- Almagro asesta golpe a la CIDH
- La intención: debilitarla y manipularla con fines políticos
- México y Argentina protestan
Juan Barrera Barrera
El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, abrió un conflicto político con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuando anunció que no renovaría el contrato de trabajo al actual Secretario Ejecutivo del organismo regional de derechos humanos, Paulo Abrao, lo que se ha interpretado como un golpe político a esa importante comisión del hemisferio occidental.
En enero, en sesión efectuada en México entre los días 8 y 9 (conforme el Artículo 21 del Estatuto de la CIDH y el Artículo 11 inciso 3 del Reglamento de la Comisión) por unanimidad el organismo interamericano de derechos humanos decidió renovar el mandato al Secretario Ejecutivo para el periodo 2020-2024, lo que le fue comunicado oficialmente a Almagro en esos días. Sin embargo, el 15 de agosto, fecha de término contractual, el Secretario General de la OEA le comunicó a la CIDH, sin consulta previa, “no avanzar en el proceso de nombramiento” del brasileño.
La CIDH surgió de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos como un órgano autónomo. La comisión tiene el mandato de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. Se compone de siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General del organismo regional.
Manotazo de Almagro a la autonomía de la CIDH
Por eso, de acuerdo a su constitución la CIDH asumió que la negativa de Luis Almagro de prorrogar el contrato de Paulo Abrao, de reconocida trayectoria internacional en derechos humanos, es un “grave embate a su independencia y autonomía”. Pero el uruguayo, que fue reelecto por un quinquenio más al frente de la OEA cuando había negado esa posibilidad, argumentó que su decisión se debió a “decenas de denuncias de carácter funcional” en contra de Abrao y a la falta de “tramitación” de éstas.
Sin embargo, el Secretario General de la OEA tomó la decisión unilateralmente, ya que no consultó a la CIDH después de ocho meses de que ésta ratificó al Secretario Ejecutivo. Luis Almagro en su fundamentación hizo una interpretación diferente de la norma, realizada en el informe jurídico, que la CIDH observa “con extrema preocupación”. Para Almagro el reglamento de la Comisión IDH “es una mera interpretación no vinculante del estatuto de la CIDH y de la Carta de la OEA y que, por lo tanto, el Secretario General no está obligado a cumplirlo», advierte la Comisión.
Es por ello que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos asegura que el informe jurídico del Secretario General de la OEA desconoce no sólo la Carta de la OEA que creó la CIDH como un Órgano Principal de la Organización a la par que la Secretaría General, autónoma e independiente; sino que el propio Estatuto de la CIDH, aprobado por la Asamblea General de la OEA, le encomienda a la Comisión Interamericana que adopte su propio reglamento.
Almagro no genera confianza en el hemisferio occidental
Por qué Almagro quisiera vulnerar la independencia y autonomía del sistema Interamericano de Derechos Humanos que se compone de la CIDH y de la Corte IDH. No encontramos otra respuesta: al Secretario General le estorba la comisión, lo mismo que a algunos gobiernos, y de un manotazo quiere hacerla a un lado, vulnerando de paso 61 años de historia de defensa de los derechos humanos.
La autonomía y la independencia es la razón de ser de la Comisión que le otorgan la suficiente legitimidad ante los Estados miembros, la sociedad civil y sobre todo ante las víctimas de violaciones de derechos humanos. Realiza un trabajo de manera imparcial, alejada de cualquier influencia política, por ello su trabajo tiene reconocimiento mundial.
La OEA arrastra un desprestigio histórico que no ha podido superarlo, la influencia de Washington en la toma de decisiones y elección de su líder es una de sus principales lapidas. Pero su Sistema Interamericano de Derechos Humanos es el mejor instrumento con el que cuenta, reconocido globalmente, entonces por qué Almagro intenta socavarlo con argumentos poco creíbles.
Luis Almagro logró su reelección gracias al apoyo de Estados Unidos y de sus países aliados en marzo y ha sido una pieza clave en las políticas de presión de Donald Trump contra el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, de tal suerte que el ex canciller del Uruguay asumió el caso venezolano como prioritario en su agenda hemisférica y se metió hasta la cocina en lugar de buscar una salida multilateral. También se ha caracterizado por asumir posiciones muy cuestionables como cuando avaló el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia.
Luis Almagro viene arrastrando un déficit de confianza entre algunos Estados miembro del hemisferio Occidental. El golpe a la CIDH es un motivo más de críticas a su cuestionado liderazgo y agrieta más las diferencias en la OEA. México y Argentina han sido los países que han levantado la voz en protesta por las presiones políticas del Secretario General de la OEA sobre la CIDH y que pudiera tener consecuencias en la promoción y defensa de los derechos humanos.