la pandemia y la debilidad de la demanda interna, principalmente el consumo.

Además, se sigue estimando que el crecimiento de mediano plazo será más modesto que el observado durante la década pasada, ahora de sólo 2% anual.

Debido a que el crecimiento potencial de la economía está vinculado a la inversión en capital físico y humano que se realiza en el presente y que ésta ha observado un debilitamiento continuo en los años recientes, cada vez es más urgente generar condiciones que impulsen significativamente la productividad y la inversión en el país.

De ahí que en las últimas semanas se ha mencionado la necesidad de acelerar una reforma fiscal, capaz de generar mayores recursos que permitan financiar, básicamente las obras de infraestructura emblemáticas del gobierno federal, los programas sociales y, si acaso, impulsar el crecimiento de la economía.

En opinión de diversos especialistas, los ingresos potenciales de una reforma fiscal apenas compensarían las presiones de gasto y a lo mucho, afirman, se estaría diseñando una miscelánea tributaria. Es decir, la eventual reforma no consideraría cambios de fondo.

El escepticismo sobre los cambios fiscales no es para menos, pues las comunicaciones recientes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, aún a cargo de Arturo Herrera, que han delineado el contenido de la posible reforma confirman las expectativas de los analistas con respecto al alcance limitado de los posibles cambios en la legislación tributaria.

Entre los principales puntos sobre los cuales el gobierno se ha pronunciado, destacan no aumentar las tasas impositivas, combatir la evasión fiscal, eliminar trámites burocráticos, mejorar la eficiencia en la recaudación y reducir los “gastos fiscales”.

Otros cambios podrían incluir la eliminación o limitación de las deducciones, presiones a los gobiernos locales para que recauden sus propios impuestos y modificaciones a los impuestos ambientales o en el IEPS sobre combustibles. Estas medidas podrían implicar ingresos adicionales por hasta 1.5% del PIB para 2024, cifra que parece insuficiente para cubrir por completo las crecientes presiones de gasto.

En 2018, los ingresos tributarios mexicanos ascendieron a 16.2 % del PIB, los más bajos entre los miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), de cual México forma parte.

Además, la recaudación representó menos de la mitad del promedio de la Organización y 29.7 puntos porcentuales menos que Francia, el país con mayores ingresos. México permanece rezagado en términos de crecimiento económico, inclusión y combate a la pobreza.

Incrementar el ISR

México cuenta con una de las tasas marginales máxima más bajas dentro de los países de la OCDE; esto, aunado a que el nivel de ingresos requerido para tributar en la tasa más alta es muy elevado, ocasiona que la recaudación de ISR a personas físicas sea baja, comparada con otros países.

Incrementar la tasa para los deciles más altos de la población, así como implementar medidas en los gastos fiscales para que beneficien en mayor medida a los deciles de menores ingresos, incrementaría la recaudación en 0.1% del PIB y haría más progresivo el sistema fiscal, según especialistas.

Recientemente el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) Héctor Juan Villarreal Páez, dio a conocer algunas sugerencias para ser consideradas en la reforma fiscal. Entre las consideraciones para incrementar los ingresos por concepto del Impuesto Sobre la Renta a las empresas o personales morales se encuentran limitar los gastos fiscales, combatir la evasión y reducir los costos del cumplimiento.

Sugiere la imposición de un “recargo” temporal a los corporativos con ingresos mayores a 500 millones de pesos anuales equivalente a 5% del ISR empresarial correspondiente, lo cual generaría ingresos adicionales por 0.1% del PIB.

Asimismo, la implementación de un impuesto mínimo global a las grandes empresas y el combate a la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios aportaría hasta 0.3% del PIB en forma de impuestos.

Alternativas recaudatorias

El CIEP sostiene que es necesario considerar alternativas como los impuestos a las Emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI), al patrimonio y a la capitalización de mercado de las empresas.

Se estima que establecer un impuesto al carbono de $58.38 pesos por tonelada de CO2 equivalente, con incrementos nominales de 20% por año, lograría una recaudación de 44 mil 130 mdp en 2022. En 10 años, la recaudación por este concepto sería de 166 mil 498 mdp reales.

Por otra parte, se plantean dos escenarios de un impuesto al patrimonio, uno plano, que aplica la misma tasa a toda la población sujeta al impuesto, y otro progresivo, que consiste en aplicar diferentes tasas según el patrimonio.

Gravando el patrimonio neto mayor a 20 mdp se calcula que la recaudación ascendería a 50 mil 992 mdp, en el escenario plano, y a 67 mil 592 mdp en el escenario progresivo. De igual forma, al implementarse un impuesto a la capitalización de mercado de las empresas a una tasa de 0.2% anual, sólo para empresas nacionales listadas en la Bolsa de Valores, se generaría una recaudación de 0.1% del PIB.

Propuestas de reforma tributaria hay muchas y hemos visto que a lo largo de los años la insuficiencia de recursos para el financiamiento del presupuesto federal y la obra pública es la constante de cada sexenio. Lo que sí ya es impostergable es el establecimiento sistema fiscal justo, equitativo y progresivo, que además de replantear la manera en la que se ejerce el gasto público, explore alternativas de recaudación y no se recarga más en los contribuyentes cautivos.

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*Periodista, director de la Revista Hábitat Mx