Política Global

Trump impone su acuerdo de “entendimiento”; tratado comercial, arma política de EU; ¿Traición de México a Canadá?

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Juan Barrera Barrera

El lunes fue día de fiesta para el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y su equipo que negocia un nuevo tratado comercial con Estados Unidos, con motivo del anuncio de un entendimiento bilateral entre México y Estados Unidos. Pero el festín terminó pronto, porque al otro día el invitado especial, Donald Trump, volvió a patear el vote con la amenaza de que “el muro será pagado muy fácilmente por México”.

No sabemos los detalles técnicos del entendimiento bilateral para la firma de un eventual tratado comercial, al margen de la participación de Canadá, pero el hecho tiene más intereses políticos inmediatas que podrían favorecer el futuro inmediato de Donald Trump y al Partido Republicano en las elecciones intermedias a realizarse el 6 de noviembre, cuando está en riesgo de perder la mayoría en el Congreso.

Se ha dicho que fue el acuerdo posible (¿más vale un mal arreglo que un buen pleito? parecen argumentar los negociadores nacionales), a pesar de que México terminó cediendo en algunos temas del gobierno de Donad Trump, como en las reglas de origen del sector automotriz y la eliminación del capítulo 19 de resolución de controversias, para evitar la cancelación de del Tratado Trilateral de Libre Comercio de América del Norte, lo que, se afirma, hubiera traído funestas consecuencias para la economía mexicana.

En los hechos, el acuerdo de entendimiento no es garante de que habrá un nuevo acuerdo comercial a ambas naciones, ya sea bilateral o trilateral. Después de seis semanas de negociaciones entre los equipos de México y Estados Unidos, Canadá entró el martes a negociar con su vecino del sur a contrarreloj, ya que la fecha límite para definirse si aceptan o no firmar un acuerdo trilateral con reglas pactadas por sus todavía socios, termina este viernes.

El ritmo de las negociaciones las está imponiendo La Casa Blanca de acuerdo al calendario electoral estadounidense. Donald Trump pretende sellar las negociaciones este viernes para ajustarse a las exigencias de 90 días del Congreso estadounidense antes de firmar el acuerdo con el gobierno del presidente “capitalista” Enrique Peña Nieto, quien termina su administración el primer día de diciembre y entra la de Andrés Manuel López Obrador. Tanto demócratas como republicanos en el Congreso han mandatado a Donald Trump a negociar un acuerdo trilateral y si no lo logra tendrá que abrir un nuevo proceso legislativo.

El multimillonario neoyorquino ha hecho lo imposible por torpedear los acuerdos regionales y multirregionales porque tiene menor poder de negociación, por eso su salida del Tratado Transpacífico. Ha cuestionado duramente el TLCAN, lo calificó del peor acuerdo comercial que haya firmado Estados Unidos e incluso ofreció, como una de sus primeras acciones de gobierno, cancelarlo o modificarlo. Trump avanza en ese camino para el control de una zona geoestratégica.

La estrategia política de Trump

El acuerdo preliminar que pavimenta el camino hacia un tratado bilateral entre Estados Unidos y México, y aplaudido por el próximo gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador, porque salvaguarda la soberanía del Estado mexicano en el tema energético (a Miguel Seade, negociador de López Obrador, se le reconoce también el haber destrabado las negociaciones con la propuesta de 16 años de vigencia del pacto y no cinco como exigía EU)¸ es un mensaje de Trump hacia sus bases electorales de que está cumpliendo con sus promesas de campaña.

Negociar en forma bilateral es donde Washington tiene amplias ventajas como potencia económica sobre un interlocutor emergente como México que depende en un 80 por ciento del mercado estadounidense. Como enemigo de la globalización, para el mandatario estadounidense el TLCAN no es de su agrado, pues considera que fue injusto y malo para su país. Su juego no es que todos ganen, sino que él imponga las reglas del juego y sus caprichos, por ello tiene sobre las cuerdas a Canadá.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha afirmado que su gobierno firmará un acuerdo comercial siempre y cuando sea benéfico para Canadá: “Un no acuerdo comercial es mejor que tener un mal acuerdo”, pero todo parece indicar que terminará subiéndose al tratado trilateral, aunque el país de la hoja de maple salga perjudicado con el entendimiento dual México-EU. El mercado de los lácteos, el avícola y el capítulo 19 relativo a la resolución de controversias, en el que México cedió, son tres desacuerdos centrales que Ottawa mantiene con la Casa Blanca.

Es tal la perversidad de Donald Trump que no le basta con “bulear” a su par canadiense, sino que llega al grado de la humillación. Canadá cederá al ultimátum del vulgar comerciante de Nueva York, de lo contrario su industria automotriz se desplomaría y generaría un caos a su economía por el desempleo que ello traería por los aranceles del 25 por ciento que su vecino le aplicaría por cada automóvil fabricado en territorio canadiense.

¿Traición de México a Canadá?

Trump está vendiendo las negociaciones bilaterales con México y Canadá como un triunfo personal, no podía ser de otra forma. Manipula los escenarios. Ha salido a decir que las negociaciones con Canadá van por buen camino, cuando se sabe que han sido tensas debido a que las relaciones entre Washington y Ottawa se volvieron muy conflictivas desde la reunión de G-20 de mediados de año, cuando Donald Trump tronó contra Trudeau.

La posición del canciller mexicano, Luis Videgaray Caso, que seguramente es la del gobierno mexicano, es la de trabajar en adelante un acuerdo comercial únicamente con Estados Unidos. Con ligereza, pero convencido, expresó que pase lo que pase, México tendrá un tratado de libre comercio con estados Unidos, lo que puede interpretarse como una traición del gobierno de Preña Nieto.

A pesar de los despropósitos que Canadá tuvo hace un año con México para dejarlo fuera de las negociaciones trilaterales por los conflictos bilaterales por los que los mexicanos atravesábamos con EU por la escalada de hostilidades de su presidente por el tema migratorio, de unos meses para acá ambos países habían convenido trabajar por mantener el espíritu trilateral del TLCAN y mantenerse como aliados estratégicos ante las embestidas de Trump.

“Lo llamaban TLCAN. Lo vamos a llamar el Acuerdo Comercial Estados Unidos-México, y nos vamos a librar del otro nombre, por la mala connotación, pues Estados Unidos fue dañado bastante mal por ese tratado durante muchos años, y ahora es realmente un buen acuerdo para los dos países, aseveró. Es un gran día para el comercio”, dijo envalentonado Donald Trump.

Trump logró dividir a sus socios comerciales, a pesar de que no hay certeza de que el magnate cumplirá con su parte, pues ya sabemos que un día dice una cosa y al otro la sabotea o cambia de opinión, como buen marrullero. Sería mejor que el gobierno de México y el que entrante el primero de diciembre, tomen con reservas el acuerdo preliminar con Estados Unidos.

Es recomendable hacer una lectura política de las letras chiquitas, pero también las grandes del documento y no sacar todavía el tequila y adelantar vísperas, porque Trump puede madrugarnos con el whisky y despertarnos con una terrible cruda.