Política Global

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  • Tras la muerte de Francisco, los conservadores van por privilegios
  • Tratarán de sepultar los principios reformistas del argentino
  • México y la Unión Europea fortalecen relación bilateral

Juan Barrera Barrera

Este lunes 21 de abril falleció el papa Francisco a los 88 años, después de un intenso domingo de Pascua, el último día que pasó con sus fieles, a pesar de su mal estado de salud; les dio su bendición y su último mensaje Orbi et orbi en defensa de la paz, los perseguidos y la libertad de expresión. Un mensaje religioso, pero con un contenido político muy importante, especialmente porque coincidió con la visita del ultraderechista vicepresidente de los Estados Unidos, JD Vance, que representa todo lo contrario a esos principios del fallecido papa.

El mundo católico le llora y el mundo futbolístico también, como buen aficionado que era al deporte de la patada, el más popular del orbe. Su equipo favorito, el San Lorenzo. Pero, sobre todo, son los pobres y los latinoamericanos quienes lamentarán su partida, pues el papa argentino se distinguió por su inclinación hacia los más desfavorecidos.

Crítico del neoliberalismo y de la opulencia clerical

El rechazo a la opulencia y a la vida de lujos se debe a su formación con los Jesuitas de la Compañía de Jesús, una de las Iglesias más progresistas del catolicismo. Aunque también se le conoce un pasado conservador en su natal Argentina, en tiempos de la dictadura militar, desde el inicio de su unción como pontífice se echó en hombros el compromiso de “Iglesia pobre para los pobres”.

Esa frase iba más allá de un mero enunciado que en principio la sola idea resultaba atentatoria contra una clase de cardenales conservadores y privilegiados que no estaban dispuestos a ceder ante la iniciativa reformadora del primer Pontífice Latinoamericano y de cambios necesarios de una de las instituciones globales más importantes de la humanidad, religiosa, social y política. Crítico del neoliberalismo y muy cercano a la gente de los países periféricos, de los excluidos.

Una reforma centrada en la Santa Sede tenía que pasar precisamente primero por quitar privilegios y transparentar las finanzas que carecían de un control institucional real. El descontrol de las arcas era uno de los graves problemas que venía arrastrando el Vaticano, cuya imagen ante el mundo se observaba como un problema de corrupción. Por ello creó, entre otros, el ministerio de economía que asumió el control de los fondos como una forma de evitar malos manejos.

El sector reaccionario buscará apoyo de Trump

La Iglesia Católica, la más importante del planeta por el número de fieles (más de dos mil años de existencia y de unos mil 300 millones de seguidores) enfrenta la difícil como trascendental sucesión de Francisco. Dos son las opciones: la continuidad de la iniciativa reformista del papa argentino o la vuelta al conservadurismo clerical. O la opción por los pobres o por los privilegios y opulencia de los purpurados.

Durante su papado Francisco tuvo que remar a contracorriente, enfrentar fuertes inercias de la ala más reaccionaria y conservadora de la cúpula vaticana que rechazaba sus iniciativas sobre temas que siguen siendo tabú para ese sector del catolicismo como la homosexualidad.

Su legado es materia de análisis y de diversos comentarios. Paulatinamente se seguirá haciendo el balance de sus doce años (Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa el 13 de marzo de 2013) como líder universal de la iglesia católica. Francisco le cambió la imagen a una institución tradicionalmente prohibitiva y sancionadora. Ejerció un papado incluyente en su acercamiento con otras religiones. Alejado de la vida de lujos de sus antecesores, sensible a las causas e injusticias de los poderosos. A la matanza del ejército judío contra los palestinos la llamó por su nombre: genocidio.

Coincido en que su iniciativa reformista no avanzó con la profundidad que sus seguidores anhelaban y como la sociedad lo requería. Un tanto por la timidez o temor del propio Francisco y otro porque la corriente reaccionaria de la curia es muy fuerte, ya habían intentado desbancarlo con el apoyo de Washington, pero por fortuna encontraron igualmente un fuerte dique en el ala progresista. Los conservadores intentarán aprovechar el contexto internacional con el ascenso de la ultraderecha en Estados Unidos.

Entre un italiano y un filipino saldrá el nuevo Papa

Después de sus funerales vendrá el cónclave para elegir al nuevo papa, unas tres semanas. La decisión estará en manos de 135 miembros del Colegio de Cardenales, menores de 80 años, que son los elegibles para nombrar al próximo pontífice, de los cuales la gran mayoría, 108, fueron nombrados por el papa Francisco. Sin embargo, ¿se puede asegurar que todos ellos siguen la línea transformadora del líder latinoamericano? No por supuesto.

La gran pregunta ¿quién es el idóneo para representar a la iglesia católica en estos nuevos tiempos? ¿Qué perfil requiere una institución tan compleja ante los nuevos retos políticos, religiosos, sociales, etcétera? ¿Quiénes poseen la experiencia, habilidades, personalidad y el carácter para asumir el liderazgo de la iglesia católica?

Me parece que la lista se podría reducirse a cinco sotanas: dos italianos con reconocida capacidad diplomática (Pietro Parolin, secretario de estado de la Santa Sede), Matteo Zuppi (arzobispo de Bolognia); Fridolim Ambongo Besungu (nacido en el Congo y arzobispo de Kinshasa) y el filipino Luis Antonio Tagle (responsable de la oficina vaticana para la evangelización).

Sin embargo, la moneda estará entre Parolin, quien posee un amplio conocimiento de la iglesia y conoce la problemática latinoamericana, también se le conoce como un personaje conservador. Ambongo, por su parte, representa a una iglesia en ascenso numéricamente hablando y es de la orden religiosa franciscana, no obstante, también es de línea conservadora. El asiático Tagle es un líder humilde y carismático, es quien más se identifica con los compromisos pastorales de Francisco.

México y la Unión Europea estrechan lazos

Los días 23 y 24 de abril, la vicepresidenta ejecutiva de la Unión Europea para una Transición Limpia, Justa y Competitiva, Teresa Ribera, realizó una visita a México con el objetivo de continuar fortaleciendo las relaciones bilaterales, discutir las prioridades de ambas partes y explotar nuevas oportunidades de cooperación. Sostuvo, además, encuentros con funcionarios de alto nivel del gobierno federal, con actores de la sociedad civil, del sector ambiental y de la academia, y con representantes empresariales europeos.

Para la UE es una prioridad finalizar la modernización del Acuerdo Global Unión Europea-México. La visita refleja la especial relevancia que la Unión Europea confiere a México, uno de los 10 socios estratégicos en el mundo y con el que comparte la importancia de defender el multilateralismo y un orden global basado en reglas.

Esta misión de la comunidad europea es una potente señal en el contexto actual internacional desafiante, en el que la UE busca fortalecer aún más sus alianzas con América Latina y el Caribe, particularmente de cara a la IV Cumbre CELAC-UE, a celebrarse en noviembre en Colombia.

Ribera sostuvo un encuentro con la comisionada de la Comisión Federal de Competencia Económica de México, Andrea Marván, candidata a la presidenta de la International Competition Network (ICN) que se elegirá el próximo mes de mayo en Edimburgo.