Política Global

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  • Latinoamérica requiere de liderazgos propositivos
  • Apostar por resolver pacíficamente las diferencias diplomáticas

Juan Barrera Barrera

La crisis diplomática entre México y Ecuador sigue impactando la región, ahora con el anuncio del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de romper relaciones bilaterales con el gobierno de Quito, en solidaridad con su homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador y se suma al de Managua.

Desde diversos organismos internacionales y gobiernos ya se ha condenado la violación, sin precedentes, a la sede diplomática de México en el país sudamericano al entrar la policía y fuerzas armadas para capturar al ex vicepresidente Jorge Glas, condenado por la justicia ecuatoriana por diversos cargos de corrupción y que se encontraba refugiado en la embajada mexicana desde diciembre.

Protagonismos excesivos dañan relaciones

Las tensiones en la región se han intensificado a raíz de las polémicas declaraciones del mandatario mexicano en las que infiere que el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, el año pasado, habían influido en los resultados electores en favor del candidato ganador, Daniel Noboa y en perjuicio de la candidata Luisa González, muy cercana al ex presidente Rafael Correa, también perseguido por la justicia de su país.

Ha quedado claro que la acción de las fuerzas policiacas a la embajada mexicana fue una violación flagrante al derecho internacional (Convención de Viena), ya que los gobiernos locales están obligados a proteger las misiones diplomáticas, independientemente de las diferencias entre los presidentes.

López Obrador fue imprudente al emitir esa declaración, muy a destiempo, sobre los comicios de un país amigo con el cual se estaba negociando un tratado de libre comercio que provocó la acción torpe de un mandatario inexperto como Noboa. Los protagonismos excesivos tienden a dañar las relaciones diplomáticas.

El presidente mexicano tiene un antecedente inmediato con el gobierno de Dina Boluarte, presidenta sustituta del Perú, país al que se negó a entregarle la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), por la detención del presidente Pedro Castillo, lo que fue calificado como un acto injerencista de AMLO en asuntos políticos de otro país.

Liderazgos irresponsables vs liderazgos propositivos

El problema es que los gobiernos latinoamericanos en lugar de conflictuarse deberían de tratar de buscar lazos de acercamiento y cooperación en temas que son comunes a la región como el combate al tráfico de drogas y a las organizaciones delincuenciales, mayor cooperación en la solución a problemas de salud pública (Argentina atraviesa por un grave contagio de dengue) y un sinnúmero de asuntos.

El hemisferio occidental desde hace tiempo carece de verdaderos liderazgos propositivos que puedan conjuntar a la mayoría de los gobiernos locales e imprimirle rumbo a la zona. Requerimos de líderes no sólo carismáticos, sino convincentes y entregados a la causa latinoamericana. Es necesario un liderazgo con capacidad de sentar a la mesa de negociaciones a los mandatarios de diversas ideologías.

Es lamentable que los líderes en lugar de tender puentes de entendimiento y de reparación de las relaciones diplomáticas, sus esfuerzos los canalicen hacia acciones divisivas y resolver pacíficamente las diferencias entre Estados soberanos y normalizar las relaciones regionales en vez de las rupturas con el argumento falaz del solidarismo.