Ciudad de México.- De acuerdo a lo programado, esta semana debería de presentarse el Plan de Infraestructura Energética (PIE). Es un hecho relevante porque el Plan es una nueva oportunidad para generar un ambiente propicio para las inversiones en México. Sería ideal que se presentara antes del 27 de febrero, que es cuando Pemex publica sus resultados trimestrales correspondientes al 4T de 2019, pero hay posibilidades de que se retrase más el PIE, porque la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, tiene programada una gira fuera del país para estos días.
Pemex sigue siendo una empresa muy endeudada (alrededor de 100 mil millones de dólares), con sus mejores yacimientos prácticamente agotados, reservas probadas disminuidas, refinerías subutilizadas y en algunos casos obsoletas, un proyecto que no luce viable de nueva refinería, creciente pasivo laboral y subejercicios.
Bajo este escenario, si las calificadoras se apegan a una rigurosa evaluación técnicoeconómica, tendrían que bajarle la calificación a Pemex y con ello, al menos dos ya la ubicarían sin grado de inversión.
Hasta ahora, la estrategia aplicada por el gobierno federal no ha probado que Pemex pueda revertir de manera clara la tendencia a la baja de su producción. La expectativa es que cierre el 2020 en una producción de 1.8 millones de barriles diarios (actualmente es de 1.675 millones de barriles diarios).
En ese sentido, es importante que la empresa petrolera cuente con un plan de largo plazo, de ahí la importancia del PIE.
Para generar confianza, el gobierno debe ir de la mano con inversionistas que arriesguen capital, y no sólo con proveedores. La reforma energética ya demostró que Pemex cuenta con áreas prospectivas que puede compartir a través de alianzas de largo plazo (farmouts), las cuales lucen como la única fórmula realista para mejorar su perspectiva.
Lo que se ha filtrado hasta ahora del PIE es que incluiría alrededor de 137 proyectos de infraestructura con un valor de entre 95 y 100 mil millones de dólares. El jefe de la Oficina de Presidencia, Alfonso Romo, ha mencionado que podría incorporar “contratos especiales” para el sector privado en las actividades petroleras, en caso de que el gobierno federal no cuente con los recursos suficientes para realizar todas las actividades.
Incluso, Romo no ha descartado del todo que pudiera haber algunos farmouts, siempre y cuando Pemex sea la mayor beneficiada. Adicionalmente se ofrecerán contratos para el mejoramiento de las seis refinerías de Pemex, incluyendo la rehabilitación de las coquizadoras en cuatro refinerías.
Sin embargo, diversas y recientes declaraciones oficiales indican que la participación privada será mediante contratos de servicios para que los particulares realicen actividades de exploración y extracción por cuenta de Pemex, lo cual significa, en los hechos, un regreso a contratos petroleras tradicionales como los que se han otorgado en administraciones públicas pasadas, que no permitan a las empresas privadas operar campos ni compartir producción.
En el sector eléctrico, el PIE abarcaría la rehabilitación de centrales de generación de la CFE, nuevas plantas de ciclo combinado, gasoductos y proyectos de transmisión. No se sabe si incluirá proyectos de energías renovables, más allá de la rehabilitación de algunas hidroeléctricas.
Seguramente habrá oportunidades de inversión interesantes para el sector privado. Los empresarios pueden seguir participando y haciendo negocios rentables en el sector energético.
Sin embargo, el sector privado puede reclamar que se están cambiando las reglas que se establecieron en el gobierno anterior y considerarlo como una cuestión de que no existe la confianza para seguir invirtiendo en un sector en el que podrían volver a hacerse ajustes al marco regulatorio.
Si el PIE no incluye sorpresas, y se considera que mucho de los proyectos en los que se busca la participación del sector privado son planes ya anunciados en otras ocasiones, pero que simplemente estaban detenidos en sus avances y ejecución, podría decepcionar y no traducirse en una inyección de confianza para los inversionistas.
Se perdería una oportunidad de buscar abordar y solventar las dificultades que presenta Pemex, así como un detonante para generar efectos multiplicadores a través de mayores inversiones.
Por el contrario, si el PIE no solo incorpora contratos por servicios, sino también deja abierta la puerta a ciertos farmouts, sería la señal perfecta para esperar un cambio de rumbo en la búsqueda de afrontar de forma eficiente la problemática de la empresa petrolera productiva del Estado.
Al final de cuentas, todo es cuestión de confianza. Así, la reacción del peso mexicano a este PIE terminará definida conforme el plan se traduce o no en mayores señales de confianza para realizar negocios en el país