- ¿Oposición Habemus? En busca del método ideal, creíble y… legal
- PRIANRD buscan construir fachada ciudadana para fines políticos
- No es Santiago Creel, es Xóchitl Gálvez
Juan Barrera Barrera
La dinámica política del presidente Andrés Manuel López Obrador que desde el 2021, después de las elecciones de ese año en las que el partido oficial perdió votos significativos que se reflejaron en la baja en curules federales, decidió adelantar el proceso de sucesión presidencial al interior de Morena ya alcanzó a la oposición.
En esa vorágine política la coalición opositora “Va por México” se ha visto irremediablemente arrastrada, a pesar de que reconoce que también está violando los tiempos electorales que marca la ley, pero se cura en salud con el argumento de que la figura del Frente está contemplada en la constitución.
Después de la dolorosa derrota del PRIANRD por la gubernatura del estado de México, el pragmatismo político o conveniencia por la sobrevivencia política de los partidos que integran la coalición de “Va por México”, se ha reanimado con miras a las estratégicas elecciones presidenciales del 2024.
El Frente ciudadano para ocultar el desprestigio de PRIAN
Han encontrado el instrumento “legal” en el Frente Amplio por México que a través de las organizaciones de la “sociedad civil” busca legitimarse ante el electorado, sin embargo, a unos días de haberse formado con 11 integrantes, entre los que se contaban a ex consejeros electorales, académicos y escritores, afloraron las contradicciones por la mano negra de los partidos políticos.
La oposición intenta construir una fachada de “organización ciudadana” que definirá las reglas y la observación del proceso interno, pero las dirigencias partidistas han evidenciado que no están dispuestas a perder el control real de la elección de quién será su abanderado o abanderada. Su intención de nombrar a dos representantes por cada partido en el malogrado Consejo Electoral Ciudadano violentó su independencia, integración ciudadana y autonomía, por ello sobrevino su disolución, el martes un día después de formalizarse el Frente. Entendieron, los no exconsejeros electorales entendieron que era una trampa, una simulación.
La manzana de la discordia que priva en el seno del nuevo instrumento de la oposición es la metodología para definir una candidatura de unidad, cuyos requisitos son vistos por algunos aspirantes como inequitativos como la recolección de 150 mil firmas por persona para tener derecho a registrarse. El método lleva dedicatoria, ya que los afiliados a los partidos políticos llevan ventaja por la capacidad de movilización y estructura territorial sobre aquellos que no tienen filiación, como la senadora Lily Téllez que entendió que no tiene posibilidades y decidió retirarse de la contienda interna.
Ambas coaliciones trasgreden reglas electorales
Las dirigencias del -PRI-PAN-PRD- tienen razón que es una figura constitucional y esa circunstancia les quita un gramo de ilegalidad. Sin embargo, la constitución del Frente debe ser para objetivos de índole no electoral y debe establecer tiempo de duración y sus causas. Pero todos sabemos que los fines que persigue el Frente Amplio por México son muy específicos como la elección del “responsable nacional de construir un frente amplio por México”, lo que es lo mismo, candidato(a) de “Va por México” a la presidencia de la República.
Ambas coaliciones que disputarán el poder en el 2024 se empatan en eludir las reglas electorales al realizar actos anticipados de campaña que va contra el desarrollo democrático, con la pasividad de las autoridades del INE. El miércoles la Comisión de Quejas y Denuncias del organismo rechazó, con dos votos en contra y uno a favor, un proyecto que proponía frenar las giras y actos públicos de los aspirantes a coordinador de defensa de la Cuarta Transformación de Morena y aliados. Ante ese resultado, la última palabra la tendrá la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Un punto a favor de las formaciones políticas de oposición es que ya están en el terreno de juego. Los reflectores políticos se han movido de la campaña de los aspirantes oficiales. La coalición “Va por México” ha reaccionado a las provocaciones de López Obrador quien está involucrado en todo el proceso sucesorio que incluye al de la oposición.
Es Xóchitl Gálvez… y ¿”Mejor Marcelo”?
El presidente se aventura a afirmar que los partidos de enfrente ya tomaron la decisión y que la próxima semana él dará a conocer el nombre del designado. Pero tampoco puede eludir la percepción, que prevalece desde hace tiempo en el ambiente político y medios de comunicación, de que ya tiene palomeada a su posible sucesora.
El problema en ambos bloques es de transparencia y credibilidad. Para algunos analistas la selección de aspirantes y la encuesta propuesta por AMLO no es sino el equivalente a la versión más moderna del tradicional “dedazo” que distinguía a los presidentes para designar a los candidatos a sucederlos.
Por las declinaciones de algunos aspirantes (el senador Germán Martínez, el gobernador de Yucatán Mauricio Vila Dosal y la senadora Lilly Téllez y antes “Alito” Moreno), las presiones son muy fuertes en el interior de la coalición “Va por México” y amenazan con fracturar la cohesión que busca afanosamente derrotar al proyecto obradorista.
Ha empezado a correr tinta en torno a que, como ha dicho AMLO, la coalición PRIANPRD ya tomó la decisión en favor de la senadora Xóchitl Gálvez, en lugar de una cara muy desgastada y cuestionada como la de Santiago Creel, quien tendría el apoyo del sector empresarial (léase Claudio X. González) para enfrentarse posiblemente a otra mujer: Claudia Sheinbaum, a menos que también haya sorpresas y sea “Mejor Marcelo”.