Política Global

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  • El momento de los países del sur global
  • BRICS ampliado y el G77+China reclaman espacios de poder
  • El factor religioso, una de las máxima debilidades

Juan Barrera Barrera

La invasión de las fuerzas militares rusas a Ucrania y la imparable confrontación comercial China-Estados Unidos (las dos economías mundiales), han redimensionado el tablero mundial en el que los países emergentes reclaman un espacio más protagonista e igualitario en los foros multilaterales para reducir las brechas Norte-Sur.

En su 15ª Cumbre anual, celebrada en Johannesburgo el mes pasado, las naciones pertenecientes al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) tomaron la iniciativa de expandir su membresía al dar entrada a seis países más: Irán, Argentina, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía.

En realidad, todos estos países tienen muy poco en común, sus economías son muy dispares y evidentes discrepancias ideológicas y religiosas, pero juntas juegan un papel preponderante en el ajedrez geoestratégico internacional que pueden hacer contrapeso al poderío de occidente como se está observando en la exploración de una moneda común en el club de estos países para dejar de depender del dólar estadounidense.

El G-77+China un jugador de poder geopolítico

En el nuevo escenario global, los bloques regionales vuelven a resurgir ahora quizás con más fuerza. El motivo que unifica a estos países no puede ser otro que el hartazgo del dominio y las imposiciones de las potencias europeas y de Estados Unidos y su modelo conocido como el Consenso de Washington que está llegando a su fin porque solo beneficia a esas economías centrales.

Otra demostración de músculo sureño la escenificaron el llamado Grupo de los 77 (G-77+ China) en su cumbre celebrada el 15 y 16 de mes, en La Habana. Más allá de los temas cruciales para estas naciones que debatieron (iniciativa para el Desarrollo de la Ciencia, Tecnología e Innovación para el Sur), el Sur global busca tomar la iniciativa en el nuevo orden mundial y en algún momento desafiar al poderoso Norte.

Son economías muy dispares de países asiáticos, árabes, africanos y latinoamericanos han encontrado formas de cooperación fuera de toda imposición hegemónica. Se han dado la oportunidad de ser diferentes a los esquemas tradicionales de sojuzgamiento de los centros de poder político y económico. Ese es el planteamiento que les da fuerza, la apuesta por una diversidad razonable en donde sus sociedades son el centro de las preocupaciones, y de respeto a sus posibilidades de desarrollo concretos.

La cuestión religiosa una gran debilidad

Para mantener la unidad y la fortaleza en la diversidad tendrán que ser lo suficientemente inteligentes para dirimir cualquier diferendo de cualquier naturaleza entre un número de países muy elevado con diferentes regímenes en un mundo tan cambiante.

En el caso de los BRICS, dos nuevos integrantes que mantienen una relación muy distante y conflictiva porque son dos etnias, chiítas y sunitas, enfrentadas históricamente las que gobiernan a Irán y Arabia Saudita, han reavivado la confrontación por declaraciones tal vez imprudentes del príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman de que “La normalización de relaciones con Israel, con la mediación de Estados Unidos, está cada día más cerca”.

La declaración molestó la sensibilidad del régimen ayatola iraní y la consideró una traición al pueblo palestino. Arabia Saudita se sumaría a las cinco naciones árabes que ya han restablecido relaciones diplomáticas con el Estado de Israel. China ha jugado un papel diplomático importante de mediador en Medio Oriente entre Riad y Teherán. Pero la normalización de relaciones bilaterales entre ambos países podría abrir fisuras en los esfuerzos de paz en una región geoestratégica muy delicada.

La cuestión religiosa y étnica puede ser una de las principales debilidades de los países emergentes.