Política Global

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  • Trump, escándalo tras escándalo
  • Rusia, hasta en la Casa Blanca
  • Comey y el Watergate que viene

Juan Barrera Barrera

Apenas a cuatro meses de haber llegado a la Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha demostrado que tiene una gran capacidad de generar conflictos y en tan corto tiempo ha acumulado más yerros que aciertos lo que le han provocado inestabilidad en el interior de su gobierno que lo pone al borde de una grave crisis política de consecuencias reservadas.

Apenas tenía unos días de haber confesado que no había pensado lo difícil que era gobernar al país, con relación a su actividad empresarial, este martes se filtró la información de que Trump había presionado, en febrero, al ex director del FBI, James Comey, a quien despidió en forma humillante la semana pasada, para terminar con la investigación sobre los nexos de su ex asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, con Rusia.

Grave, muy grave para la continuación de Donald Trump al frente de la Casa Blanca, pues los demócratas, algunos republicanos y especialistas, esperan tener las evidencias de esas presuntas presiones hacia Comey para fincarle proceso legislativo por obstrucción de la justicia.

Rusia, otra vez la manzana de la discordia

La noticia cayó como una bomba en la Casa Blanca, pues un día antes se difundió que en el encuentro con el canciller y embajador rusos, Sergéi Lavrov, y Sergei Kislyak, la semana pasada en Washington, Trump les compartió información altamente clasificada sobre un supuesto operativo del grupo terrorista ISIS para atentar en aviones a través de bombas ocultas en computadoras portátiles.

Si bien el mandatario estadounidense se defiende alegando su derecho a compartir ese tipo de información, se le cuestiona la forma inapropiada en que actuó, pues se pasó por alto a los servicios de inteligencia de su país y compartió la información en primera instancia con un gobierno que ha sido tradicionalmente enemigo de Estados Unidos.

La cuestión es altamente crítica e involucra a otros países, si se toma en cuenta que Rusia es aliada estratégica de Irán en la zona conflictiva de Medio Oriente y que el gobierno de Israel le habría compartido los datos al presidente Trump (en próximos días visitará ese país) que a su vez se los reveló a los rusos para lograr su apoyo en la lucha contra ISIS.

Entre su círculo más cercano parece no haber comunicación ni entendimiento. Mientras su consejero de seguridad nacional, Herbert R. McMaster, que estuvo en la reunión con los rusos, afirmó que la filtración es falsa, pero el propio Trump lo desmintió a través de un twitter admitiendo que sí había compartido información clasificada al responsable de la diplomacia rusa, argumentando su derecho a hacerlo.

Queda ahora la percepción entre los aliados de Estados Unidos de que el magnate no es un personaje confiable, más allá de su inexperiencia política, y eso le traerá a Trump muchos dolores de cabeza, que ha quedado exhibido como un ignorante de las relaciones internacionales. En una semana el inexperto mandatario puso en el ojo del huracán a la Casa Blanca con visos de que la crisis se profundice.

Comey y el Watergate que viene

James Comey era el responsable de investigar las conexiones entre miembros del equipo cercano a Trump y el Kremlin en la posible injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses que ha manchado el triunfo electoral del republicano. Las razones que esgrimió el empresario para correrlo realmente resultan poco creíbles (la pérdida de confianza tanto de los demócratas como de los republicanos en Comey).

Por la forma tan abrupta en que Comey fue cesado del FBI y la amenaza velada de Trump de que no se atreviera a difundir información acerca de pláticas sostenidas entre ambos, pueden ser ilustrativas de que el presidente estadounidense intenta sepultar información sumamente comprometedora y que involucra a varios de sus colaboradores, incluyendo a su yerno, y al él mismo.

Donald Trump se metió a un juego muy peligroso al desdeñar a los servicios de seguridad estadounidenses y si cree que con el despido de Comey e imponiendo en su lugar a un personaje leal para desvanecer todas las posibles pruebas de la cuestión rusa, está más que equivocado, pues ya no se podrá zafar de las investigaciones que realice el Congreso estadounidense.

James Comey, que reabrió el caso de los correos de la computadora personal de Hillary Clinton a un par de semanas de la elección que determinó la caída de la demócrata, tiene en jaque ahora a Donald Trump y de él depende su futuro inmediato. El asunto huele a Watergate y ya algunos sectores estadounidenses se preparan para la comedia que viene.