Juan Barrera Barrera
Este fin se semana se presenta muy difícil para Andrés Manuel López Obrador como dirigente unipersonal de Morena. Hoy viernes inicia el levantamiento de la encuesta de su partido de donde saldrá el represente a de esa fracción de la izquierda nacional en las elecciones para Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Como no hubo consenso para la designación del candidato o candidata, de acuerdo a los estatutos, el método a seguir es el ejercicio demoscópico a población abierta. A AMLO le hubiera convenido en lo personal que se hubiera alcanzado el consenso para evitar cualquier tipo de conflicto o impugnación de los resultados.
Cuatro son los candidatos que se disputarán las preferencias de los encuestados: Martí Batres Guadarrama, Mario Delgado (el senador entró de última hora), Ricardo Monreal Ávila y Claudia Sheinbaum (por estricto orden alfabético), como resultado de las deliberaciones del Consejo Estatal de Morena.
Los cuatro tienen capacidad comprobada y cuentan con presencia amplia en la Ciudad de México. Batres y Claudia siempre han sido militantes de la izquierda, mientras que Monreal y Delgado no tienen registro en ese espectro ideológico, pero su experiencia y capacidad política está fuera de toda duda. Cualquiera de los cuatro puede arrebatarle la hegemonía que por 20 años ha mantenido el PRD en la capital, que sigue sufriendo la sangría en sus filas que van incorporándose a Morena, y de otros partidos (como diría don Pedro Páramo: “siempre hay que estar del lado de los que van ganando”) con la idea, tal vez, de que algún día lo lleguen a colonizar.
De los cuatro, la delegada en Tlalpan, es la más cercana al dirigente nacional de Morena, quien ha seguido fielmente el ideario político del tabasqueño desde que fue su colaboradora en la jefatura de gobierno, de ahí que haya sospechas de que en determinado momento sea la beneficiada del gran elector de Morena, más allá de sus probadas capacidades, con todos los riesgos que una decisión de esa naturaleza pueda implicar para el proyecto morenista.
Es por ello que este puede convertirse en un fin de semana negro para la vida democrática interna de esta joven formación y de no tener la sensibilidad y capacidad política en el manejo del proceso interno, puede golpear duramente en la línea de flotación política de AMLO, en sus bases electorales con miras a la elección presidencial del 2018, pues en lugar de disminuir el estigma de caudillo autoritario, incrementará sus bonos a esa reputación en momentos en que debe delinear su propuesta de gobierno como potencial futuro gobernante ante una ciudadanía harta de prácticas autoritarias y de la soberbia de los políticos.
¿Encuesta envenenada?
Es mal augurio para Morena y López Obrador la falta inicial de consenso. No es casual, es tal vez algo normal en una organización política joven y con un gran crecimiento exponencial en su corta vida, sobre todo si se trata de una entidad en la que Movimiento de Regeneración Nacional, encabeza las preferencias electorales, sea quien sea el candidato o candidata.
Lo que a otros partidos políticos les falta en la ciudad a Morena le sobra: políticos competitivos. El quid del asunto es que el método que se utilice sea lo más transparente y creíble para tirios y troyanos o ¿de qué otra forma puede Morena mantener la unidad interna y la credibilidad?
Morena tiene que mandar señales de que está comprometida con la democracia. No es válido exigir respeto a la voluntad del pueblo en las urnas, cuando en mi casa trasgredo los principios democráticos elementales para la designación de candidatos a cargos de elección popular.
Si no hay consenso, entonces encuesta. Sí, pero quién va a encargarse del levantamiento de datos, el Comité de Encuestas de Morena, es decir, no será una encuesta independiente, ahí radica el problema. Todos sabemos que las encuestas partidistas siempre han adolecido de credibilidad, aunque se argumente que las realizan especialistas y personal calificado. Nadie garantiza que la encuesta no pueda ser manoseada o que ya esté envenenada.
El único que ha externado su preocupación por la posibilidad de que la encuesta pueda ser “cuchareada” es Ricardo Monreal, quien propuso, no de forma oficial según Claudia Sheinbaum, realizar, además de la interna, dos encuestas espejo con empresas encuestadoras registradas ente el INE para darle transparencia, certidumbre y seguridad al proceso.
Monreal o la ruptura
La dirigencia nacional de Morena tratará de evitar a toda costa cualquier posibilidad de descontento de algunos de los contendientes si es que los resultados del ejercicio demoscópico no le son favorables. El que más se acerca a este escenario es el delegado en la demarcación Cuauhtémoc.
Claudia Sheinbaum y Martí Batres le son fieles a AMLO, pero entre éste y Monreal hay afinidades políticas. En muchas ocasiones se oyó decir al delegado que “yo nunca voy a traicionar a Andrés Manuel”, pero acaso será un principio que busque igualmente reciprocidad la cual sólo podría encontrarla en el apoyo que el tabasqueño pueda dispensarle a su ex coordinador de campaña o simplemente que se abstenga de inclinar la balanza para cualquier lado.
De cualquier forma, incluso si Claudia en realidad llegara a ganar el sondeo de opinión, será muy difícil que tenga amplia credibilidad y su imagen quedará lesionada, pues el ambiente en la casa morenista está demasiado contaminado. Pareciera que hay consiga en la dirección nacional del partido de apoyar a la delegada en Tlalpan o al dirigente de Morena en la ciudad.
Sheinbaum, Batres y Delgado han externado su confianza en el proceso interno. Son personajes que aunque el resultado les sea adverso se disciplinarán al veredicto partidista. No así en el caso del zacatecano, quien ha reiterado que no tiene más que el Plan “A” y ese es ser jefe de Gobierno, pero para eso primero tiene que ser candidato ¿Si no es por Morena, entonces por otro partido? ¿Cuál?
Ricardo Monreal es el único que puede provocar una ruptura en las filas del Morena si llega a impugnar los resultados de la encuesta y desechan sus argumentos. Ya lo hizo cuando el PRI no lo hizo candidato a gobernador de su natal Zacatecas, emigró al PRD y ganó.
Se sabe que el experimentado político ha estado tejiendo alianzas con otras fuerzas políticas, primero para atraerlas a Morena, pero dependiendo del escenario convertirse en su candidato. La posibilidad de que Monreal Ávila perfile su candidatura fuera de Morena se ha incrementado notoriamente y no precisamente por la vía independiente.
Movimiento Ciudadano está dispuesto a arroparlo, pero sin descartar a otras fuerzas incluyendo al PRI ahora que eliminó los candados para ser candidatos externos y que está ávido de un personaje competitivo, tampoco el Frente Amplio Democrático PAN-PRD lo vería con malos ojos.
Todos los escenarios adversos y sus consecuencias los tiene vistos y previstos la dirección nacional de Morena, especialmente López Obrador. Este fin se semana será la prueba de fuego para AMLO: cómo mantener la unidad en un escenario de conflicto o si Monreal decide mandar al diablo… la encuesta.
Una ruptura, que no la deseamos, en una organización de izquierda que pretende ser la esperanza de México sería muy traumático para sus seguidores que verdaderamente ven en Morena una alternativa real al poder tradicional.