Política Global

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  • Gana el “cártel inmobiliario” dirigencia del PAN con Jorge Romero
  • El grupo caciquil de Ricardo Anaya y Marko Cortés hunden a su partido
  • Los “padroneros” están derrotados política y moralmente

Juan Barrera Barrera

No hubo sorpresas en la elección de Jorge Romero Herrera como nuevo dirigente nacional de la formación derechista Partido Acción Nacional. El ungido forma parte del grupo interno que mantiene el control de la octogenaria organización que desde el 2006 vive su etapa más complicada de su historia como lo indican los resultados electorales.

El ex diputado llega precedido de muchos negativos en su carrera política, realizada básicamente en la alcaldía Benito Juárez de donde fue su titular y que se le ha acusado e investigado, junto a otros panistas y funcionarios, por actos de corrupción en su papel protagonista del llamado “cártel inmobiliario”.

Elecciones simuladas, acusa Adriana Dávila

Romero Herrera toma las riendas del partido conservador que viene de unas elecciones en las que tuvo una actuación desastrosa y uno de sus primeros retos será la reconstrucción del PAN para recuperar lo perdido, quitarle la mayoría absoluta a Morena y evaluar la pertinencia de continuar o cancelar la alianza con otro partido igualmente en declive y desprestigiado, el Partido Revolucionario Institucional.

El ex alcalde de la Benito Juárez obtuvo una amplia votación, el 80 por ciento, de la militancia (la abstención sobresalió por el 45 por ciento de los afiliados que acudió a las urnas) sobre su contrincante Adriana Dávila Fernández, quien reconoció su derrota, pero cuestionó la legitimidad del proceso interno, cuya nomenklatura le favoreció a Jorge Herrera.

Muy crítica la tlaxcalteca al referirse al grupo que controla al partido: “Es un modelo simulador, tramposo, corrupto y ruin del que solo medran unos cuantos. Pero daña al país, al PAN, a su militancia y a los electores que buscan alternativas democráticas que impone el partido oficial”, precisó.

Los opositores al ex jefe político del PAN en la Ciudad de México señalaron que fue una elección simulada, ya que la dirigencia saliente que encabezaba Marko Cortés Mendoza y su grupo conocidos también como los “padroneros” porque controlan el padrón del partido y por tanto los comicios internos, le dio todo el apoyo a uno de los suyos.

Hay corrientes panistas opuestas al grupo hegemónico que domina al panismo nacional que exigen terminar con la alianza electoral con el Revolucionario Institucional, en la que también participó el PRD que perdió su registro, por los magros resultados en las elecciones recientes. Romero, por su parte, es de la idea de continuar con el bloque parlamentario con sus socios tricolores, a pesar de que son una oposición muy marginal.

El PAN perdió la brújula ideológica, ganan los oportunistas

El PAN atraviesa por un proceso de descomposición que parece no tener retorno. Se ha convertido en un partido insípido, totalmente desfigurado ideológicamente e impregnado de corrupción. Los llamados doctrinarios han ido abandonando las filas del partido conservador desde la llegada de los llamados “bárbaros del norte”, un grupo de empresarios que se incorporó a sus filas en los años ochenta con Manuel J. Clouthier a la cabeza al calor de la crisis económica.

Desde esos años, el PAN empezó a perder su esencia ideológica y ha dejado de ser el partido opositor más importante del país. Su desviación se profundizó en la siguiente década con su alianza con el PRI con el que cogobernó en la administración de Carlos Salinas de Gortari con un modelo de nación conservador basado en el desmantelamiento del Estado. El pragmatismo se apoderó de los blanquiazules que el principal ideólogo Diego Fernández de Cevallos imponía en forma avasallante.

Actualmente el PAN carece totalmente de identidad ideológica. En dos sexenios echó por la borda sus orígenes con la llegada de Vicente Fox, que no tenía filiación panista y poco le importó el partido que lo llevó al poder. Presumía de su talante empresarial y desplazó a los pocos militantes que quedaban por neopanistas que no ocultaban sus ambiciones desmedidas.

Jorge Herrera asume dirigencia con acusaciones de corrupción

Con Felipe Calderón los conflictos internos en ese instituto político se agudizaron, la razón: la feroz lucha por el control del PAN, batalla que perdió y acabó renunciado a su larga militancia, lo mismo su esposa Margarita Zavala. En 2020 el ex presidente publicó un libro en el que acusa a Jorge Herrera de extorsionar a empresas.

Los victoriosos de esa batalla (Ricardo Anaya, Marko Cortés, Damián Zepeda Vinales) han “ganado” otra contienda, con uno de sus cachorros, Romero Herrera, y con ello el grupo caciquil y mafioso se apodera totalmente del PAN que tendrá a un nuevo dirigente desprestigiado e investigado por actos de corrupción en la trama del “cártel inmobiliario”. La camarilla que se ha hecho del partido conservador se distingue por privilegiar el negocio y la transa.

En su artículo más reciente “Acción Nacional más combativo que nunca” publicado el miércoles en el periódico El Heraldo de México en el que expone sus tareas inmediatas, afirma que su partido no está derrotado, sino más vivo que nunca. El nuevo jefe político de esa formación anda muy alejado de la realidad: en las elecciones pasadas el PAN de nueve gubernaturas en juego ganó una y tres diputaciones de mayoría relativa distritos, el panismo ha sido derrotado política y moralmente. Pero los oportunistas se aseguraron sus puestos en el Congreso. ¿Con esas cartas pretende Jorge Romero renovar a su partido y ganar elecciones?