Carta a los Reyes Magos
Francisco J. Siller
Queridos Reyes, Melchor Gaspar y Baltasar:
Mi nombre es Metzxico, no, no es un nombre japonés, es náhuatl. Así me pusieron mis papás en honor a la tierra donde nací. El terruño de mis tatarabuelos, mis abuelos y mis padres. Mi México querido. Un México dolido hoy por la violencia.
Este año me he portado bien, he sido bastante bueno, y las cosas feas que he hecho, han sido sin darme cuenta. Quizá critiqué un poco a la 4T, porque no he entendido muy bien que quieren hacer, pues se la pasan entre ocurrencias y peleando entre ellos,. Porque pienso, quieren aún más poder.
Hoy pediré cosas diferentes a las del año pasado. Mi mamá me dijo que tenía que pedir solo aquello que esté a su alcance cumplir y conformarme con lo que puedan traerme, sin esperar de más.
Primero quiero decirles que este año 2019 que poco a poco se va terminando, ha estado lleno de sorpresas y ocurrencias, que provocaron que a cientos de miles de mexicanos, nos haya ido mal. La economía está contraída y sin visos de que en el corto plazo la situación vaya a mejorar.
Por eso quiero decirles que ahora no quiero juguetes, sé que me harían muy feliz, pero ¿como ser feliz cuando veo a mis padres y a los de mis amiguitos, pasar tiempos de infortunio e incertidumbre? Hoy quiero pedirles, si es que está a su alcance que me traigan esos buenos deseos para que México vuelva a ser un país unido, sin chairos ni fifís y que regresen a los conservadores a esa época de La Reforma, de donde nunca debieron salir.
Sé que la corrupción de los gobiernos en México, ha sido uno de los grandes males del siglo pasado y de este que ahora transcurre, pero también entiendo que es como el futbol, un deporte nacional.
Vivimos en un país en el que nos gusta que nos embarren la mano. Desde el policía que se hace de la vista gorda, mediante un billetito, hasta el burócrata que se gana unos pesos por agilizar el engorroso trámite ante una autoridad gubernamental. Por décadas los mexicanos ganamos de alguna forma, el ciudadano, el burócrata, el jefe, el jefe del jefe y más allá. Hasta donde dé la imaginación.
La buena intención de nuestro presidente de acabar con los cochupos, está muy lejos de acabarse. El dice que hay que barrer la escalera de arriba para abajo, pero también las gallinas de arriba ensucian a las de abajo, y pocos quieren verlo de esa manera.
A los burócratas que toman las decisiones, les bajo el sueldo. Con ello los pone en la línea de la tentación. El gobierno maneja carretadas de dinero y seguramente habrá quienes en algún momento metan la mano en el cajón para tomar una compensacioncita a su labor.
Este nuevo gobierno que el 1 de diciembre pasado cumplió un año, ha dejado a miles sin empleo, sin seguro popular, sin guarderías. Ha afectado a personas que en julio de 2018 votaron por un cambio verdadero, aún cuando hoy, dos de las promesas más importantes de campaña no se hayan cumplido: Erradicar la violencia y crecer la economía a un 4 por ciento. Lo demás viene por añadidura.
Si creciéramos así, como en el papel se piensa que lo haremos, muchas de las cosas malas que vivimos se acabarían de facto. Habría dinero para todos, tendríamos un gobierno rico con pueblo rico y los jóvenes no tendrían necesidad de aliarse con el crimen organizado, que paga más que 3 mil pesos mensuales.
Cerramos el primer año del gobierno con más de 30 mil muertos, unos 80 diarios, sin que haya visos de que en el corto plazo las cosas vayan cambiando. Entiendo que la moralidad y la religión evangélica del presidente lo lleven a pensar que todo cambiará con su política de abrazos y no balazos.
Pero el crimen organizado se ha fortalecido como nunca y gran parte del territorio nacional esta bajo su control, sin que presidentes municipales y gobernadores puedan hacer mucho al respecto. Sigue operando aquello de plata o plomo.
Quiero pedirles que lleven los buenos deseos para que el gobierno libere recursos para las obras públicas y que lleguen a la iniciativa privada, que es la generadora de empleos en este país. Que se gaste el presupuesto sin subejercicios, mal entendidos como ahorros en las arcas nacionales.
Repartir dinero entre los pobres, está bien, pero advierto que ello puede provocar que esta generación de mexicanos y las que vengan, no pongan el debido esfuerzo para salir adelante por ellos mismos. Pueblo que se acostumbra a extender la mano, es un pueblo que nunca saldrá de la pobreza.
Otra cosa que quiero pedirles es que el gobierno entregue sin tardanzas, las medicinas tan necesarias, a los hospitales del ISSSTE, IMSS y de la Secretaría de Salud, a los estatales y municipales, donde ahora hay severas carencias. La salud de los mexicanos no puede quedar en manos de procesos burocráticos.
Para ello, los de la 4T deben dejar de pensar que todo lo anterior fue malo, que hay que destruir para construir de cero a un país con historia y tradición. Hoy están más ocupados en perseguir y perseguir, que en corregir lo corregible.
Otra cosa que quiero es que lleven concordia a los legisladores del Congreso de la Unión, para que trabajen en armonía por el bien de México, que hagan leyes para perfeccionar nuestro estado de derecho y se dejen de ocurrencias revanchistas que más que ayudar dañan. Que corten el cordón umbilical que los une con el Poder Ejecutivo y se conviertan en un efectivo poder legislativo. ¿Es mucho pedir?
Finalmente quiero pedirles que den sabiduría a nuestro presidente, que tenga la capacidad de escuchar, que no actúe sin pensar profundamente las cosas, que entienda que él es punto de unión para los mexicanos y no de polarización, que deje de llamar conservadores a aquellos que lo critican y se oponen a ideas sin sustento y basadas en otros datos.
Queridos Reyes, también quiero decirles que el listado de mis peticiones es muy amplio, aunque mi mama me dijo que no exagerara. Y solo por esta ocasión, si deciden complacerme, quiero que mis regalos los entreguen en Plaza de la Constitución S/N, Centro Histórico, Colonia Centro, Cuauhtémoc, 06066 Ciudad de México, CDMX, ahí en el Zócalo, donde esta el Palacio Nacional.
Por cierto, en esta ocasión no le escribí a Santa Claus, porque en el Palacio Nacional no hay chimenea…
Nota del Autor:
Ya nos veremos por aquí el lunes 6 de enero de 2020, precisamente el día de Reyes. ¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo! Son mis mejores deseos.
CEO y Editor de Infórmate