Política Global

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  • La lucha por el derecho universal a la vacuna
  • Estados Unidos eleva presión sobre China

Juan Barrera Barrera

En la entrega pasada afirmamos que se ha abierto una carrera acelerada por la investigación que lleve a la fabricación de un fármaco que cure el coronavirus que de acuerdo a datos poco alentadores de la Organización Mundial de Comercio (OMS), podría quedarse con la humanidad como otras enfermedades, el Sida, por ejemplo.

A la carrera por encontrar el fármaco y las controversias que ello implica entre los jugadores mundiales, también parece crecer la preocupación de que en un ambiente de “política del agandalle” las potencias o las economías con más recursos económicos, tecnológicos y científicos, obstaculicen la igualdad de acceso de todos los países a la vacuna.

Los dos bloques que están muy a la vista son: el que encabeza China en coincidencia con la Unión Europea de que la vacuna anticoronavirus debe ser universal, que todos los países tengan derecho al acceso a los medicamentos, sin restricciones de ningún tipo; y el otro bloque, el que pretende acaparar la cura, lo representa ni más ni menos que Donald Trump, que ha orillado a los Estados Unidos al aislamiento global.

Pero Trump no solo aleja a su país de los foros internacionales, sino que ha invertido capital político en obstaculizar los esfuerzos multilaterales (el retiro de los fondos a la OMS en plena crisis pandémica) que hacen las naciones en el combate a un problema mundial que requiere de estrategias coordinadas a nivel global, dirigidas por los gobiernos líderes y organismos multilaterales.

Las farmacéuticas no tienen palabra de honor

Un botón de muestra de la cuestionable intención de hacerse de la vacuna para beneficiarse en primer término es la connivencia del gobierno de Trump con la empresa farmacéutica francesa Sanofi que ayer jueves habría dicho que en cuanto estuviera preparada la vacuna para Covid-19 EU sería el primero en tener derecho de acceso al mayor pedido “porque ha invertido en correr el riesgo”.

La desafortunada declaración del gerente general de la poderosa farmacéutica, Paul Hudson, provocó, por supuesto como era de esperarse, una reacción muy airada del gobierno del presidente Emmanuel Macron, quien dijo que estaba muy inquieto por las declaraciones de Hudson. Pero la posición del primer ministro, Êdouard Philippe, fue más enérgica: “La igualdad de acceso de todos a la vacuna no es negociable”. Luego Sanofi cambio de actitud y prometió que todos los países tendrán acceso a su vacuna para el Covid-19.

La polémica por la distribución del fármaco antiviral desatada por el grupo farmacéutico Sanofi, mereció igualmente una respuesta puntual de la Comisión Europea, en concordancia con el gobierno de París: “La vacuna contra la Covid-19 debería ser un bien público mundial y su acceso debe ser equitativo y universal”.

El papel de los Estados en la investigación, producción y distribución de la vacuna contra la pandemia, será determinante en esta tarea, en la que las Naciones Unidas deberá ser la cabeza, como lo propuso recientemente el gobierno de México ante el máximo foro internacional, la cual fue apoyada por más de 170 naciones.

China aventaja a EU por la vacuna

En la carrera por encontrar la vacuna China ha aventajado a Estados Unidos, por eso el enojo creciente del presidente Donald Trump contra el gigante asiático. En su confrontación geoestratégica y en plena crisis sanitaria en la que se encuentra su país, el magnate vuelve a la carga contra ese país y amenaza con romper relaciones bilaterales y ahorrarse 500 mil millones de dólares, cantidad que representa el déficit comercial y no renegociar el acuerdo comercial de diciembre pasado.

Y en medio de las acusaciones por el origen del coronavirus y las tensiones diplomáticas y comerciales, se sumaron informes del FBI y de la agencia de seguridad cibernética de los Estados Unidos, en el sentido que expertos chinos intentaron robar información “valiosa propiedad intelectual” relativa a vacunas que se realizan en Estados Unidos, pero no aportaron pruebas.

La tensión entre ambas potencias va al alza. Donald Trump evidencia cada vez más nerviosismo extremo y ya hemos visto que es capaz de inventar situaciones y culpar a sus enemigos de afectar sus intereses económicos o geopolíticos. Ahora a la pugna comercial se agrega, la preocupación del mandatario estadounidense por la posibilidad de que China le gane la carrera tecnológica en el terreno científico.