- Trump, el nuevo “cobarde del condado”
- Atacar flancos externos para desviar la atención
- La OMS en medio del triángulo EU, China y Taiwán
Juan Barrera Barrera
Las recientes acciones del presidente estadounidense, Donald Trump, me han hecho recordar la vieja canción de Kenny Rogers “El cobarde del condado”. Igual se ha comportado como un personaje ruin en los mementos más difíciles por los que pasa la humanidad y cuando necesita de la solidaridad y unión para enfrentar la pandemia sanitaria.
Donald Trump cree que ha actuado con valentía al cumplir su amenaza de retirarle las aportaciones a la Organización Mundial de Salud (OMS) que Estados Unidos designaba anualmente a esa organización multilateral que para este ejercicio fiscal ascendían a poco más de 450 millones de dólares y con ello el organismo pierde a su principal soporte.
Hay múltiples versiones que coinciden en que la crisis del coronavirus cambiará al mundo, que las cosas ya no serán igual, lo mismo que las personas. Pero todavía no sabemos si las cosas cambiarán para bien o para mal, o si la deshumanización que hemos vivido desde hace mucho tiempo, después de que pase la gran pandemia, nos convierta en mejores seres humanos. No hay certeza de nada.
Donald Trump pareciera que en lugar de advertir un cabio en su corazón, en su mentalidad, los tiempos de calamidades no nos traerán buenas de su parte. Las medidas para contener el virus, que no estrategia, para él es un asunto de economía doméstica, no de salud pública, de emergencia nacional y mundial, de salvar vidas. Eso lo evidenció desde febrero con sus declaraciones irresponsables que soslayaban la magnitud de la capacidad de expansión y letalidad del enemigo invisible.
Trump hace lo imposible por tratar de borrar ese pasaje porque le puede generar complicaciones políticas, pero de la manera más ruin y cobarde: culpando a la OMS de haber sido omisa en la información sobre el origen del virus y no haber apoyado la medida de su administración de impedir los viajes de China a territorio estadounidense, medida que, se jactó el magante, salvó miles de vidas.
Distraer las miradas de su falta de pericia con COVD-19
No cabe duda que la mentira la lleva en su ADN, cuando es sabido que actuó con negación y demora. De hecho se sabe que desde enero las agencias de inteligencia estadounidenses advirtieron a su gobierno sobre el inminente peligro del COVID-19.
Desde un inicio Trump minimizó la alta letalidad del COVID-19 con afirmaciones a la ligera como que cuando empezara a hacer calor “el virus milagrosamente se irá”, o de que el brote del coronavirus estaría controlado en dos semanas, en febrero cuando empezaba a expandirse el contagio.
Pero aceptando sin conceder que la OMS haya incurrido en un error de esa naturaleza, es reprochable y condenable que el ocupante de la Casa Blanca politice la crisis pandémica con el objetivo de obtener ganancias político-electorales, ya que está en juego su reelección.
Trump en los últimos días ha desviado la atención de la opinión pública hacia el exterior, en los momentos en que el número de desempleados se ha disparado a los 22 millones de parados en lo que va del mes, mientras que, hasta ayer jueves, el número de contagios llegaba a los 16 mil 924 y el de fallecidos a los 31 mil 526.
Esas estadísticas son bastante ilustrativas sobre el caso y afianzan a Estados Unidos como el país epicentro de la pandemia que se ha instalado en América. Esta terrible realidad es una muestra del pésimo criterio, ignorancia o displicencia o todas juntas, con que Trump ha manejado la crisis de la pandemia.
OMS en medio del triángulo EU, China, Taiwán
Con su eslogan de campaña de “América Primero” y su pugna comercial con China, el mandatario estadounidense ha arremetido contra la OMS, a la que se refirió como “Chinacéntrica” por supuestamente favorecer a su rival durante la crisis y combate de la pandemia del COVID-19.
La OMS ha estado en el centro de las críticas por confiar en las cifras oficiales del gobierno chino relacionadas con el virus, cifras que muchos funcionarios dudan que sean precisas. Es de recordar que el doctor que descubrió el virus y lo dio a conocer mundialmente fue reprimido por el régimen autoritario de Pekín y obligado a retractarse. Semanas después este héroe falleció.
Donald Trump siempre ha demostrado su recelo y rechazo a los organismos multilaterales de la ONU. A la OTAN igualmente amenazó con retirarle el financiamiento y exigió a los países europeos destinar mayor presupuesto para gastos de defensa. Como Estados Unidos es el país que aporta más recursos, el magnate exige que en ese sentido sea favorecido.
La OMS y su respuesta al brote del coronavirus se enfrentan desde hace un par de semanas a un fuerte cuestionamiento luego de que Taiwán asegurara que advirtió a la OMS del brote de un nuevo coronavirus en Wuhan en diciembre de 2019, semanas antes de que lo hicieran las autoridades chinas. Pero el organismo que dirige el etíope, Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo negó en su momento. Sin embargo, Taipéi dio a conocer los comunicados que le giró al organismo, poniendo en duda s imagen internacional.
Un elemento importante que también ha contaminado el tema del coronavirus es el estatus diplomático de Taiwán. Taipéi ha buscado afanosamente ser reconocido como integrante de la OMS, sin embargo, el organismo de salud lo ha rechazado por las fuertes presiones que ejerce China, ya que considera a la isla como parte indisoluble de su territorio.
Trump se ha ido de extremo a extremo en el brote del COVID-19 y ahora reconoce que tendrán muchos muertos, cifra que podría llegar a los 240 mil, a pesar de las medidas de mitigación. “Deben entender que yo soy un cheerleader para Estados Unidos. No quiero sembrar caos y pánico…”.
Eso es exactamente lo está haciendo el inquilino de la Casa Blanca. Trump lucha denodadamente por convertirse en el peor presidente de la historia de los Estados Unidos, en el más perverso. Está muy cerca de conseguirlo, sino es que ya.