Política Global

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  • Trump se impone a Petro; la Celac exhibe su debilidad estructural
  • El izquierdista abrió cancha al ultraderechista para mandar mensaje de fuerza
  • Unidad regional o acuerdos estratégicos con Trump sin descuidar soberanía

Juan Barrera Barrera

Después de superar la crisis diplomática entre Estados Unidos y Colombia por el asunto de las deportaciones y la amenaza arancelaria, este domingo, la presidenta pro tempore de la Comisión de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la hondureña Xiomara Castro de Zelaya, convocó a una reunión urgente de la alianza regional para el jueves 30 de enero, pero fue cancelada por falta de quorum.

El anunció tuvo lugar en medio de fuertes tensiones entre Bogotá y Washington por el problema migratorio que anunciaba una guerra comercial, en el que se difundió que abordarían temas estratégicos para la región como la cooperación en materia migratoria, la protección de los derechos humanos y el fortalecimiento de las relaciones entre los países miembros.

Celac: reunión fallida, debilidad estructural

El domingo el presidente de Colombia Gustavo Petro había desautorizado el ingreso a su territorio a dos aeronaves procedentes de Estados Unidos que transportaban inmigrantes colombianos que se encontraban en forma irregular en ese país del norte y estaban en proceso de repatriación.

Sin embargo, la respuesta de su par estadounidense Donald Trump fue inmediata y contundente, a fuerza de amenazas arancelarias del 25 por ciento a sus productos de exportación (el 30% de sus productos se venden en aquel país) y cancelación de visados, hizo cambiar de opinión a Petro, cuya posición en defensa de un trato humanitario fue legítima pero no abonó al mejoramiento en el trato a sus paisanos.

En medio de la crisis exprés, sólo duró unas horas, y de la agresiva ofensiva de Donald Trump contra los migrantes, el mandatario colombiano pidió a su par Xiomara Castro convocar a una asamblea extraordinaria de presidentes latinoamericanos para examinar los problemas de la migración y la nueva configuración del mercado de drogas en América.

El comunicado oficial no se refería explícitamente a que se analizaría la crisis diplomática bilateral entre Colombia y Estados Unidos y como el conflicto ya había sido superado el mismo domingo, la reunión extraordinaria, por tanto, fue cancelada el martes. Un error más ante la ofensiva trumpista pues la reunión era innecesaria. Todo esto evidenció los problemas estructurales de la Celac y de la división de los gobiernos que la integran.

Petro confrontativo recula a presiones agresivas

“Si no nos quieren en el Norte, el Sur debe unirse”, manifestó el ex guerrillero colombiano. Nuevamente se convoca a la unidad latinoamericana cuando las presiones del ultraderechista presidente estadounidense apremian, quien exhibe una brutalidad en sus métodos de negociación para poner fin a las caravanas de migrantes que buscan atravesar su frontera de forma ilegal. Son momentos también en que los gobiernos de la región no tienen estrategias para enfrentar las deportaciones masivas y la imposición de aranceles.

Si algo ha dejado claro Donald Trump es que aplicará su política migratoria a su antojo y eso significa que pasará por encima de los derechos humanos de los migrantes. Es parte de una política vengativa y una forma de mantener contentas a sus bases ultranacionalistas.

El conflicto diplomático con Colombia ha sido un botón de muestra y aviso a los demás gobiernos del hemisferio y del reto del mundo que no está jugando. Gustavo Petro se apresuró a desafiar a un desbordado presidente autoritario al intentar demostrarle que no se arredra. No le resultó la estrategia confrontativa al líder colombiano ante el poder intimidatorio de los EU.

Petro no debió negarse a dejar aterrizar a los aviones con los deportados. Estados Unidos, como todos los gobiernos, estaba en su derecho de imponer su política migratoria y expulsar a personas que considere se encuentran en forma irregular en su territorio, aunque no dejan de ser cuestionable las formas de tratar a esas personas que tienen la necesidad de dejar sus países de origen.

Diversificar relaciones y acuerdos bilaterales, luego unidad

Gustavo Petro le puso la cancha a Trump para que exhibiera su imagen como un presidente todo poderoso ante la mirada de los líderes latinoamericanos y del mundo. Con el golpe al gobierno izquierdista, el magnate inmobiliario reforzó su narrativa de que con él la grandeza de Estados Unidos está de regreso.

Colombia fue durante décadas el gran aliado de los Estados Unidos en el sur de América y beneficiario de miles de millones de dólares para gastos militares que se dispersaban a través del llamado Plan Colombia (a comienzos del año 2000) que tenía por objetivo el combate a los cárteles del narcotráfico y a los movimientos guerrilleros.

¿Colombia y Estados Unidos han dejado de ser grandes aliados? No, pero si hay un proceso de distanciamiento con el regreso de Trump a la Casa Blanca y un proceso de acercamiento en las relaciones bilaterales con China que sigue expandiéndose en Sudamérica.

Colombia es el tercer socio comercial de EU y con China como principal origen de importaciones y segundo socio comercial en exportaciones hacia el gigante asiático. Bogotá con Petro ha asumido la estrategia de diversificar sus alianzas geopolíticas. Algunos analistas pronostican que muy pronto China desbancará a Estados Unidos como el principal socio comercial del país sudamericano.

La llegada de Trump nuevamente al poder seguramente obligará a algunos países a replantear su política bilateral con la potencia del norte, forzada por el tema de las migraciones regionales y el proteccionismo. El dilema, me parece, para las naciones latinoamericanas es si realmente quieren seguir en el empeño integracionista y enfrentar las políticas agresivas de Trump o lo posponen para buscar acuerdos bilaterales de acuerdo con la magnitud de cada problemática.

El gobierno del ultranacionalista Trump tiene dos varas para medir: una para sus socios y la otra para quienes no lo son. Para los primeros habrá más consideración, es el caso de México, por ejemplo. Donald Trump ha dicho que con nuestro país las negociaciones van muy bien, pero hay que esperar al día de mañana 1° de febrero cuando la Casa Banca imponga los aranceles a sus principales socios comerciales.

Seguramente el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo está tejiendo una fina estrategia comercial, pero sin comprometer la soberanía nacional, como lo ha venido subrayando.