Juan Barrera Barrera
La carrera por la nominación del candidato a la presidencia de la República por el PRI empezó hace tiempo, pero ahora conforme se acerca la fecha oficial, se ha incrementado. Y quien ha puesto el pie en el acelerador del partido en el poder es precisamente su dirigente real: el presidente Enrique Peña Nieto.
El martes pasado, el mandatario invitó a un grupo de periodistas y comunicadores a tener un diálogo con él y parte de su gabinete en Los Pinos. El encuentro duró más de tres horas y estuvo convocado para informar sobre las labores del gobierno federal en torno a los sismos del 19 de septiembre, pero rodos podían preguntar sobre lo que quisieran
El tema central, sin embargo, fue rebasado por el contexto político, por su cercanía en las elecciones del 2018, y especialmente por la presencia de los cuatro secretarios de Estado que han sido mencionados como presidenciables: José Antonio Meade, José Narro, Aurelio Nuño y Miguel Ángel Osorio Chong.
Algunos periodistas que estuvieron en la sesión han destacado las respuestas del presidente Peña Nieto relativas al nombramiento del primer fiscal autónomo, la renegociación del TLCAN, el financiamiento de los partidos políticos, la liturgia del PRI y, desde luego, la elección del candidato presidencial de ese partido.
No fue una junta común, pues fueron invitados analistas políticos, columnistas, lo que nos lleva a pensar que el presidente Peña Nieto tendió un escenario para la especulación política en torno al proceso de selección del candidato presidencial del Revolucionario Institucional.
El dedazo, la propuesta para el Consejo Político
Tradicionalmente en el PRI, ha sido el Presidente en turno el que decide quién será el candidato presidencial de su partido, es decir, el posible sucesor es designado a través del método antidemocrático del dedazo y así lo reconoció Peña Nieto en la junta del martes cuando recordó que “El PRI tiene una liturgia y una forma de hacer las cosas, criticada por unos, denostada por otros, pero nuestra (…) Es una decisión de los priistas ser como somos”.
César Camacho Quiroz, líder de los priístas en la Cámara de Diputados, defensor y reproductor del viejo PRI y de sus añejas prácticas internas antidemocráticas, cree ¿realmente lo cree? que el dedazo como forma de nominación ya forma parte de la prehistoria política, pero la realidad lo supera.
El Consejo Político Nacional del PRI había anunciado que discutiría, este viernes, el método tanto para seleccionar a los candidatos a legisladores federales como para definir el candidato o candidata a la Presidencia de la República, en sesión extraordinaria.
Sin embargo, no habrá discusión, sino que el dirigente nacional, Enrique Ochoa Reza, le propondrá a la militancia del partido tricolor la Convención de Delegados como método de selección de su candidato presidencial, la liturgia priísta se impondrá sobre la elección abierta que un sector del partido, encabezado por la yucateca Ivonne Ortega, había estado proponiendo.
La ex gobernadora, aspira a la nominación presidencial pero a través de un método interno transparente y creíble, anunció que no participará en la sesión del Consejo Político “porque va a ser un acto de simulación, lo que decida la cúpula”, pero aseguró que se inscribirá al proceso de selección interna para buscar la candidatura presidencial. La diputada no renunciará a su partido, por ahora.
Resurge Osorio Chong
Pero el secretario de Gobernación que ha tomado un segundo aire. En una entrevista con El Sol de México (19-10-2017) sostiene que el método es lo menos importante en el proceso de selección del candidato, porque la fortaleza electoral radica en la unidad de la militancia. La disciplina partidista también ha sido un instrumento de control eficaz y parte de la liturgia priísta. Para el hidalguense “los aspirantes del PRI a la presidencia de la República deben tener la madurez para aceptar los resultados de la contienda interna y garantizar así la unidad y cohesión del partido, pilar de su fortaleza electoral rumbo al 2018”.
El ex gobernador del Estado de Hidalgo se ve muy seguro de sus palabras y a diferencia del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, parece que está listo para iniciar una ofensiva política mediática en esta fase de determinación en el interior del partido en el poder.
Osorio Chong es el mejor posicionado en las encuestas de opinión, lo cual no quiere decir que es el mejor para gobernar. Pero en un amplio sector del priísmo sería el candidato “natural” por su militancia de larga data, a diferencia de Meade, un técnico muy eficiente con presencia en los mercados financieros, pero no bien visto por su trayectoria panista.
Andrés Manuel López Obrador tiene la percepción de que a Osorio Chong le jugarán rudo y que no será el elegido de Peña Nieto, por eso los guiños políticos que le ha enviado el tabasqueño, a los cuales el responsable de la política interna ha respondido de manera dura.
El asunto es que no habrá ninguna contienda interna real en el PRI, no habrá pasarelas, ni debates entre los aspirantes. El PRI del siglo XXI es el PRI del siglo pasado, sus métodos no varían. El gran elector será Peña Nieto, pero mucho dependerá del perfil del candidato que llegue a elegir para que no se rompa “la unidad y la cohesión” interna.
Hasta ahora en las filas del PRI todo parece marchar sin sobresaltos, unidad en torno al liderazgo de su jefe político. El priismo venía de su Asamblea Nacional con acuerdos planchaditos, pero mientras se acera la hora de la nominación seguramente saltarán las voces no discordantes, sino inconformes.
Algunos analistas políticos afirman que la decisión de Peña Nieto sobre quién será el representante del PRI a la presidencia de la república ya ha sido tomada, pero en realidad es una determinación con un alto grado de dificultad, tomando en consideración el escenario adverso que enfrenta el propio presidente Enrique Peña Nieto, su baja popularidad, su partido ubicado en tercer lugar en los sondeos de opinión y una oposición fuerte.
A pesar de que el PRI es un partido monolítico no está exento de rupturas.