- Alemania: pierde la ultraderecha en Sajonia y Brandeburgo
- Leve respiro para demócratas, cristianos y socialistas
- Evitar a toda costa gobernar con la ultra Alianza por Alemania
Juan Barrera Barrera
Los electores alemanes conjuraron el posible temido triunfo de la extrema derecha en las elecciones regionales del domingo en dos importantes estados: Sajonia y Brandeburgo, en donde los partidos tradicionales que gobiernan Alemania en coalición desde hace tres lustros, el conservador la Unidad Demócrata Cristiana y el Partido Social Demócrata, respectivamente.
Estas vitorias regionales representan un alivio momentáneo para las dos formaciones gobernantes que venían arrastrando un fracaso en los comicios europeos de mayo, y cuando la extrema nacionalista Alternativa por Alemania (AfD) tomaba auge y ampliaba su base electoral amenazando la estabilidad política y social de Alemania.
Los movimientos de extrema nacionalista racista y xenófoba han cobrado un auge muy considerable no solo en Alemania sino en toda Europa y su presencia política es una realidad que explica la situación del país líder del viejo continente, y de ahí que su derrota electoral es solo un tropiezo.
De la actuación de la Democracia Cristiana como de los socialistas en la conducción política de Sajonia y de Brandeburgo (en el Este vive el 20 por ciento de los alemanes y es donde se concentra más el descontento ciudadano porque se sienten abandonados por el gobierno federal de Berlín) dependerá en gran parte que Alianza por Alemania y otras expresiones ultras sigan conquistando mentalidades y electores.
Apenas un aliciente para los partidos tradicionales
La extrema derecha intenta mantener el ánimo frente a sus bases y convertir la derrota en un triunfo. Según las palabras de su dirigente regional, Andreas Kalbitz formado en su juventud en las filas del neo nazismo y ahora representativo del ala más radical de la ultraderecha en Brandeburgo: “AfD está aquí para quedarse y la política no va a ser posible sin nosotros”.
Kalbitz tiene razón en parte a juzgar por los resultados en los dos estados del Este. En Sajonia, en donde la Democracia Cristiana ha gobernado con la Socialdemocracia, obtuvo el 33 por ciento de los votos, pero perdieron la mayoría lo que complica la formación de gobierno; en tanto que la AfD quedó muy cercana con el 28 por ciento.
En Brandeburgo los resultados son más cerrados. La Socialdemocracia, que gobierna ese estado desde hace 30 años, logró el 26.4 por ciento de los sufragios, seguida muy de cerca por la ultraderecha nacionalista con el 24 por ciento de las papeletas. Esta circunstancia complicaría igual a los socialistas la formación de un gobierno que ahora comparte con el Partido de La Izquierda (Die Linke, en alemán) y tendrá que hilar fino para aislar a los ultras y asegurar la gobernanza.
Evitar a toda costa gobernar con la ultrasderecha
El triunfo pírrico de los partidos gobernantes es apenas un aliciente en momentos en que a nivel federal ambas formaciones buscan reeditar con dificultades el gobierno de gran coalición de Alemania y evitar que la Democracia Cristiana tenga que hacerlo con la ultraderecha. Mientras la Socialdemocracia se debate en un conflicto interno, dividida por un sector que ya no quiere andar con la formación de la conservadora Ángela Merkel porque argumenta que es mejor continuar como cabeza de la oposición e iniciar la recuperación de su identidad.
Los ultranacionalistas han logrado capitalizar, además del descontento de los habitantes de la antigua Alemania comunista, el declive de los dos grandes partidos que elección tras elección siguen perdiendo votantes. El Partido Verde que dio la sorpresa en las elecciones para la renovación del Parlamento Europeo, quedó opacado en los comicios del domingo.
Los comicios de Sajonia y Brandeburgo coinciden con la profunda crisis que vive la Socialdemocracia misma que ha llevado a la dimisión de sus lideresa, Andrea Nahles, en junio después de que su partido perdió las regionales en el estado de Bremen que gobernaba desde hace poco más de siete décadas. En otoño se esperan otras tres elecciones en el este alemán en donde se pronostica una fuerte caída de los socialistas, por eso el triunfo mínimo en Brandeburgo tiene un gran significado moral para las bases electorales de esta formación, pero eso no es suficiente para remolcarlo a un mejor puerto.