Política Global

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  • Voces por la ruptura Sheinbaum-AMLO
  • La nueva mandataria va por diálogo y negociación

Juan Barrera Barrera

¿La presidenta electa será una mala calca de la personalidad de Andrés Manuel López Obrador como se ha venido cuestionando?

Definitivamente no. Tampoco creo que sea un dilema para Claudia Sheinbaum Pardo. El problema, me parece, es evitar no parecerse a su antecesor en su estilo de gobernar. La científica tendrá que hilar fino y encontrar rápidamente su estilo propio de gobernar.

No hay ninguna duda de que la imagen y la larga trayectoria de lucha social de AMLO reavivó un fenómeno que parecía ya superado: el culto a la personalidad, que mucho daño causó a varias generaciones de izquierda. Y su estilo rijoso y de hacer política fue un ingrediente relevante para que amplios sectores de seguidores reafirmaran su admiración hacia una persona que le tiene afecto y respeto al pueblo, porque es parte indisoluble de ese conglomerado abstracto.

No habrá ruptura Sheinbaum-López Obrador

Claudia Sheinbaum es parte de un proyecto de nación que viene construyendo al lado de López Obrador desde hace dos décadas, en el cual existen más afinidades que diferencias. Sin duda ha habido actitudes cuestionables cuando era jefa de Gobierno de la Ciudad de México, pues acostumbraba a repetir la retórica lopezobradorista.

Es verdad el peso político que ejerce López Obrador sobre sus colaboradores. Durante muchos años se dedicó a construir un liderazgo político y social que lo han convertido en uno de los personajes más populares de Latinoamérica y su gestión administrativa goza de una alta aprobación.

Sin embargo, ese poder popular lo ha utilizado de manera extrainstitucional para imponer agenda nacional, rechazar el diálogo, para atacar a quienes lo cuestionan o defenestrar a quienes no piensan o no están de acuerdo con sus ideas y forma de ejercer el poder de manera unipersonal.

Daniel Cosío Villegas, crítico del poder y uno de los escritores preferidos de AMLO afirmaba que, “…puesto que el presidente de México tiene un poder inmenso, es inevitable que lo ejerza personal y no institucionalmente, o sea que resulta fatal que la persona del Presidente le dé a su gobierno un sello peculiar, hasta inconfundible. Es decir, que el temperamento, el carácter, las simpatías y las diferencias, la educación y la experiencia personales influirán de un modo claro en toda su vida pública y, por lo tanto, en sus actos de gobierno”.

Hay quienes han llamado a Claudia Sheinbaum a romper con López Obrador porque de otra forma no la va dejar gobernar y la reforma al poder Judicial es una muestra fehaciente de que la dejará atada de manos, de tal suerte que después del primero de octubre que termine el sexenio siga como el hombre fuerte detrás del poder.

Diálogo y negociación, la diferencia de la presidenta electa

Por fortuna, la presidenta electa ha estado demostrando habilidad para manejar los diversos escenarios, sin aspavientos y con atinada prudencia. Los movimientos financieros y la devaluación del peso provocados por el anuncio imprudente de algunos dirigentes morenistas, sobre la inminente reforma al poder Judicial, los pudo superar con sobrada inteligencia en parte con la designación de seis integrantes de su gobierno entre los que sobresalieron Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard.

La integración de éste tiene su especial relevancia, ya que fue a través del diálogo y la negociación que Sheinbaum Pardo logró cerrar heridas que la carrera por la nominación presidencial había provocado entre ambos. Fue una buena señal positiva al país porque el dialogo puede ser la gran diferencia con López Obrador al que siempre ha sido poco proclive.

No habrá ruptura entre Sheinbaum Pardo y López Obrador. En la medida que empiece a gobernar la nueva mandataria impondrá su sello personal y no será más de lo mismo. Claro que el proyecto es el mismo, apenas en esta administración se sentó el primer piso. La mandataria virtual ha dicho en campaña que habrá continuidad, pero con cambio. La construcción del segundo piso requerirá de la participación de la mayoría de los mexicanos para que le dé mayor sustento legal y social.

El nuevo gobierno que llegará con un amplio poder que le otorga la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y amplia presencia en la de Senadores, pero no será suficiente. Se requerirá de diálogo y negociación con una oposición muy débil, pero será más pertinente aprobar las reformas constitucionales de forma consensada que le den mayor legitimidad al nuevo gobierno.

Sheinbaum deberá construir su propio poder político con acciones de gobierno que favorezcan a la mayoría de los mexicanos y una sana cercanía con el poder económico y financiero, mismos que ya le manifestaron su apoyo a la nueva mandataria, quien ha subrayado a los dueños del capital que el Estado no es su administrador como en otros tiempos.