- Diálogo político o simulación con la oposición panista
- PAN ¿interlocutor válido de la 4-T, en lugar del PRI?
- Qué tienen que negociar dos fuerzas enfrentadas, antagónicas
Juan Barrera Barrera
Estas dos últimas semanas han sido de un contenido político muy intenso que aumenta el calor del escenario de la sucesión presidencial 2024, proceso que el presidente Andrés Manuel López Obrador, inició en forma muy adelantada después de los comicios del 6 de junio que modificaron el mapa electoral.
Llama la atención la rapidez con que el Ejecutivo aceptó la apertura al diálogo propuesto por Santiago Creel Miranda, secretario de Acción Política del PAN, y el lunes el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, lo recibió en sus oficinas de Bucareli.
El ex secretario de Gobernación le entregó formalmente una carta al presidente López Obrador el día primero de este mes, a nombre del PAN, con “el objeto de poder abrir un diálogo, que el principal partido de oposición del país no ha tenido por los primero tres años de gobierno”.
Diálogo o simulación entre fuerza antagónicas
El PAN, el partido más fuerte de la oposición, ha sido el más crítico y feroz del proyecto de la 4-T y de AMLO, y hora con mayor énfasis con la iniciativa de reforma al sector eléctrico propuesto por López Obrador. Este cambio de estrategia albiazul de confrontación por diálogo seguramente le hará cambiar su actitud crítica hacia la figura presidencial.
Como muestra un botón, el miércoles el dirigente nacional de esa formación política, Marco Cortés, dijo que va a un diálogo respetuoso del gobierno federal, sin claudicar a ser la oposición firme, valiente y decidida”. Anteriormente había cuestionado a gobernadores de su partido por asistir al Informe de Gobierno de AMLO, cuando el PAN busca acercamiento.
En la alianza opositora “Va por México” el PAN es la cabeza por ser el parido que más votos obtuvo en las recientes elecciones y por lo tanto más legisladores. El PRI es un partido totalmente desfigurado y en picada, el PRD se ha convertido en un ente insignificante. Los aliados han actuado en iniciativas programáticas, pero cada cual continúa con su agenda propia, de acuerdo a sus propios principios e intereses de partido.
Sin duda que en un ambiente de polarización política y de cerrazón al diálogo por parte de López Obrador, la apertura al diálogo, un instrumento básico de la democracia y para la buena gobernanza, es urgente y necesario. Y aunque el mandatario afirme que en su gobierno “se escucha a todos”, la propia realidad lo desmiente, pues ha rechazado dialogar, por ejemplo, con el poeta Javier Sicilia, con el peregrino argumento de que tiene que cuidar la investidura presidencial”.
PAN, de crisis en crisis
PAN y Morena son dos fuerzas políticas diametralmente opuestas. El panismo es corresponsable de todo el desastre del pasado que dice el presidente le heredaron los gobiernos del viejo régimen. Ambos se disputaron la paternidad de la reforma energética del presidente Enrique Peña Nieto. Los panistas afirman que fue un triunfo cultural de ellos. Los priístas se defienden con la retórica de que ellos la propusieron.
El diálogo de la derecha panista coincide con una crisis más dentro de las filas del PAN con su derrota escandalosa en los comicios extraordinarios para senador en Nayarit, en donde el partido fundado por Gómez Morín quedó en quinto lugar con un 2.4 por ciento de la votación, por debajo de Morena (52% de los sufragios), Movimiento Ciudadano (33%), que sorprendió a propios y extraños, PRI (4.1%) y PRD (2.6%). Vaya, hasta los votos nulos sumaron el doble (6 mil 110) que tuvo el PAN (3 mil 222) estuvieron por encima del blanquiazul.
Este resultado abrió otro frente de cuestionamientos hacia el líder nacional Marko Cortés. Uno de los más rudos ha sido el ex secretario general del PAN, Damián Zepeda, quien cuestionó el silencio de su dirigente. Duro el senador cuando asegura que “el partido se está cayendo a pedazos” y que desde la dirigencia hay varios errores que no quieren atender. Sentenció que si no se hace algo pronto se perderán las elecciones presidenciales de 2024 a manos de los candidatos de Morena.
Con esos antecedentes inmediatos, de fuertes crisis internas, llega el PAN a la mesa de negociación con su enemigo acérrimo. Es muy pronto para saber si la aceptación al diálogo de ambas partes es seria y creíble. Puede ser que en realidad sentarse a platicar y hacer un énfasis en medio de una guerra de insultos y descalificaciones sea genuino.
Qué pueden negociar dos proyectos antagónicos
Cuál es la agenda de temas a tratar en la mesa de diálogo: regreso de las estancias infantiles, apoyo a los municipios para el combate a la delincuencia, reducción de tarifas eléctricas, impulsar energías limpias. Cuando se llegue a discutir la reforma eléctrica, será aquí donde se armará el nudo gordiano, ya que la posición de AMLO es prácticamente inmovible, porque se trata del rescate de la industria eléctrica.
¿Qué podrían negociar dos partidos antagónicos?
¿Será que el PAN quiere realmente convertirse realmente en el interlocutor válido del oficialismo?, o ¿intenta distraer la atención pública de su crisis interna profunda?
A ver quién se para primero de la mesa.
AMLO, por su parte, tiene algo qué negociar con el PAN, si es así, a cambio de qué. O tal vez el presidente quiere presionar al PRI a que decida su apoyo a su iniciativa constitucional de reforma energética.
La actitud “dialoguista” del tabasqueño podría llevar jiribilla política: dividir a la triple alianza opositora y ahondar su debilitamiento de cara a los procesos electorales de 2022 en seis entidades federativas y posteriormente en las presidenciales del 2024.