- Exige la oposición, como AMLO, voto por voto
- Inconsistencias electorales no son fraude
- Claudia logra triunfo democrático y real
Juan Barrera Barrera
La única sorpresa de los comicios del 2 de junio es que ni Morena se esperaba el alto porcentaje de votación. No funcionó el voto útil pedido por la oposición de derecha, tampoco la propaganda negra (narco candidata) en contra de la candidata oficial, Claudia Sheinbaum, de la coalición “Seguimos Haciendo Historia.
La coalición opositora PRI-PAN-PRD se topó con la adversidad de los votantes. Los resultados fueron solo una corroboración de una pésima estrategia de campaña del equipo de Xóchitl Gálvez. Los partidos y los principales personajes que la postularon (los priístas “Alito” Moreno, los esposos Moreira Viggiano, los panistas Santiago Creel, los Marko Cortés, los Claudio X González y un largo etcétera) acusaron una triste realidad: están totalmente desprestigiados social y políticamente.
Le apostaron en extremo al voto de castigo con una campaña nada efectiva de cuestionamiento al gobierno de la Cuarta Transformación, mientras que su principal oponente del gobernante partido guinda, Claudia Sheinbaum, optó por la disciplina y la mesura, siempre con el cuidado de no cometer errores, a diferencia de la hidalguense que con su estilo populachero no logró conectar con el electorado.
Como AMLO en 2006, la oposición exige conteo voto por voto
El voto útil y el voto oculto nunca llegaron, para su desgracia, a las urnas en favor de los candidatos de la oposición. Y para sorpresa de la científica y de las formaciones políticas que la sustentan, ese electorado les favoreció de manera determinante. Tampoco salió a votar el 65 por ciento del electorado que según los estrategas electorales de Xóchitl les aseguraría la presidencia. Eran argumentos de una derrota anunciada.
La marea rosa y otras organizaciones sociales que apoyaron a la abanderada contraria al gobierno de la 4-T se quedaron chiquitas ante el avasallamiento de los electores en favor de la representante de la continuidad. Desde las voces críticas se dijo que la elección sería como un plebiscito para la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador: los ciudadanos refrendaron las políticas del proyecto morenista. Los programas sociales, que se conjugaron con otros factores jugaron un papel relevante en la decisión de los votantes a la hora de depositar su voto.
Pero no queda allí la tozudez de Gálvez Ruiz y de los dirigentes de los partidos que la postularon. Ahora echan todo su resto y le apuestan a lo que López Obrador hizo suyo en sus años de perdedor electoral: la retórica del fraude electoral. Esos que ahora gritan fraude, ayer defendían (¿hipócritamente?) en las calles al órgano electoral “El INE no se toca”.
PAN y PRD fueron partidos protagonistas centrales de las reformas electorales de los años 90, lo mismo el PRI como partido dominante primero en la Comisión Federal Electoral y luego en el IFE, como fuerzas opositoras que por décadas fueron marginadas en la discusión y relegadas en la construcción de leyes electorales más justas o equitativas para los partidos pequeños.
Inconsistencias electorales no son fraude
La jornada electoral del domingo arrojó una participación ciudadana del 61.5 por ciento y le otorgó un vasto y democrático triunfo a Claudia Sheinbaum Pardo. Difundir irresponsablemente que fueron elecciones fraudulentas es acusar sin fundamento a miles de ciudadanos que participaron como funcionarios de casilla de haber realizado un mal trabajo y/o que se prestaron para cometer irregularidades.
Es imposible que no ocurran inconsistencias en todo tipo de elecciones. Las recientes no son la excepción, máxime que fue una elección muy compleja, la más grande de la historia, más de 20 mil cargos de elección popular en disputa. Sin embargo, las irregularidades tendrán que ser revisadas y los organismos correspondientes, ya sea el INE o los tribunales electores, deberán darle la solución apegada a la normatividad.
La candidata y los líderes partidistas opositores también emulan a AMLO cuando perdió la elección del 2006, con la exigencia del conteo de voto por voto en 80 por ciento de las casillas. La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, y el presidente López Obrador, han externado su complacencia para que se abran las urnas y se cuenten los sufragios.
También en Morena las pasiones políticas se desbordan por el caso de los resultados en el estado de Jalisco. El dirigente nacional de ese instituto político, Mario Delgado Carrillo, muy envalentonado, se subió al ring y reclamó lo mismo que el PRIAN y como advertencia a las autoridades electorales jaliscienses les recordó que es alumno avezado de López Obrador en las lides de resistencia.
Avasallante triunfo de Sheinbaum Pardo
Los resultados no cambiarán sustancialmente, pero los inconformes intentarán ganar algunas diputaciones justo cuando se discute la posible sobrerrepresentación que podría tener Morena y aliados (PVEM y PT) en ambas Cámaras, lo que le otorgaría la mayoría calificada para poder llevar a cabo su publicitado “Plan C” de reformas constitucionales sin necesidad de negociar con los partidos contrarios.
El dirigente del PRI, Alejandro Moreno, y sus socios políticos del PAN, Marko Cortés, y Jesús Zambrano del PRD, se rasgan las vestiduras y se victimizan cuando los electores y sus seguidores esperarían una evaluación autocrítica, pero imposible porque se requiere de un poco de vergüenza. Ellos estarán en el Senado con escaño asegurado y Xóchitl, que ha regresado al Senado, el día de mañana volverá a ser la ciudadana emprendedora.
Y el nuevo ideólogo, el empresario Claudio X. González, con el fracaso a cuestas deberá pensar en nuevos negocios. Llevará una carga muy pesada en su memoria: Claudia Sheinbaum obtuvo 35 millones 923 mil 996 votos (59.75 por ciento del total de sufragios), mientras que Xóchitl Gálvez logró 16 millones 502 mil 444 boletas (27,45 por ciento). Por su parte, Jorge Álvarez Máynez, candidato de MC, se ubicó con 6 millones 204 mil 516 votos (10.32 por ciento). Los datos corresponden al 100% de las casillas computadas de la elección presidencial, en la tarde del día de ayer. La triunfadora logró un mandato real y democrático.