- México prioridad en la agenda de Washington
- Repensar la Cumbre de las Américas
Juan Barrera Barrera
En el contexto de la pugna por la no invitación al gobierno de Cuba (junto con Nicaragua y Venezuela) por ser considerados regímenes dictatoriales a la IX Cumbre de las Américas a celebrarse en la ciudad de los Ángeles, California entre el 6 y 10 de junio, el gobierno de Joe Biden, anunció este lunes una serie de medidas que favorecerán sin duda el inicio del restablecimiento diplomático entre la isla y los Estados Unidos.
El anuncio de la Casa Blanca literalmente llega como agua de primavera, en los momentos en que se discute a nivel regional que se incluya a la isla, a iniciativa del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, así como a Nicaragua y Venezuela, en la lista de invitados a dicha Cumbre, de lo contrario México enviará a su titular de Relaciones Exteriores.
Otros países han hecho eco de la posición mexicana. Tal es el caso de Bolivia, Argentina, Honduras, la comunidad de países caribeños y en menor medida Chile. Guatemala anunció que tampoco asistirá por el hecho de que el Departamento de Estado de EU ha señalado a la recién reelegida fiscal general, María Consuelo Porras, de “obstaculizar la lucha anticorrupción en el país y socavar la democracia”.
Se sabe que durante su primer periodo de cuatro años, varios jueces fueron perseguidos y tuvieron que exiliarse por presiones de Porras, a quien el presidente Alejandro Guiammattei protege y defiende, al tal grado de confrontar al gobierno de Biden. La posición del mandatario no puede ser más que oportunista, pues la fiscal general ha sido criticada duramente tanto en su país como a nivel internacional por su falta de compromiso en el combate a la corrupción. Ahora el mandatario guatemalteco aprovecha la coyuntura y se cuelga de la posición mexicana.
Biden requiere del liderazgo de México
Pero el asunto para Washington es México. El gobierno de Joe Biden le ha dado prioridad a la presencia de México en la IX Cumbre de las Américas por su liderazgo latinoamericano, a pesar de que su presencia en la región ha disminuido sensiblemente y ahora Andrés Manuel López Obrador intenta recuperar esa posición de “hermano mayor” que alguna vez se le reconoció por sus gestiones pacificadoras.
Tal es la importancia de México para los Estados Unidos que el miércoles el gobierno estadounidense comisionó al ex senador Christopher Dodd y asesor especial de la IX Cumbre de las Américas para viajar a México a sostener una reunión con AMLO y negociar su presencia, sin embargo el encuentro se realizó de forma virtual en el que participaron además el canciller Marcelo Ebrard y el embajador estadounidense, Ken Salazar.
Además de que la parte mexicana insistió en que deben asistir los 35 países del subcontinente, definieron acuerdos en materia de economía y migración. Temas centrales del conclave: la movilidad laboral, la recuperación económica, cadenas de suministro y un plan de acción contra la pandemia. De acuerdo a la versión del jefe de la diplomacia mexicana, Marcelo Ebrard “la conversación fue franca e interesante”.
Lo cierto es que de la parte estadounidense no trascendió decisión alguna sobre la petición mexicana de invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Estados Unidos ha mostrado interés particular en la IX Cumbre de las Américas además de que es el anfitrión, necesita contar con el respaldo de la mayoría de los países de la región en momentos en que algunos, como los mencionados, han sido enfáticos en su apoyo a Rusia en el caso ucraniano. México y Argentina lo han externado pero en una forma velada.
Repensar la Cumbre de las Américas
De alguna manera la actitud radical de algunos gobiernos con respecto a la potencia del norte de América es una expresión de que la geopolítica del hemisferio occidental ha cambiado y al mismo tiempo es un reflejo de la poca importancia que la zona ha representado para los gobiernos de los Estados Unidos. De cierta forma, López Obrador lo expuso en su reciente gira por cinco países de Centroamérica y el Caribe, por el desinterés de Washington de agilizar los recursos para el programa “Sembrando Vida”.
Sin embargo, es conocida de sobra la estulticia de la máxima potencia y difícilmente cederá a las presiones de México y otros países. Hipotéticamente podría invitarlos, pero veo difícil que todos los mandatarios de los países excluidos asistan, pues ya les pusieron el dedo encima de antidemocráticos y totalitarios.
Estados Unidos podría hacer una excepción en el caso cubano, a juzgar por las recientes medidas de flexibilización hacia la isla que permiten más vuelos, fin del tope de las remesas, impuesto por el gobierno de Donald Trump, y reunificaciones familiares en la isla.
Joe Biden también flexibilizó su política restrictiva con el gobierno de Nicolás Maduro con relación a la comercialización del petróleo venezolano por la escasez del hidrocarburo debido al boicot contra Rusia por la invasión militar a Ucrania. Pero eso tampoco es indicativo de que Washington tenga que ceder para invitar a Maduro, porque seguramente querrá la presencia de Juan Guaidó.
En el caso Nicaragua definitivamente se ve imposible que la Casa Blanca ceda para contar con la presencia de Daniel Ortega que sigue persiguiendo opositores a su candidatura. Biden dará trato caso por caso y no en paquete como pretende López Obrador.
Tal vez sea muy aventurado, pero la cita en Los Ángeles podría significar una ruptura y, lo peor, el principio del fin de las Cumbres. Habría que repensar ese importante instrumento.