Política Global

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  • Visita a Trump y la estrategia de apapachos y halagos
  • Un encuentro totalmente color de rosa

Juan Barrera Barrera

Mucho se especuló sobre la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a la Casa Blanca a invitación de su homólogo estadounidense Donald Trump. La mayoría de comentaristas auguraba un encuentro ríspido al grado de un encontronazo. Pero no, el esperado encuentro entre dos líderes populistas de diferente ideología se logró de una manera más que tersa.

Los discursos de esta naturaleza, de intercambio de halagos desbordados, suelen ser muy engañosos, sobre todo cuando se está frente a un personaje tan volátil, majadero e irrespetuoso como Donald Trump, el presidente estadounidense más antimexicano que ha habido en la historia de las relaciones bilaterales.

La agenda se cumplió, la celebración de la fecha de inicio, 1° de julio, del nuevo Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y los beneficios comerciales que traerá para ambos países: una de las promesas de campaña de Trump de 2016, de sepultar el TLCAN. Exhibió ante sus bases electorales que “el peor tratado comercial de la historia de los Estados Unidos” había quedado atrás, misión cumplida.

Halagos desbordados como irreales de AMLO

Además de celebrar el inicio del T-MEC, López Obrador afirmó que quiso estar en Washington para “Agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a usted, presidente Trump, por ser cada vez más respetuoso con nuestros paisanos mexicanos”. Las palabras del mandatario mexicano chocan definitivamente con la realidad de los mexicanos avecindados en ese país.

Cada presidente construye mentalmente su propia realidad, su propio país. Vicente Fox, por ejemplo, construyó foxilandia; Felipe Calderón, calderolandia; Peña Nieto su verdad histórica. El presidente López Obrador no ha sido la excepción, construye la 4-T, el país ideal, en lugar en donde todos son felices, con crisis económica y sanitaria, pero somos un pueblo feliz.

“Por eso estoy aquí para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto. Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo digno, democrático y soberano”, añadió el presidente mexicano.

Las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos han sido muy complejas. A Peña Nieto y a López Obrador les tocó gobernar con el presidente estadounidense más agresivo, más racista, el más antimexicano de los tiempos modernos. Entendemos que la práctica de la diplomacia de la sumisión es parte de la estrategia de AMLO y aguantar las fieras críticas y seguir sobrellevando al jefe de la Casa Blanca.

Ya entrado y desbordado en halagos, López Obrador se atrevió a ir más lejos, al comparar a Trump nada más ni nada menos que con George Washington, uno de los padres fundadores de la nación estadounidense. Con esos apapachos cómo iba el arrogante de Trump a ponerle cara o insultar a su invitado. Al menos no por el momento, ya que en la reunión privada no sabemos qué temas platicaron, si hubo compromisos delicados. Los acuerdos en privado son los más importantes de la reunión y ya se irán conociendo.

Al presidente Andrés Manuel López Obrador se le reconoce la pertinencia de esa estrategia de sumisión, pues por lo menos suavizó el carácter tosco y nada amistoso de un personaje acostumbrado a humillar al que tenga enfrente. El escenario electoral estadounidense seguramente ayudó un tanto al trato amigable, suave para con su interlocutor.

La visita de AMLO a Washington para reunirse con Trump se realizó en un escenario electoral en el que el republicano aparece entre 12 y 14 puntos debajo de su contrincante demócrata, Joe Biden, en las encuestas de opinión nacionales, y en momentos en que intenta ganarse el voto de los latinos, en especial el de los mexicanos, a esos que les ha llamado violadores, traficantes, delincuentes…

Qué mandatario ha tenido un encuentro amistoso con Donald Trump antes que AMLO. Me parece que solamente Emmanuel Macron, en aquella reunión el mandatario francés llegó hasta a los besos, pero no pasó mucho tiempo para el desencuentro, en los festejos de un aniversario más de la caída del fascismo alemán Trump volvió a ser él mismo.

Un encuentro color de rosa

En el Jardín de las Rosas se llevó a cabo un encuentro color de rosa con un Trump muy decente a lo que nos tiene acostumbrados. La cordialidad de ambos fue muy cosmética. Así estaba en el guión y se cumplió. Fue un encuentro que acercó a los dos presidentes, no se cumplieron los pronósticos fatalistas, no hubo rispidez del anfitrión, estuvo muy decente.

Pero eso fue ayer. No me imagino que Donald Trump salga con su domingo siete y vuelva a insultar a los mexicanos y a presionar a México con cualquier asunto de índole comercial o diplomático. El presidente López Obrador salió bien librado y podría decir que logró aplanar el carácter duro de Trump, pero ojalá y no sea como cuando afirmó que la curva del coronavirus se había aplanado en México gracias a las medidas del confinamiento voluntario de la población.