Política Global

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  • Trump, clavar el último clavo al ataúd del Orden Internacional
  • El presidente supremacista golpea a las instituciones globales
  • La “edad dorada” trompista o la próxima edad oscura mundial

Juan Barrera Barrera

El recién ungido presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en su participación en el principal escenario global de negocios, el Foro Económico y Mundial de Davos, en Suiza, amenazó este jueves a los lideres empresariales y políticos de todo el mundo con su retórica de imponerles aranceles si no fabrican sus productos en su país, pero si lo hacen gozarán de los impuestos “más bajos del mundo”.

El mensaje del mandatario estadounidense es una extensión de su discurso delirante cuando afirma que el mundo ya no va a abusar más de Estados Unidos y que va a aprender a respetarlo de nuevo. Realmente Trump no sabe que es el presidente de la máxima superpotencia y que tiene una hegemonía reconocida mundialmente. Luego entonces es un mal argumento que trate de victimizarse para justificar su asedio a los demás países.

Triunfalista y arrogante, en sus cuatro días que lleva al frente de la Casa Blanca, el empresario multimillonario afirmó: “lo que el mundo ha presenciado en las últimas 72 horas es nada menos que una revolución de sentido común”. En realidad, lo que hemos observado desde antes de que asumiera sus funciones como presidente han sido acciones vengativas mediante órdenes ejecutivas.

Trump contribuye a la decadencia política del EU

Donald Trump, en sus delirios, llega al poder a “liberar “a Estados Unidos, como dijo en su discurso inaugural, de su “decadencia”. Pero esa decadencia a la que se refiere el magnate la encarna precisamente él. Para muestra un botón: el perdón que otorgó a sus seguidores que estaban sentenciados por la toma violenta del Capitolio el 6 de enero del 2021. Ese día se calificaba la elección del 2020 y Trump convocó a sus grupos violentos a que evitarán que se reconociera el triunfo de Biden, lo que se llama un golpe de Estado.

Donald Trump justifica a sus fanáticos violentos a través de la mentira a la que recurre continuamente: “Está proclamación pone fin a una grave injusticia nacional que se ha confeccionado contra el pueblo estadounidense durante los últimos cuatro años y comienza un proceso de reconciliación nacional”. Lo que hizo Trump es legitimar la violencia, la que ejercen él y sus bases ultranacionalistas que lo siguen ciegamente. Esa es la decadencia de los Estados Unidos que encarna Trump. Él mismo es un delincuente que ha sido condenado en los tribunales por varios delitos, alguien que goza de impunidad y utiliza su poder ilimitado para indultar a otros delincuentes, es quien gobernará a Estados Unidos, especialmente para su movimiento reaccionario de blancos y conservadores, acompañado de los ultramillonarios tecnológicos.

Estamos hablando de un personaje muy peligroso para su país, cuestiona continuamente a las instituciones democráticas y judiciales cuando no le favorecen los resultados, que interviene en los asuntos del Congreso para sabotear acuerdos, como el migratorio, lo mismo insulta a los fiscales que lo tienen en el banquillo de los acusados. El neoyorquino, con sus acciones supremacistas, está contribuyendo enormemente a la decadencia política de su país.

Muy mala señal para la democracia estadounidense. Inició su mandato como lo había anunciado, con inusitada agresividad contra los migrantes indocumentados, contra sus rivales, opositores y críticos, desmantelando las políticas de Joe Biden quien también cometió el error de indultar a su hijo Hunter, con el argumento de protegerlo de posibles venganzas de su sucesor.

El magnate busca imponer su nuevo orden internacional

En el exterior, los países europeos, asiáticos y latinoamericanos están en alerta por sus medidas amenazantes. Empezó con México, Canadá (sus “socios” comerciales) China, Panamá y Rusia. Trump buscará imponer un nuevo orden internacional a su gusto y a punta de impuestos arancelarios, sin descartar la vía violenta. En su discurso de toma de posesión se refirió al Destino Manifiesto de Estados Unidos, terminó acuñado en 1845, para justificar su política expansionista que ahora pretende extenderla a Marte a donde, dijo, plantarán su bandera.

Incontrolable e intolerante el señor Trump. Sin pudor para tejer sus relaciones exteriores. Exige pruebas de amor a sus socios comerciales. “Voy a pedirle a Arabia Saudita y a la OPEP que bajen el coste del petróleo, de hecho, estoy francamente sorprendido de que no lo hayan hecho antes de la elección presidencial”, expresó y abundó: “No hacerlo no era francamente una prueba de amor. Si el precio fuera más bajo, la guerra entre Rusia y Ucrania pararía inmediatamente”.

¿Quién abusa de quién? Trump desborda cinismo, sin cosméticos. El orden internacional que las naciones construyeron después de la Segunda Guerra Mundial, con un modelo de gobernabilidad que favorecía a Estados Unidos, pero con margen para la negociación a otras naciones para dirimir diferendos está siendo destruido por, ¡oh paradoja!, por los mismos Estados Unidos, o mejor todavía por sus gobernantes. Al trumpismo, como ideología ultraderechista instalada en ese territorio le corresponderá ponerle el ultimo clavo a su ataúd.

“La edad dorada” trumpista o la etapa negra mundial

Trump asestó un fuerte golpe a las instituciones internacionales que amenaza el orden global al sacar a su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del Acuerdo de París contra el cambio climático y hacer a un lado el consenso de la OCDE por el que se exige una tributación del 15% a las empresas multinacionales. El mandatario populista de derecha ya anunció la creación de una oficina internacional para el cobro de aranceles a otros países. Donald Trump desprecia a la democracia liberal y prefiere el mercantilismo puro.

Esa no es una buena noticia para la gobernanza global, cuando un personaje como Trump le tiene odio a medio mundo y desprecia la democracia liberal que por décadas sirvió de ejemplo para otros países. Un líder que no tiene principios ni valores, ya nos podemos imaginar el futuro que le depara al mundo. Hagamos memoria de la historia del primer tercio del siglo pasado.

¿Los líderes de los demás países tendrán la capacidad para actuar en consecuencia para contener al desquiciado presidente estadounidense o preferirán dejarlo hacer y deshacer por temor a sus reacciones virulentas? La idea de Trump de una “nueva edad dorada” para Estados Unidos puede convertirse en una edad negra para el mundo.