- No es el momento de las mujeres en Estados Unidos
- El voto latino fue para un misógino, mentiroso, machista, acosador…
- El triunfo de Trump es para el nativismo blanco de MAGA
Juan Barrera Barrera
No, no fue el momento de las mujeres, ni ahora con Kamala Harris, ni lo fue hace ocho años con Hillary Clinton. Pero sí lo ha sido el de un misógino, de un mentiroso, de un acosador de mujeres, de un narcisista, de un racista. Sí, ha sido el momento de Donald Trump.
El magnate inmobiliario ha ganado las elecciones, las proyecciones en los resultados lo enfilan directamente hacia la Casa Blanca por un segundo periodo. Será una victoria muy holgada. No se descartaba un posible triunfo de Trump, pero no de manera tan contundente. La ultraderecha de MAGA prácticamente arrasó casi en todo el territorio, incluso en estados en donde tradicionalmente votan por los candidatos del Partido Demócrata (Pensilvania, Michigan y Wisconsin).
¿Qué fue lo qué pasó? Los temas de Donald Trump lograron penetrar en el ánimo de los electores a través de las mentiras. Retomó el mensaje de una nación en declive, machacó con los altos precios de productos básicos y una crisis económica bajo la administración demócrata, con la promesa de “arreglar todo lo que están mal” en el país.
Latinos e hispanos dieron su voto a Trump
El voto latino también se tiño de rojo republicano. Hace falta una explicación psicológica para entender el porqué de la comunidad latina votó por Trump. El voto hispano le ayudó ganar la elección, prefirió darle su voto a un personaje que los desprecia y que han sido blanco de sus ataques desde el 2016, promoviendo el odio y el racismo, y amenazando que va a deportar a un millón de personas.
Donald Trump se llevó el carro completo, incluyendo las cuatro llantas. Ganó el voto popular, el Colegio Electoral, el Senado, que estaba en manos de los demócratas, la Cámara de Representantes y hasta podrá controlar a la Suprema Corte de Justicia, ya que próximamente podrá imponer a tres ministros, sumados a los que fueron elegidos por él hace ocho años.
La marea roja fue un bestial tsunami electoral que avasalló a un debilitado Partido Demócrata que no le alcanzó con la figura renovada de Kamala Harris. La autocrítica del senador socialdemócrata Bernie Sanders apunta al abandono del PD a la clase trabajadora y ahora los trabajadores abandonan al partido y prefieren emigrar hacia el Republicano. Trump, en cambio, ha logrado capitalizar la frustración de los asalariados bajo la retórica de la defensa del empleo a través de la repatriación de las empresas como la automotriz.
En EU ganó el nativismo blanco de MAGA
El 5-N fue un martes negro. Lo será para la gran mayoría de los estadounidenses, ojalá me equivoque, pero ya lo vimos en su primer gobierno, como muestra está la intentona de desaparecer el seguro médico, medida a la que se opusieron varios congresistas republicanos porque los perjudicaba electoralmente. Para México será una noche triste. El ultraderechista sigue amenazando con imponernos aranceles de 25 hasta un 75 por ciento a las exportaciones provenientes de México para presionar al gobierno a frenar el flujo migratorio y de drogas a través de la frontera.
La presidenta Claudia Sheinbaum cometió el error al titubear en reconocer el triunfo del empresario, aunque después corrigió con una llamada, cuando la gran mayoría de los líderes mundiales, incluso de aquellos que lo cuestionaban durante su campaña, ya lo habían felicitado. Para el próximo año viene la revisión del T-MEC, un tratado comercial al que Donald Trump le tiene tirria, porque le parece que es muy ventajoso para México. La 4-T deberá preparar a los mejores negociadores sin descartar a quienes participaron en la primera firma.
Kamala Harris equivocó la temática. Si bien la democracia, la defensa de la legalidad y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo (derecho al aborto) siempre son rubros importantes, en un ambiente electoral no son suficientes cuando todo mundo sabe que en la Unión Americana los estadounidenses votan con el estómago, de acuerdo con su bolsillo. La vicepresidenta olvidó la economía y sus propuestas de cómo mejorarla.
La derecha internacional festeja el regreso de su máximo líder. El magnate neoyorquino ha capturado al Partido Republicano, él lo dirige, lo manipula. Tal vez en un tiempo no muy lejano se convierta en el Partido MAGA (siglas en inglés, Hagamos Grande a Estados Unidos otra vez), con una base sólida de ultranacionalistas.
Ganó Trump y con él el nativismo blanco, la antiinmigración, la antiglobalización y el proteccionismo. Ganó un delincuente. Aún tiene causas abiertas que podrían llevarlo a la cárcel, la más grave por incitar a una insurrección al Capitolio en 2020 y que ha sido declarado culpable de 34 delitos federales en espera de sentencia. Pero tendrá un poder ilimitado y seguramente lo utilizará para evitar los juicios que le esperan.
Triunfo de Trump supone cambios en el escenario partidista
La llegada de Donald Trump al poder de la máxima potencia global supone, asimismo, una transformación. El próximo huésped de la Casa Blanca se prepara para asegurar la continuidad de su proyecto ultranacionalista en la persona de su vicepresidente JD Vance, relativamente joven de 40 años, destacado seguidor del movimiento nativista MAGA. El senador no tiene enfrente alguien que le pueda hacer sobra, luego de la caída vertical del gobernador de Florida, Ron DeSantis.
El Partido Demócrata tendrá que reinventarse. Les espera un trabajo fuerte con sus bases para formar cuadros competitivos ante la expansión del fenómeno del nativismo blanco. Recuperar a los sindicatos y sus agremiados es un tema inmediato, pero a la par de trabajar con los sectores juveniles y los latinos y demás clases emergentes.
Trump ha sabido leer con acierto el pensamiento conservador estadounidense. Ese es otro pendiente de los azules, cómo llegar a una sociedad altamente conservadora, pero sin convertirse al conservadurismo. En su discurso a sus simpatizantes, Kamala ofreció palabras de aliento, Les dijo que no es el momento para rendirse…Este es un momento para organizarse, para mantenerse comprometidos por el bien de la libertad y la justicia y el futuro que todos sabemos que podemos construir juntos”.
Harris prometió librar esa lucha en las urnas, en los tribunales y en la plaza pública, “así como de maneras más silenciosas”. En referencia a los jóvenes dijo que no se sintieran tristes, ya que la lucha a veces lleva tiempo, pero eso “no significa que no ganaremos”. Se entiende que los líderes demócratas están tratando de reaccionar a la golpiza del peleonero del vecindario. Intentan mantener su prestigio en alto, para seguir en los reflectores políticos. Pero tienen que pasar el trago amargo lo más pronto posible y mostrarse más propositivos con renovadas ideas y diseñar las estrategias para contrarrestar locuras de Trump.