- Se respira un ambiente político contaminado
- Presa “La Boquilla” desborda conflicto PAN-gobierno
- Urge distender la polarización política
Juan Barrera Barrera
El ambiente político ha estado subiendo de tono y de color en estos días, a tal grado que vuelve a teñir de sangre al país. Aunque los problemas pudieran tener un origen social o económico, el argumento político es un ingrediente que sirve para la justificación de los actores políticos, pero no para la solución de los problemas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al poder en medio de un descontento popular en contra del antiguo régimen cuyos gobernantes, en colusión con el poder económico y los poderes fácticos, utilizando gran parte de los recursos para satisfacer las ambiciones económicas y políticas de una élite que se siente afectada por el proyecto económico-social del nuevo gobierno y que no se resignan a perder las viejas reglas del modelo capitalista que tanto la benefició.
Esas masas de desposeídos por fin tendrían un presidente surgido del pueblo y para el pueblo, con el que sí se pueden identificar, porque es distinto a los gobernantes impuestos por la oligarquía y las televisoras. López Obrador hegemonizó primero la mentalidad de la mayorías y luego las ganó en las urnas. . Esa empatía AMLO-Pueblo se ha podido percibir, pero no sin consecuencias con otros sectores sociales.
El mandatario ha dicho reiteradamente que el gobierno tiene recursos para programas sociales que beneficiarían al 70 por ciento de la población (tal vez eso lleva a AMLO a afirmar que de ese tamaño es el apoyo que tiene de aprobación) por lo que en el restante 30 por ciento estarían aquellos sectores que se oponen a la políticas públicas, especialmente las sociales, y que son los que tratan de desestabilizar al gobierno de la Cuarta Transformación.
Urge destensar la polarización
Pero si el objetivo del presidente era evitar la violencia social con su proyecto de “Por el bien de México, primero los pobres” al mismo tiempo sabía de los impedimentos que enfrentaría el nuevo régimen por parte de los grupos de presión.
Al ambiente de violencia que viene arrastrando el país desde los tiempos de Felipe Calderón, ahora se suma la polarización política y social. El discurso divisivo de Andrés Manuel López Obrador aviva las estrategias de sus oponentes que se manifiestan de diversas formas para hacerle más difícil la gobernabilidad en tiempos de coyuntura electoral.
El discurso abusivo de AMLO de acusar a todos sus críticos de conservadores, incluye indiscriminadamente a colectivos defensores de derechos humanos, grupos de feministas, ambientalistas, luchadores sociales, etcétera, es insultante y el comportamiento no es de un jefe de Estado sino de un político rijoso, echado “palante”.
AMLO ha encontrado en la persona de Felipe Calderón a su esparrin preferido y viceversa. El pleito ya es personal en medio del trauma político de los resultados electorales del 2006. En el imaginario colectivo AMLO pasará a la historia como el derrotado a la mala y FCH como el presidente espurio. Demasiado para un país que ya merece un ambiente político más amable de parte de sus protagonistas (y ya ni qué decir del show reciente en la Cámara de Diputados).
A punto de desbordarse políticamente la “Boquilla”
Los opositores a Morena y a su gobierno seguirán en su estrategia de no dejar gobernar a AMLO y exhibirlo como un presidente incapaz, inepto. Pero en ello la oposición de igual manera se exhibe a sí misma como incapaz de reorganizarse, de convertirse en una oposición responsable, desprovista de ideas para convencer a los electores que son mejores, porque cuando estuvieron en el poder con ellos se instaló la corrupción, la impunidad y un todo un sistema de privilegios económicos, políticos y legales.
Primero tendrán que quitarle la retórica hegemónica que tiene Morena sobre las mayorías y eso se antoja casi imposible. Las denuncias y críticas constantes al gobierno de la 4-T sobre el manejo de la crisis económica y de la pandemia no se ven, a simple vista, que sea motivo suficiente para rebasar a Morena por la izquierda.
La centro-derecha (PRI-PAN) y sus socios económicos están conscientes de que tienen que ganar las elecciones intermedias del 2021, porque si no le arrebatan la mayoría a Morena en el Congreso y la economía y los empleos empiezan a reactivarse, y las vacunas llegan de Rusia, China y Estados Unidos, se tendrán que despedir del 2024 y observar cómo se van desvaneciendo sus partidos.
El asunto a polarización nos está acercando a escenarios muy peligrosos para la convivencia y la vida democrática del país. El conflicto social en la toma de la presa La Boquilla, en Chihuahua, por parte de productores, que dejó dos muertos, puede desbordar no el agua, sino los ánimos si es que realmente detrás están panistas y priístas conocidos que ha señalado López Obrador, quienes presuntamente habían azuzado a los demandantes del vital líquido a desalojar a los miembros de la Guardia Nacional que protegían la presa.
El asunto es muy delicado y ha tensado la relación entre el gobierno y el PAN, por eso merece una real e inmediata investigación y que los actores políticos depongan el cruce de acusaciones y le bajen al ambiente político tóxico.