- Latinoamérica recobra relevancia estratégica para potencias
- Rusia-China en busca del liderazgo de Brasil
- La guerra determina la diplomacia global
Juan Barrera Barrera
América Latina se ha posicionado como una región geoestratégica en el tablero internacional en la que los bloques comerciales como las potencias, en lo particular, han puesto su mirada tanto política como comercial. Muestra de lo anterior son las visitas, una tras otra, que realizaron líderes rusos y de la Unión Europea a la región, en abril y junio.
A mediados de abril el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov realizó una gira durante una semana -17-21 de abril- por cuatro países latinoamericanos (Brasil, Venezuela, Nicaragua y Cuba) todos ellos son gobiernos aliados del Kremlin y los tres últimos de ideología antiestadounidense, aunque no se puede decir que sean importantes socios comerciales de los rusos.
La visita del hombre más importante de Rusia, después de Vladimir Putin, a la región realmente no tenía como objetivo tratar precisamente el tema económico comercial, su presencia era manifiesta para reafirmar el apoyo diplomático irrestricto de los tres países a Moscú en la guerra que mantiene con Ucrania.
Brasil se cuece aparte en su posición sobre la guerra ruso-ucraniana. El presidente Luiz Inácio da Silva intenta, no sin traspiés, mandar señales al mundo de que mantiene una política imparcial en el conflicto armado. Sin embargo, sus declaraciones apresuradas, aunque después trata de corregir, de culpar a Ucrania de ser también responsable de la guerra (“Lula” no reconoce que fue una invasión militar de Rusia), pierde credibilidad en el papel que quiere jugar como país intermediario en la solución del conflicto.
Brasil estratégico para Rusia y China
Para el Kremlin es más importante la relación con Brasil en la región, ahora que Lula ha regresado al poder y la apuesta es que asuma un liderazgo en América Latina que no pudieron lograrlo otros presidentes como Andrés Manuel López Obrador o liderazgos izquierdistas diferentes a los tradicionales en el caso de Gabriel Boric, de Chile, o Gustavo Petro de Colombia.
Junto con la India, China y Sudáfrica, Brasil y Rusia forman el grupo de países emergentes llamados BRICS, un bloque regional geopolítico de contrapeso a occidente y tiene en la mira expandirse incluyendo a más países. El gigante sudamericano es estratégico no solamente para Rusia, sino también para China que tiene fuertes intereses económicos en la región. Pekín y Brasilia pretenden convencer al mundo que su plan de paz es la mejor opción para pacificar el conflicto ruso-ucraniano, pero no es muy convincente para la OTAN y aliados.
Sergei Lavrov, del sector duro del gobierno de Moscú y brazo fuerte de Putin, vino en busca de nuevas alianzas y de “comprensión” de “su nuevo concepto de política exterior de Rusia” que busca poner fin a las hostilidades, a pesar de que los países latinoamericanos no están completamente de acuerdo con Moscú y aunque asumieron posiciones neutrales, se han opuesto al envío de armas a Ucrania.
Desde 2019 Lavrov no visitaba la región y llegó en los momentos en que las operaciones bélicas rusas contra Ucrania parecen tener más problemas que avances en la región del Donbás, la misión del responsable de la diplomacia moscovita busca reforzar sus relaciones diplomáticas, en un continente donde Estados Unidos aún tiene una indiscutible presencia, mandar señales de que no está aislado y que hay naciones que creen que su gobierno está empeñado verdaderamente en llegar a un acuerdo de paz, siempre y cuando sea favorable a sus intereses.
“Lula” Da Silva guardar el equilibrio entre Moscú y Washington
Latinoamérica jugará un rol central en la diplomacia de guerra en el que Brasil estará al frente. El protagonismo de “Lula” Da Silva después de la crisis política que atravesó al inicio de su gobierno, ha sido muy intenso en el concierto internacional. Se ha estado reuniendo con los líderes mundiales (recientemente estuvo con Xi Jingping y con el Papa Francisco) cuyo tema primordial es la paz.
“Lula” es un personaje goza del reconocimiento mundial desde su primer gobierno. Su encarcelamiento durante el gobierno ultraderechista de Joao Bolsonaro no lo debilitó; salió para ganar su tercer periodo presidencial. Su activismo no solo se centra en el liderazgo latinoamericano, busca liderar a los países emergentes del bloque de los BRICS en el ámbito global cuando Rusia está prácticamente impedida, China sigue enfrentada con los Estados Unidos y la India sumida en una crisis política.
Brasil ha tratado de mantener buenas relaciones con Washington, pero los errores de Luiz Inacio en el tema de la invasión armada de Rusia a Ucrania, podrían afectar seriamente los objetivos del mandatario carioca que tendrá que hacer las veces de equilibrista para no quedar mal ni con Rusia ni con Estados Unidos. No cabe duda que la conflagración rusa-ucraniana determina hoy las relaciones globales.