- AMLO convertido en jefe de campaña de Claudia Sheinbaum
- Dupla Ebrard-Monreal como prospectiva 2024 por otro partido o coalición
Juan Barrera Barrera
El presidente Andrés Manuel López Obrador de plano se ha convertido en jefe de campaña y vocero de su precandidata a sucederlo, Claudia Sheinbaum, y con ello continúa alimentando la crispación y enfrentamientos entre los grupos, corrientes de opinión y tribus en el interior del partido oficial, Movimiento de Regeneración Nacional.
El lunes el mandatario instruyó a su secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, con la orden precisa de sentar a dos de los aspirantes más confrontados, la jefa de Gobierno y Ricardo Monreal, con el fin de hacer las paces, pues los golpeteos entre sus respectivos equipos están cada vez más incontenibles.
Pero AMLO confirma día con día su autodefinición de ser un personaje muy terco, en su lenguaje coloquial, aunque en esa línea lo lleve a cometer actos que tiendan a provocar enconos entre sus propios correligionarios, lo que importa es que sus objetivos se cumplan. En este caso convertir a la ex académica de la UNAM en candidata de Morena a la presidencia de la República en el 2024.
Cargada de AMLO en favor de Claudia Sheinbaum
Es indudable que AMLO practica un irresponsable doble juego: sienta a los dos precandidatos mencionados para que depongan sus actitudes políticas agresivas y dos días después se encarga de incendiar la pradera que quiere apagar, visitando los terrenos de Sheinbaum, la colma de halagos y se toman una foto en la que aparece levantando la mano de su candidata y señalándola con el dedo índice, como su corcholata elegida. Como en los tiempos de la cultura del PRI, dedazo directo.
Y si alguien tenía duda o esperaba que López Obrador asumiera una posición más neutral o que se comportara políticamente correcto en un asunto muy delicado para su partido que viene de una elección dividida en la Ciudad de México, con esa imagen en Iztapalapa ya no queda duda de que hará lo que sea, incluso pasando por encima de la democracia interna de su partido, para imponer a Sheinbaum Pardo como la más segura sucesora de la 4-T.
El Presidente utiliza cualquier foro para llenar de elogios a la ex delegada en Tlalpan. En días pasados, en su conferencia de prensa mañanera, calificó a Claudia con MB (Muy Bien) y agregó que hay otros servidores públicos de gobiernos que también tienen MB, pero la jefa de Gobierno es de primera. AMLO utilizó la escala de evaluación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en donde NA es No Acreditó; S, Suficiente y B, bien.
Mancuerna Ebrard-Monreal en camino opositor a Morena
La cargada de AMLO en favor de Claudia Sheinbaum está aún lejos de que Monreal Ávila como Marcelo Ebrard se den por “muertos” en el juego sucesorio. El senador ha dicho que buscará convencer a AMLO y a la militancia de Morena que es el candidato puede garantizar seguir con el proceso de transformación en México. Monreal no tiene quien lo destape, pero ni falta que hace, para eso se pinta sólo, y si no es por su partido, lo será por otro, dejo entrever.
Oficio político le sobra al viejo zorro zacatecano. En las elecciones recientes del 6 de junio mostró músculo, contra sus enemigos morenistas, en la ciudad que gobierna su principal oponente. No dejo lugar a dudas de su poder de convocatoria al demostrar que puede inclinar la balanza en una elección en territorio muy codiciado políticamente, en donde seguramente también tendrá la oportunidad de contender sino por Morena, sí por alguna coalición opositora.
Se imaginan ustedes una mancuerna Marcelo Ebrard (moderado), candidato presidencial y Ricardo Monreal (radical) para la CDMX. Una alianza opositora de ese tamaño sería un escenario muy tentador, un polo electoral que desafiaría en todo el territorio nacional, el poder de la cuasi aplanadora oficialista Morena en el 2024.
El espaldarazo definitivo de López Obrador hacia Claudia hace suponer todos los escenarios posibles del ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México y del ex gobernador de Zacatecas, pero todos fuera del universo Morena. Cómo podría AMLO exigirles lealtad y que apoyen una hipotética candidatura de la académica, cuando él por lo menos no ha sido recíproco ni equitativo en el proceso interno de sucesión presidencial y que trata por todos los medios de limpiarle el camino a su favorita para encabezar la lucha por la presidencia en 2024.
El camino de dos aspirantes en Morena ya se definió. El asunto ya no es la ruptura que viene, cuando se ha llegado al límite político, sino cómo llevar el divorcio morenista, que sea de la forma menos dramática.