La minoría mayoritaria
Francisco J. Siller
El Instituto Nacional Electoral permitió tras la elección de 2018 que Morena tuviera una sobre representación en la Cámara de Diputados. No puso obstáculos al registro de diputados propios al PT y al PES para beneficiarse en la asignación de los plurinominales y conformar una mayoría, aunque no calificada.
Triquiñuelas y lagunas legales le permitieron inflar su el número de legisladores aprovechando la fórmula para la asignación de plurinominales. Una fórmula ampliamente criticada por la oposición de izquierda, cuando el PRI o el PAN eran mayoría en San Lázaro.
Esto viene al caso porque hoy el INE es uno del institutos autónomos más criticados por la Cuarta Transformación, sobre todo porque al acercarse la fecha para el inicio de las campañas electorales de 2021, se habla de fraudes electorales y de la necesidad de vigilar el proceso con lupa.
Hasta ahora, ni el presidente y sus huestes han podido demostrar la parcialidad del INE, que le dio el triunfo y que le permitió fortalecer con candidatos ganadores morenistas al PT para sumar 26 uninominales y tres plurinominales así como al PES (que perdió su registro) y que terminó con 31 de mayoría relativa.
Morena cacarea constantemente que son mayoría porque la ciudadanía votó por el cambio de la Cuarta Transformación, pero la realidad es que solo obtuvo 37.25% de los sufragios, en tanto que el resto de los partidos el 51.41% de la votación. Lo cierto es que son una minoría mayoritaria.
De seguro para las próximas elecciones de 2021, el partido del presidente buscará afianzarse de la misma manera que lo hizo en el 2018, chapulineando diputados y buscando la manera de quitarle plurinominales a la oposición para compensar lo que seguramente perderán en las urnas.
Es de esperarse que en el futuro el INE aplique al pie de la letra el artículo 54 constitucional que dispone que “en ningún caso, un partido político podrá contar con un número de diputados por ambos principios —uninominales y plurinominales— que representen un porcentaje del total de la Cámara que exceda en ocho puntos a su porcentaje de votos”.
Ahí es donde debe estar la vigilancia para evitar chapucerías y no hilar en torno a fraudes electorales inexistentes, porque ello es dudar de los miles de ciudadanos que participan en el proceso y que son garantes de la limpieza de las elecciones. Ya no es como en el 88, cuando Manuel Bartlett forzó el triunfo del PRI.