Política Global

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  • Sheinbaum Pardo enfrentará lo más difícil: gobernar un país complejo
  • La presidenta reafirmará lealtad a AMLO, pero con personalidad propia
  • El gobierno frente a otro conflicto con la SCJN que someterá a revisión reforma

Juan Barrera Barrera

La polémica en torno a si la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo seguirá atada a la imagen y personalidad de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, o se atreverá a dar el salto y asumir una personalidad política propia, será un tema recurrente en la medida que la nueva mandataria vaya desarrollando su agenda política, pero no tiene que esperar a que corra todo el sexenio.

La primera mujer presidenta en 200 años ha machacado que seguirá a pie juntillas el proyecto transformador que inició con López Obrador y con Morena como el instrumento político. Sheinbaum Pardo inició su gobierno subrayando el mensaje de campaña de “continuidad con cambio” para la edificación del segundo piso de la Cuarta Transformación.

Carácter y decisión para gobernar

La nueva mandataria ha iniciado el trabajo más difícil: saber gobernar y bien, para todos; el diálogo con las demás fuerzas políticas será uno de los principales instrumentos que reafirmarían su fuerza ganada en las urnas. Deberá mostrar carácter y decisión en el quehacer cotidiano del ejercicio del poder, experiencia la tiene cuando fue Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, pero ahora está al frente del destino de un país muy complejo y con muchos problemas acumulados y otros nuevos. Cuenta con el poder necesario, pero de ese tamaño son los problemas.

CSP dejó claro a la oposición que su partido, Morena, es mayoría calificada y harán valer esa posición que es una condición inevitable para continuar con el cambio de régimen y del sistema político desde las reformas constitucionales que le heredó, entre otros asuntos, el político tabasqueño. Sheinbaum cuenta con el poderío legislativo, pero deberá utilizarlo razonablemente en las reformas por venir y a mismo tiempo construir una narrativa propia.

Seguirá identificada con AMLO, pero con agenda propia

Claudia Sheinbaum ha sido leal absolutamente a su mentor político, pero también está obligada a construir una presidencia independiente y dar prioridad a su agenda y contenido a los temas que trazó como 100 compromisos de gobierno, a pesar de que la mayoría de los legisladores y gobernadores morenistas también son fieles seguidores del lopezobradorismo y eso le pone una dura prueba que podría superar en la medida que los vaya coptando o atrayendo a su ideario. Quizás habrá políticos guindas que la quieran ponerla bajo “fuego amigo” cuando sientan que los está relegando porque de plano no le sirven para avanzar en su agenda pública.

El obradorismo perdurará no sabemos por cuanto tiempo, mucho dependerá del estilo personal de gobernar de la nueva representante del Ejecutivo, formada en la academia y la investigación, que maneja evidencias concretas, datos duros y comprobables, alejada de charlatanerías como la post verdad. Pero tiene un gran negativo, su acendrado culto a la personalidad a su antecesor con el que tendrá que lidiar, pero evitar que eso no se vea como un alejamiento.

No habrá rompimiento entre la nueva presidenta y el presidente saliente, son parte esencial del movimiento que los ha llevado al poder y a refrendarlo, han sido pilares fundamentales en la cimentación de la nueva hegemonía nacional que ha disminuido a la oposición tradicional a su mínima expresión.

Claudia tendrá que demostrar de qué está hecha

La presidenta no está pensando en echarse un pleito gratuito con su guía político. Es bien agradecida. Tampoco puede ser una segunda versión de AMLO, pero sí habrá diferencias en la agenda. A fin de cuentas, ella será la responsable de sus actos, de su gestión al frente de un país ensangrentado por las bandas criminales y con fuertes presiones en las finanzas públicas por las debilidades de la economía que no crece. Vamos a ver de qué está hecha la primera mujer presidenta; veremos cuáles son sus fortalezas y debilidades.

Me parece que una dura prueba de fuego ya la tiene en ciernes su gobierno: un nuevo frente en la confrontación con el Poder Judicial por las reformas de fin de sexenio que levantó ámpula entre los trabajadores, jueces, magistrados y ministros del sector. Ayer jueves, por mayoría de ocho votos contra tres, la Suprema Corte de Justicia de la Nación aceptó tramitar las consultas que buscan frenar el rumbo de la reforma constitucional al Poder Judicial que ya fue promulgada.

Es la primera vez que la SCJN someterá a revisión una reforma constitucional. Como respuesta, la ministra Lenia Batres, una de las tres que votaron en contra, sostuvo que la Corte no tiene facultades para someter a revisión cambios a la Constitución aprobados por el Poder Legislativo porque violaría el principio de supremacía constitucional, así como la división de poderes y el Estado Constitucional de Derecho”, por lo que la Corte estaría “dando un golpe de Estado” al pretender someter a control constitucional el trabajo del poder reformador. Se avizora una fuerte discusión.