Política Global

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  • AMLO critica el colonialismo estadounidense
  • Con Joe Biden relación distante, con Trump tersa
  • México quiere recobrar liderazgo con discurso latinoamericanista

Juan Barrera Barrera

El sábado el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un discurso inusual que podría considerarse como un distanciamiento diplomático con el gobierno de Washington y un acercamiento hacia los países de la región Latinoamericana. En escenario fue el Castillo de Chapultepec y el motivo el 238 aniversario del natalicio de libertador Simón Bolívar.

Fue un discurso anticolonialista en el que estuvo en el centro el apoyo a Cuba a 62 años de resistir el bloqueo económico y comercial de los Estados Unidos. Al defender la casusa cubana, el mandatario mexicano reconoció el valor de la isla caribeña por hacer valer su soberanía frente a la potencia del norte de América.

Fue un cuestionamiento fuerte de AMLO hacia la doctrina Monroe, que cuestionó lo inaceptable que resulta la política de los últimos dos siglos seguida por estados Unidos “caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de las superpotencias”. Propuso iniciar en el continente una relación más cercana a idea de George Washington, según la cual “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de los pueblos”.

López Obrador olvidó su tradicional posición neutral de no intervención en asuntos de otros países y pidió a su homólogo Joe Biden que cambie la política aislacionista y levante, por humanimo, el bloqueo económico que mantiene su país sobre Cuba, pero desconoce que esa decisión solo está en manos del Congreso de los Estados Unidos y el tema no está en la agenda de los legisladores, menos ahora por la represión del gobierno de Miguel Díaz-Canel contra los manifestantes pacifistas que exigían libertad, democracia y alimentos los días 11 y 12 de julio.

AMLO con Trump relación tersa, con Biden distante

Las críticas inusuales de AMLO hacia su principal socio comercial podrían no caer bien en los círculos duros de Washington e interpretarse como un desafío de la parte mexicana, que durante la administración de Donald Trump el mandatario mexicano mantuvo una relación tersa, cordial y hasta de sumisión, y ahora con Biden ha sido fría, distante. A Trump, López Obrador no le recriminó su política agresiva contra Cuba.

Cuando la lógica diplomática indica que debió haber sido al contrario. AMLO desde un inicio evidenció rechazo hacia Biden, en cambio con Trump que siempre fue discriminatorio con los mexicanos, el tabasqueño fue muy condescendiente. El Ejecutivo mexicano argumentaba que no se iba a pelear con su homólogo al responder a las críticas por la actitud hasta sumisa que se le criticaba, porque era parte de la estrategia de no confrontación con un peleonero callejero del peso del ex mandatario estadounidense.

En su relación personal AMLO y Trump tenían más coincidencias que diferencias. Ambos nacionalistas y críticos del establecimiento político, de los centros de poder económicos (aunque el neoyorquino a diferencia de López Obrador es un magnate inmobiliario) y de la burocracia política. Con Biden el mexicano parce no tener empatía alguna y no hace lo suficiente por tener una buena relación con la nueva administración. Y el ocupante de la Casa Blanca pasa inadvertida la figura de aquél.

Pero al Departamento de Estado sí parece interesarle los cuestionamientos a la hegemonía regional de Estados Unidos, cuando AMLO propuso a los representantes de 24 naciones de América Latina la sustitución de la OEA por otro organismo “verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino medidor, a petición y aceptación de las partes en conflicto”, expuso en su discurso. Algo más parecido, dijo, a la Unión Europea, pero apegado a “nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”.

Discurso antiimperialista y contra la OEA

Ante los cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el presidente López Obrador volvió a su discurso antiimperialista al criticar la política de Estado Unidos hacia el hemisferio occidental porque Washington nunca ha dejado de realizar operaciones abiertas o encubiertas contra los países independientes al sur del Río Bravo.

López Obrador no delineó qué tipo de organismo podría sustituir a la OEA, pero seguramente la idea cayó bien en algunos cancilleres, así como la propuesta de la integración latinoamericana, una iniciativa muy añeja que por razones ideológicas, intereses regionales y presiones de Estados Unidos sigue siendo un sueño bolivariano.

Cuál fue la verdadera intención de Andrés Manuel López Obrador de lanzar un discurso antiimperialista. ¿Rectificar su política exterior? ¿Corregir su cercanía con Donald Trump? ¿Jugar a las fuercitas con Biden?

AMLO continuamente se ha mostrado cauto en los asuntos de política exterior y en los geopolíticos que estén relacionados con EU. El sábado, sin embargo, mandó señales de cuál será la prioridad diplomática en la segunda mitad de su gobierno. El tema no puede quedar solo en el discurso. Se atrevió a criticar la hegemonía imperialista estadounidense y proponer un sustituto de la OEA. Tendrá que profundizar.

La vecindad entre México y EU ha sido muy compleja y tan interdependiente a pesar de la gran diferencia en tamaño como en poder, en cuya relación México siempre ha defendido su derecho a la soberanía e independencia. A veces las diferencias y confrontaciones son naturales, pero hay otras que si no se sopesan o se soslayan, las consecuencias las pueden sufrir los productores y exportadores nacionales. Interpretar de manera diferente las reglas de origen establecidas en el T-MEC como ahora, o una política migratoria lesiva a nuestros hermanos, son otros ejemplos.

En fin, México atraerá los reflectores diplomáticos por un tiempo de acuerdo a cómo evolucione su propuesta integracionista entre la comunidad latinoamericana y caribeña, y seguramente podría recobrar su liderazgo en la región y su presencia se fortalecerá por la posibilidad de un cambio a la izquierda en algunos países, pero con Estados Unidos no habrá ruptura política.