La batalla por el Estado de México
PRI perdería la contienda
La elección llegará a los tribunales electorales
Juan Barrera Barrera
Este domingo se renovará la gubernatura del estado de México. La entidad está en la mira de los medios de comunicación nacionales como extranjeros y de todos los reflectores políticos. Nunca antes una elección estatal había atraído la mirada acuciosa de la opinión pública internacional como la de la entidad mexiquense, más poblada del país.
Qué se juega en el estado de México: los dineros, tiene un presupuesto anual de más de 280 mil millones de pesos; es el estado natal del presidente Enrique Peña Nieto, cuyo grupo político (Grupo Atlacomulco, un grupo caciquil que mantiene el feudo político de la entidad) ha gobernado desde hace más de 50 años.
La derrota del PRI en la entidad mexiquense, para muchos analistas, significaría si no la derrota de las elecciones presidenciales del 2018, una posibilidad real de perder la presidencia de la República; un descalabro priísta en la tierra de Peña Nieto representaría un fuerte cuestionamiento directo a su persona y a su gobierno, a su prestigio no ganado en sus actos de gobierno.
Por primera vez en la historia de las elecciones modernas mexiquenses, la oposición mexiquense está en condiciones de lograr la alternancia en el poder después de poco más de noventa años de hegemonía política priísta (Campeche, Coahuila, Colima e Hidalgo, son las otras entidades en donde no ha habido alternancia).
Desde hace unas dos décadas el PRI ha visto descender su votación en promedio, debido al crecimiento de los partidos de oposición que han logrado consolidar la competencia electoral, gracias al cambio que experimentó el sistema de partidos a mediados de los años noventa y con la creación del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), que en su primera etapa tuvo una destacada actuación pero que ahora padece de falta de credibilidad.
Muestra del desempeño que han tenido los partidos de oposición, de izquierda y derecha, en la disputa por los votos con el PRI en la entidad mexiquense es que desde 1996, en elecciones municipales y de diputados locales, han ido obteniendo cargos de elección popular importantes. En ese año PAN y PRD le arrebataron al partido oficial poco más de 50 alcaldías (las más importantes de la entidad) y por primera vez en la historia, el partido hegemónico perdió la mayoría absoluta en el Congreso Local.
Es a partir de las elecciones para gobernador de 1999 cuando el PRI empieza a ver declinar sus votos. En 1993 el partido tricolor había logrado obtener una votación muy alta (62%), pero para aquel año descendió a 42.44, mientras que el PAN alcanzó su máxima votación histórica con 35.46% de los sufragios y en tercer lugar el PRD con 22.1%.
Pero seis años más tarde, en los comicios del 2005 el partido oficial se recuperó ligeramente al obtener el 49.17% de la votación para gobernador; el PAN y PRD lograron una votación similar: 25.56% y 25.07%, respectivamente. En las elecciones de hace seis años, el PRI dio un salto y obtuvo un resultado casi similar el de 1993 con el 61.97% de la votación; el PRD quedó segundo con 20.96% y el PAN cayó hasta el tercer sitio con una votación muy baja del 12.28%.
El PRI perderá el edoméx
Hoy, el escenario electoral es muy distinto y el partido hegemónico tiene prendidas las alarmas, pues su candidato, Alfredo del Mazo Maza, se encuentra empatado (30%) en las preferencias electorales junto con la candidata del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Delfina Gómez Álvarez (29%), de acuerdo a diversas investigaciones demoscópicas.
Entre las filas del propio priismo existe el temor por el voto de rechazo hacia su propio candidato. Por eso en su cierre de campaña en Toluca Alfredo del Mazo advirtió que en este proceso electoral, está en juego «todo lo que somos, todo lo que hemos trabajado, todo lo que hemos construido durante tantos años, de nuestro triunfo depende el futuro del priísmo, depende el futuro de este país».
El PAN ha tenido una caída vertiginosa. Para algunas encuestadoras su candidata, Josefina Vázquez Mota, no logrará superar un deshonroso cuarto lugar, superada Juan Zepeda Hernández del PRD, el candidato revelación, que ha hecho la mejor campaña pero no le alcanzarán los votos. Ambos candidatos tendrán que lamentarse que sus partidos no hayan tenido la capacidad de aliarse. Las dos formaciones políticas alcanzarían entre un 25% y 30% de la votación.
Del Mazo y Gómez Álvarez, sin embargo requerirán no sólo de los votos que puedan provenir de simpatizantes de esos partidos, toda vez que la militancia y sus electores se han percatado de que el triunfo ya no les será posible y algunos votantes buscarán la posible alternancia y algunos otros intentarán atajar tal vez no un posible triunfo de Delfina, sino a Andrés Manuel López Obrador, que se perfila hacia las presidenciales de 2018.
El estado de México se ha caracterizado por tener un alto grado de abstencionismo en elecciones para gobernador que rebasa el 50%. En la contienda de 1999 este fenómeno fue del 53.1%; en las elecciones del 2005 subió a 57.3%; y en las del 2011 los que no acudieron a votar representaron el 56.5% de los electores.
La elección se encamina hacia los tribunales
Algunos estudios indican que cuando una elección es altamente competida, como la actual, la participación ciudadana se incrementa. La entidad mexiquense cuenta con un padrón de 12 millones de electores, el más alto del país, y es de esperarse que por lo menos la mitad de los electores salga a votar, lo que le darías el triunfo a Morena, de lo contrario, el PRI tendría más posibilidades de ganar tan solo con su estructura electoral.
La entidad más poblada tiene, además, un porcentaje importante de electores indecisos, que oscila entre el 15 y el 20% y que son los que en cualquier elección definen el triunfo de alguno de los candidatos. Este sector por lo regular, termina por decantarse en favor del abanderado no oficial, máxime si su partido se encuentra en una situación de alto desprestigio como actualmente está el PRI. El estado de México es la entidad en donde se cometen el mayor índice de feminicidios y la inseguridad es un fenómeno que se le ha ido de las manos al gobierno. Por eso hay un alto grado de probabilidades de que gane Delfina Gómez.
Existe un claro hartazgo y rechazo a la clase política, especialmente contra quienes han gobernado al estado y a su partido. Los métodos de control tradicionales para la retención del poder (coacción y compra del voto, campañas negras, tarjetas electrónicas, entre otros) no sólo se siguen poniendo en práctica, sino que se han incrementado de forma notoria, por eso la acusación panista de que será una elección de Estado.
Electoralmente, el estado de México está dividido en tres zonas: el Valle de Toluca, reducto del Grupo Atlacomulco; el llamado corredor azul por la presencia panista (Naucalpan, Tlalnepantla, Huixquilucan, Atizapán de Zaragoza, Izcalli) y el oriente de la entidad, en cuya zona se concentra la mayor parte de los votantes (40%) y abarca municipios enormes como Ecatepec, Nezahualcóyotl, Texcoco, Los Reyes La Paz y, Chimalhuacán, en donde la izquierda ha tenido alta penetración. Estas dos zonas pueden darle el triunfo ya sea a Del Mazo o a Delfina, pero el voto oculto y de los indecisos tiene su peso específico.
La contienda electoral será muy cerrada y por ello se adelanta que se dirimirá en los tribunales electorales, escenario que no le conviene al PRI, ni a Peña Nieto, pues se abriría la posibilidad de que los tres partidos opositores hagan un frente en defensa de la legalidad y del voto, en contra del PRI y del aparato estatal. Una mancha de ese calibre no la podría soportar el PRI a un año de las elecciones presidenciales.