- Violencia interna en el PRI ¿ruptura en puerta?
- Las peores derrotas tricolores son con Alito
- Señales del ocaso del partido invencible
Juan Barrera Barrera
Las consecuencias de los resultados de los comicios del 6 de junio empiezan a aflorar en el interior de algunos partidos. Es el caso del PRI que incluso la impugnación a su dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, mejor conocido como Alito, ha llegado a la ¿inevitable? violencia que parece no tiener control y amenaza con profundizarse y llevarlo a una ruptura.
Un grupo de priístas encabezados por el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, y la consejera política nacional, Nayelly Gutiérrez Quiroz, han saltado a la escena política partidista en medio del pleito, no es la primera vez, por lo menos no en el caso de Ulises quien compitió por la dirigencia nacional del partido tricolor precisamente contra el ex gobernador de Campeche, y desde entonces se ha convertido en su principal impugnador.
El grupo de inconformes que responsabilizan directamente a su dirigencia nacional por los magros resultados alcanzados en las recientes elecciones federales que según ellos han sido las más desastrosas en la historia reciente de su partido, por lo que exigen la renuncia de Alito y de toda la dirigencia nacional.
Los halconazos tricolores
La protesta de los seguidores del ex gobernador de Oaxaca (2004-2010) y de la ex diputada federal por Ecatepec escaló rápidamente actos de violencia, en los que un joven resultó gravemente herido de bala en la espalda y otro más con lesiones en la cara por un petardo.
El asunto no paró ahí, sino que los inconformes cerraron las rejas de la sede del partido tricolor en Insurgentes Norte con cadenas y candados dejando en su interior a una veintena de trabajadores de seguridad. Ambos grupos, la dirigencia de Alejandro Moreno y de Ulises Ruiz, se acusan mutuamente de las agresiones y el caso ya llegó a las autoridades judiciales; ambos personajes promueven respectivas expulsiones; ambos se acusan de traidores a su partido en las recientes elecciones.
Los hechos, condenables, ocurridos el martes fueron calificados por los propios priístas como un “halconazo oaxaqueño”. Y es que Ruiz Ortiz es un político venido a menos que se ha caracterizado por sus prácticas violentas desde que era operador político de Roberto Madrazo Pintado y que su vida política depende de sacar raja de los conflictos internos que pueda escenificar. Ahora está en plantón permanente y no se retirarán de la sede tricolor hasta que Alito renuncie.
Con Alito la peor derrota del PRI
La mayoría de militantes que dice representar Moreno Cárdenas, los de a pie y de su círculo cercano, han preferido mantenerse al margen de la confrontación, lo que se interpreta como un manifestación de censura a su liderazgo, por la forma en que llegó a la presidencia del partido y luego por la designación-imposición de los candidatos a cargos de elección popular en las pasadas elecciones.
El único, hasta ahora, que ha defendido a Alito es su consejero Rubén Moreira y próximo líder de la diputación tricolor: “No hay una fractura en el PRI, los 71 diputados electos estamos con nuestra dirigencia y los 32 comités directivos estatales, más los sectores de organizaciones estamos con nuestra dirigencia, con Alejandro Moreno y Carolina Viggiano”, esposa del ex gobernador de Coahuila. Sólo le faltó decir que su partido está en paz y trabajando.
La voz discordante es la de la diputada yucateca Dulce María Sauri Riancho quien aseguró que la violencia en la sede nacional de su partido no refleja a la militancia, pero “es un hecho que no se lograron los triunfos y que algunos militantes, algunos grupos, decidieron tomar el rumbo que los lleva más cerca de Morena que del PRI”. La ex dirigente de la tercera fuerza política pidió un informe de los resultados electorales.
Pero Moreno Cárdenas no solo no ha dado un informe serio, real de los resultados que obtuvo su partido en los comicios de medio término, sino que ha asumido una actitud en extremo triunfalista con el objetivo de maquillar los verdaderos resultados, presumir los grandes logros electorales gracias a su buen liderazgo y evitar así cualquier tipo de cuestionamientos que pudieran poner en riesgo el control y su estadía en la presidencia del PRI.
PRI ¿se acerca a su ocaso?
Sin embargo, el campechano y diputado federal electo, no puede tapar el sol con un dedo, mucho menos con mentiras cuando la realidad le golpea la vista. Su argumento máximo es que evitaron que Morena lograra la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión.
Que el PRI atraviesa por el peor momento de su historia no queda duda, a juzgar por los resultados de las elecciones federales de 2018 y 2021. A tres meses de que Alejandro Moreno cumpla dos años al frente de la dirigencia nacional del PRI el fracaso de su gestión es tangible y la exigencia de su renuncia también es real.
El 6 de junio el PRI experimentó su peor derrota electoral: perdió ocho gubernaturas: Colima y Campeche, donde siempre había gobernado; además, perdió las gubernaturas de Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas. Lejos del poderío político que tuvo durante 70 años, hoy gobierna a 21.7% de la población nacional, cuando en 2016 gobernó al 54%. A nivel de la Cámara de Diputados, el partido tricolor consiguió sólo 11 distritos de mayoría y 65 en alianza con el PAN y el PRD.
¿Tiene vida y rumbo el PRI? ¿El omnipotente partido está en el umbral de su ocaso?